Siempre existe una segunda oportunidad para encauzar una vida medio torcida. Y ese camino es el que quiso tomar la cantante Lily Allen, quien hace unos días, se casó en Las Vegas con el actor de “Stranger Things”, David Harbour, en una ceremonia íntima y divertida, acompañada por las pequeñas hijas de la intérprete, y oficiada, cómo no, por un imitador de Elvis Presley.
La noticia también ha significado una alegría para los fanáticos de Allen, quienes han sido testigos de la existencia autodestructiva que la artista ha llevado en los últimos 15 años. La separación de su primer marido –Sam Cooper, un empresario inmobiliario y padres de sus dos niñas-, problemas con el alcohol, las drogas, las discográficas, la prensa, situaciones de abuso sexual y bulimia, que se sumaron a la presencia de un acosador que la persiguió durante siete años, todas constantes de aquellos oscuros días.
Pero todo eso ha quedado atrás. El 2018, la cantante decidió dar un giro a su vida descarriada. La publicación de sus memorias y la producción del disco “No shame” (Sin vergüenza) fueron las primeras batallas contra su pasado. También buscó ayuda profesional para el tratamiento del trastorno bipolar que le fue diagnosticado tras su separación, además de sus adicciones. En enero de 2019 conoció a Harbour y a los pocos meses comenzaron una relación. En julio de ese mismo año y a un mes de anunciar oficialmente que estaban juntos, Allen decidió abandonar completamente el alcohol, iniciando con ello una nueva etapa en sobriedad.
En agosto, la pareja, junto a las hijas de la cantante –Ehtel, de 8 años y Marie, de 7- estuvo de vacaciones en Croacia. Y tras ello se produjo el reciente matrimonio, un enlace para muchos inesperado, que la misma intérprete de 35 años y su ahora marido de 45, han dejado registrado en sus cuentas de Instagram.
Un evento relajado, en el que Lily Allen luce feliz enfundada en un precioso vestido a lo Jackie Kennedy y disfrutando el banquete matrimonial a base de hamburguesas. Un bocadillo que la cantante no aguantó comerse con la mano.