Histórica e historiada terminó siendo la visita a Chile del Papa Francisco. Bergoglio se ahogó en un mar de contradicciones: discursos asertivos e inteligentes, algunos tremendamente inspiradores como el del Templo Votivo de Maipú, pero con un final marcado por el bochorno. Un Papa que llegó pidiendo perdón por los crímenes de pedofilia en la Iglesia Católica, pero que le prestó ropa a un notorio encubridor de pederastas como el Obispo de Osorno Juan Barros, primero con gestos de aprecio y al final con esa desastrosa “salida de protocolo” en Iquique. Todo esto en medio de una convocatoria mucho menor a la esperada, refrendada en esas lapidarias imágenes aéreas donde se vieron grandes espacios vacíos en los lugares de los encuentros papales. El primer fiasco comunicacional del año.
La defensa personal del Papa a Juan Barros no resiste ningún análisis. ¿Cómo se puede probar que Barros encubrió a Karadima? ¿con una selfie? ¿con un video casero? El mismo Papa se encargó torpemente de quitarle credibilidad a su solicitud de perdón del discurso en La Moneda. Llama la atención el amateurismo con que el Vaticano manejó esta visita desde un punto de vista comunicacional. ¿Cómo nadie previó que esto podía pasar? ¿Cómo a nadie se le ocurrió decirle a Barros que se tomara vacaciones ese día? El resultado de todo este quilombo es que la Iglesia Católica salió totalmente trasquilada: ya no tiene el poder de convocatoria de antaño (las comparaciones con la visita de Juan Pablo II hace 31 años resultan hasta crueles) y quedaron en evidencia las divisiones internas en su seno. Bien se podría decir que el Jueves 18 de Enero de 2018 fue “el día en que la Iglesia Católica chilena se fue al reverendo carajo”.
En ese escenario, cabe destacar la cobertura de la TV chilena. Salvo el descarado corneteo al Obispo Barros por parte del inefable Claudio Fariña, los canales de TV hicieron su pega, en especial el 13 y Mega, históricamente ligados al catolicismo conservador. A diferencia de la anterior visita papal, no actuaron como relacionadores públicos del Vaticano (para eso está el canal de cable EWTN), sino que mantuvieron una razonable imparcialidad, dieron adecuada cobertura a las víctimas de los abusos, trajeron como panelistas a voces no creyentes como Cristóbal Bellolio y, lo mejor de todo, no tuvieron asco en atrincar al Obispo Barros, al punto de que su par de San Bernardo Juan Ignacio González tuvo que oficiar de “bodyguard” para protegerlo de la reportera de Mega Priscilla Vargas, un hecho que se constituye en todo un símbolo de la era post-Ricardo Claro.
Caso aparte es de las destacadas coberturas de Constanza Santa María y Matilde Burgos. Muchos criticaron que hubieran actuado poco menos que como “calcetineras” frente al Sumo Pontífice, con Matilde regalándole una réplica en miniatura de la Camioneta Verde del Padre Hurtado, y Cony pidiendo que le bendijera un rosario. Ambas son católicas de formación, formadas en colegios confesionales y en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Si ya resulta difícil para cualquier periodista entrevistar a una figura como el Papa, lo es más todavía si eres creyente convencido. Con todo, ambas hicieron muy bien su pega, en especial Constanza Santa María, que ya le está peleando a Francisco Saavedra y a Michael Landon el título del “empleado del mes” en Canal 13. Se comió un viaje de 15 horas; entrevistó al Papa, donde salió con su rosario bendecido y se anotó un golazo de media cancha y pegándole de rabona al sorprenderlo con una pregunta sobre cuándo va a visitar Argentina, que le valió elogios surtidos en la tierra natal de Bergoglio; una vez llegada al Aeropuerto, cual reportera de farándula fue corriendo con vestido formal y taco alto al auto donde iba el Papa para sacarle unas palabras poniendo en apuros a la seguridad; luego de eso, condujo Teletrece Central; al día siguiente estaba en el Parque O’higgins y entre ella e Iván Nuñez le recetaron la primera andanada al Obispo Barros; siguió al Papa el resto de la gira y posteriormente a su viaje al Perú. Contra lo que muchos piensan, Cony no fue a hacer de relacionadora pública de la Iglesia, ni menos fue genuflexa con las autoridades eclesiásticas, como si lo fue Fariña con el Obispo de Osorno. Junto con Nuñez atrincó a Barros en el Parque Ohiggins, y señaló que le llamó la atención su falta de preparación para una situación más que previsible y que «le tiritara el labio», y en sus despachos posteriores ha dado cuenta de la polémica defensa del Papa y de lo mal evaluada que ha sido la gira papal en el extranjero. Como seguidor de “Pantalla Abierta” me da gusto constatar que Cony no se “aburguesó” profesionalmente con los años, y que a pesar de los noticieros centrales, los debates presidenciales y todo lo que conlleva casarse y tener hijos, la “chica puntuda” de comienzos de los años 2000 sigue ahí.
Destacable también lo de la reportera de la radio Bio-Bio Nicole Martínez que le hizo la pregunta a Bergoglio sobre el caso de Barros, y cuya torpe respuesta fue la “sandía de la torta” de esta visita. Notable la periodista argentina de Radio Mitre Mercedes Ninci, descrita en su país como una reportera “ninja”, y con una fama de polémica, conflictiva y sin pelos en la lengua que le ha costado salir de programas importantes como “El Diario de Mariana” (El Trece) y “Lanata Sin Filtro” (Radio Mitre) . Ninci atrincó con dureza a Juan Barros y lo reventó con una frase lapidaria: «¿Por qué no deja la sotana y le hace un bien a la iglesia?». Tal como Cony Santa María preguntó lo que los argentinos querían saber, Ninci le dijo en su cara a Barros lo que muchos chilenos querían decirle.