El comentado episodio entre Julio César Rodríguez, Patricia Maldonado y Pamela Jiles a propósito de la entrevista a Miguel Piñera me pareció un intento “de manual” de manipulación mediática, no porque sospeche que la leucemia del “Negro” sea un tongo (a la fecha su diagnóstico me parece creíble), sino que por el intento de forzar emociones que legítimamente no se sentían.
Gran entrevista. Comprendo y aplaudo que el conductor sea empático con el entrevistado en estas circunstancias. Cabe recordar que Julio César perdió a un hijo hace algunos años, por lo que se entiende perfectamente que sea particularmente sensible en instancias como esta. Por ello, era la persona adecuada para que el Negro se abriera y confesara públicamente su dolorosa situación. En ese sentido, nada que reprochar. Todo bien.
El problema fue la sobremesa. Si lo que se pretendía era apelar a la emotividad de la gente, imposible escoger a dos peores “lloronas” que Patricia Maldonado y Pamela Jiles. Dos mujeres de cuero duro y postura crítica, con empatía poco desarrollada, y que venían con una predisposición muy negativa hacia el entrevistado.
En particular, lo de la comadre del Tata no me sorprende para nada. Patricia Maldonado le tiene mala al Negro Piñera desde tiempos inmemoriales, y de hecho lo declaró explícitamente en el programa «El Cubo» hace algunos años. Esto se remonta desde el mítico episodio del «secuestro extraterrestre». Su esposo, Jorge Pino, fue compañero de juergas del Negro durante muchos años. En el citado episodio, Pino estuvo desaparecido durante 20 días, ante la entendible desesperación de su esposa. Cuando reapareció, Pino inventó una chiva que le causaría vergüenza ajena a Ricardo Canitrot: señaló que había sido secuestrado por extraterrestres, e hizo el teatro necesario para respaldar su “versión”. Lo que pasó realmente es que el Negro Piñera fue el piloto de la nave espacial y el “secuestro” o “abducción” fueron en realidad 20 días de carrete desenfrenado. Además, habrían quedado algunas cuentas pendientes desde una participación de Piñera en el Café Concert de “Las Indomables”.
Salió jugando de muy buena manera. Te encargo el dilema en que estuvo Patricia Maldonado cuando le correspondió reaccionar a la entrevista de Piñera anunciando su cáncer. Incluso antes de la emisión de “Primer Plano” cabía preguntarse si iba a estar en el panel ese día, teniendo en cuenta su ausencia el domingo anterior, en la cual entrevistaron a Naya Fácil, a quien había criticado ácidamente por sus “performances”. Obviamente, no resultaba presentable que apareciera alegrándose y haciendo fiesta por la noticia, pero a la vez habría sido sumamente hipócrita de su parte (y claramente habría recibido críticas por ello) que hubiera aparecido llorando a mares y haciéndole un monumento al Negro. Al final, optó por hacer reflexiones de buena crianza, hablando de su experiencia con sus parientes que han padecido cáncer, y tratando de darle contexto a la situación. La señora Maldonado está lejísimos de ser santa de mi devoción, pero, nobleza obliga, hay que reconocer que resolvió muy bien la situación.
La Abuela anduvo por las mismas. La periodista farandulera devenida en Diputada de la República también mantuvo un tono distante y escéptico. También en su caso un llanto habría sido poco creíble. Optó por mantener una postura estrictamente profesional, en donde recalcó el perfil controvertido del Negro como personaje farandulero e incluso preguntó por los certificados médicos que acreditan su situación de salud, como previendo la posibilidad de que esto fuera un tongo mediático como los de Rafael Garay y Rodrigo Rojas Vade.
Los sentimientos no se pueden forzar. Aquí tengo una seria crítica a Julio César al reprochar la frialdad del par de señoras, que por lo demás resultaba bastante predecible dado todo lo conocido, y me cuesta creer que Julio no supiera eso. Las señoras tenían mala onda con Piñera, simplemente no les nacía conmoverse ante la situación y actuaron de manera profesional, guardando las formas, pero sin caer en actitudes falsas. Creo que la interpelación de Julio César quedó al límite de la manipulación mediática y del sensacionalismo periodístico, y generó una situación sumamente incómoda.
“Palos porque bogas, y palos porque no bogas”. Si festinan o abordan el tema con liviandad, las revientan por “inhumanas”; si se ponen a llorar y le dedican un panegírico al Negro, las revientan por “hipócritas”. No hicieron ni lo uno ni lo otro, actuaron de manera profesional, e igual las están reventando por “insensibles”. Al parecer, Maldonado y Jiles no tenían cómo salir bien paradas de este episodio. Una “encerrona” en toda regla.