A comienzos de la semana se informaba que la nueva entrega de la saga James Bond, “Sin tiempo para morir”, se convertía en una víctima más del coronavirus, puesto que, a causa de esta epidemia, se decidió postergar el estreno de la película desde el próximo 2 de abril hasta alguna fecha en noviembre. Pues bien, con el correr de los días se hicieron algunos cálculos acerca de las consecuencias económicas de esta decisión… y los números resultantes son llamativos.
Según un artículo aparecido en The Hollywood Reporter, los siete meses de retraso podrían significarle al estudio Metro-Goldwyn-Mayer pérdidas por entre 30 y 50 millones de dólares. La cifra básicamente toma en cuenta la inversión ya realizada en las campañas de marketing y distribución global de la cinta.
Sin embargo, MGM adoptó la resolución siguiendo la lógica del mal menor. Para la empresa productora, la alternativa de mantener la fecha original con seguridad acarrearía una gran merma de potenciales espectadores en aquellos lugares muy afectados por el Covid-19, al punto de estimar que incluso podría llegar a ahogar la recaudación de la 25ª versión del espía 007, cuyo presupuesto de filmación habría ascendido a unos 245 millones de dólares. A modo de ejemplo, hoy en China sobre 70.000 salas de cine se encuentran cerraradas a causa de virus, y es probable que el resto de mercados asiáticos y también los europeos se vean muy afectados por la situación.
La nota señala que MGN prevé que si estrena la película en abril, las pérdidas rondarían el 30% de los 1.000 millones de dólares de recaudación esperada; es decir, 300 millones de dólares, un monto que supera en cerca de diez veces el perjuicio financiero que puede conllevar el hecho de haber pospuesto el estreno a noviembre.