Aparte de Ecuador, México, Bolivia, Uruguay, Perú y Argentina, la “Roja” campeona de Copa América tuvo otro enconado rival: la prensa nacional, o más bien dos sectores de ella: la prensa deportiva especializada durante la Copa América, y la prensa de farándula después de ella.
El secretismo de Sampaoli: Si algo heredó Jorge Sampaoli de Marcelo Bielsa es su afán por el secretismo. La caricatura que le hicieron en “Crackovia América” resultó sumamente asertiva. Su afán de construir un nuevo centro de entrenamientos para la Roja se explica por asuntos de privacidad. Hizo lo posible y un poco más para evitar filtraciones de información desde Juan Pinto Durán, se irritó cuando vio un “dron” sobrevolando el entrenamiento de la selección y se quejó del afán de la prensa de especular acerca de posibles formaciones y tácticas. Aquí el conflicto está claro: por una parte, Sampaoli quiere comprensiblemente reservar información estratégica, “cartas bajo la manga” para el encuentro siguiente, y por otra parte la prensa, como parte de su trabajo, quiere develar todos sus secretos, aunque ello signifique entregarle información relevante a los rivales de la “Roja”. Surgen preguntas: ¿La prensa tendría que dejar de cumplir con su misión de llegar a la verdad para alinearse con un objetivo nacional como era ganar la Copa América? Por otra parte, si esto fuera un conflicto bélico en vez de una competencia deportiva, ¿la prensa nacional tendría que hacer valer la libertad de información aunque ello signifique facilitarle información estratégica al enemigo?
Choque de Vidal: Respecto al historiado choque de Arturo Vidal en su Ferrari, creo que la prensa en general hizo lo que tenía que hacer. El episodio fue demasiado público y notorio para omitirlo. Además, dio pie a una discusión que sigue en pie a pesar del triunfo de la “Roja”: ¿Hizo bien Sampaoli en dejar a Vidal en el equipo, o debió echarlo por razones éticas? Si atendemos al resultado final, los hechos le dan la razón a Sampaoli, e incluso es posible que el hecho haya tenido un efecto inesperadamente positivo en el grupo de jugadores. Sin embargo, no se puede obviar la dimensión ética del tema. Lo que hizo Vidal fue un delito grave, que pudo costar vidas humanas. En otras latitudes, deportistas de elite han sido excluidos de mundiales y olimpíadas por cosas mucho menos graves que chocar un auto curado, como hacer un saludo nazi o postear comentarios racistas en las redes sociales. Por ejemplo, por esa misma época tres futbolistas del equipo de fútbol inglés Leicester City fueron echados por subir un video a internet con comentarios racistas que hicieron en un prostíbulo tailandés. Si se aplicara ese estándar en Chile, tendrían que estar excluidos de la Roja Johnny Herrera (que mató a una mujer manejando curado) y todos los que estuvieron involucrados en escándalos en el pasado, lo que sin dudas despotenciaría el equipo de manera importante. Sampaoli optó en esta pasada por el pragmatismo a ultranza, y hay que decir que le resultó.
Los inefables rumores: A propósito del incidente Vidal, surgieron muchos rumores respecto a la “interna” de la selección: que Sampaoli amenazó con renunciar; que algunos futbolistas amenazaron con “dejar de remar” (es decir, arrugar en la cancha) si Vidal era expulsado; y que Jorge Valdivia estaba junto a Vidal en el Casino Monticello. Esto último causó la ira del “Mago”, quien se desahogó de manera asertiva (maduró justo a tiempo) cuando fue entrevistado por Claudio Bustíos, uno de los emisores de esos rumores, al finalizar el partido contra Bolivia. El calvo reportero de Canal 13 se defendió aduciendo que la información provino de “fuentes confiables” al interior de Pinto Durán. El “periodismo del rumor”, tan criticado a propósito del episodio de Tomás Mosciatti con la supuesta idea de renuncia de Michelle Bachelet, tiene aquí otro ejemplo.
El dedo de Jara: En el “prostático” episodio de Gonzalo Jara con Edinson Cavani la prensa actuó de manera ponderada. Sin avalar la conducta del defensa del Mainz de Alemania, desenmascararon desde un comienzo el carerrajismo e hipocresía de los futbolistas y prensa uruguayas, quienes rasgaron vestiduras por una picardía de esas de la cuales han sido, junto con los argentinos, consumados e históricos especialistas. Todo esto quedó confirmado cuando se reveló una foto del partido Uruguay-Jamaica, en donde el futbolista uruguayo Maximiliano Pereira le hacía un “examen prostático gratuito” a un atacante jamaicano. Al respecto, recomiendo el antiguo pero asertivo artículo del exfutbolista argentino Roberto Perfumo, “Si te enojás, perdés”.
Troleo a Pepe Rojas: Para muchos, el defensa de Universidad de Chile José “Pepe” Rojas no debería estar en la selección chilena, y su nominación responde solamente a una supuesta condición de “regalón” de Sampaoli. Se le critica principalmente por su lentitud y por ser “malo para la pelota”. Por ello, es sujeto permanente de apodos (“Pepenbauer”) y de burlas en las redes sociales, incluso cuando juega bien. Después de la semifinal, donde Rojas fue titular y tuvo una actuación muy criticada, LUN tuvo la “genial” idea de sacar un “especial”, con portada incluida, con una colección de memes y burlas contra el jugador, lo que causó la indignación y el repudio de los jugadores. La crítica contra el futbolista es claramente legítima, pero hacerle una “funa” masiva a días del partido más importante de la historia del fútbol chileno, donde posiblemente jugaría, fue inoportuno, desatinado y absolutamente gratuito.
La prensa de farándula tenía que embarrarla: Una vez conseguido el título, y mientras jugadores como Claudio Bravo, Gary Medel y Eduardo Vargas disfrutando sus merecidas vacaciones en el caribe, la prensa de farándula metió sus sucias mano, o más bien sus sucias cámaras y micrófonos ocultos. Primero fue “Intrusos”, que involucró sentimentalmente a una prima de Bravo con Alexis Sánchez mientras mostraba una foto de una hermana del arquero de Barcelona que además es casada. Ello provocó la ira del capitán de la Roja, que reclamó a través de Twitter e Instagram. Pero “Primer Plano” rompió todos los límites al dedicar gran parte de un programa a mostrar imágenes de las vacaciones de los futbolistas tomadas de manera oculta, lo que constituye una clara invasión a su privacidad. Se enfrentaron a los reclamos de Bravo, de Medel y de los televidentes que estamparon sendos reclamos al CNTV.
Las diferencias entre los distintos casos son claras. La prensa deportiva estaba cubriendo la participación de la selección en un campeonato internacional importante. Se le puede discutir el uso de rumores o el “gallito” permanente con Sampaoli en busca de información, pero no hay duda que los periodistas deportivos hicieron su trabajo, y que este era pertinente. Por el contrario, lo de la prensa de farándula no tiene justificación ni defensa alguna. Hay gente como Luli, Valentina Roth y Adriana Barrientos, que vive de los escándalos y que ha vendido su vida privada. A ellos los pueden espiar, ya que aunque se quejen ocasionalmente, necesitan de los escándalos para mantenerse “vigentes”. Pero a otros como Claudio Bravo, un tipo de bajísimo perfil mediático, respetuoso, caballero y que hace noticia solamente en la cancha, hay que dejarlos en paz, en especial después de lo que lograron. Más encima, publicaron fotos y videos en Instagram, ¿Qué más quieren? En el caso de la farándula, no se puede apelar a la libertad de información.