Karol Jesús Lucero, más conocido como Karol Dance, se ha transformado en el “Roto Quezada” del Siglo XXI. El panelista de “Mucho Gusto” se convirtió en uno de los blancos preferidos de las protestas del estallido social que tiene de cabeza a Chile desde hace dos semanas. En las marchas se han visto pancartas de todo tipo, desde simples cartones escritos con plumón hasta verdaderas obras de arte, donde se le dedican improperios de grueso calibre (que no voy a escribir acá, pero todos sabemos cuáles son). La escena del manifestante colgándose del micrófono de un notero televisivo para lanzarle una “dedicatoria” a Lucero ha sido una de las postales más resaltantes de lo que hemos vivido estos días.
Para los que no somos millenials ni centennials esto resulta simplemente insólito y sin sentido. Karol Dance no es ni por asomo el personaje más nefasto de Chile. No es político, ni empresario. Ni siquiera es rostro televisivo de primera línea, sino que apenas un panelista entre muchos de un matinal. ¿Qué “méritos” hizo para merecer tanto repudio, en algunos momentos casi al nivel de Sebastián Piñera y Andrés Chadwick, al punto de transformarse en uno de los memes más virales de Chile y robar parte de la atención del estallido social más importante de la historia del país?
Buscando explicaciones a esto en YouTube y las redes sociales, pude encontrar algunas cosas:
Machismo y misoginia. El motivo principal, y por la cual lo tildan de “degenerado”, es por diversas actuaciones durante su carrera que han sido juzgadas como machistas e hipersexualizadas, donde se le ha acusado de usar a las mujeres como objeto para escalar posiciones y validarse. Ahí tenemos: incitación a actitudes sexualizadas a chicas adolescentes durante su época de “rey de los pokemones”, en la cual practicó el discutible arte del “ponceo” hasta más no poder; mensajes en redes sociales altamente cargados a lo sexual; el tristemente célebre “arreglo de cables”; y el agarrón descarado a la participante del reality “Resistiré” Manelyk González en un evento discotequero, aunque posteriormente la propia víctima le prestó ropa. Más allá de la desubicación, la cosa se pone grave en los casos donde hay menores de edad involucrados.
Falta de madurez. Karol, a sus 32 años, se quedó pegado en su personaje de “pendejo pícaro y loquillo”, y no ha tomado conciencia de su condición de adulto, y del poder y la responsabilidad social que implica su rol de comunicador e influencer. Lucero tiende a caer en actitudes inaceptables para alguien de su edad, y grotescas e incompatibles con un matinal “familiar” como -se supone que- es “Mucho Gusto”, como decirle “perra” y montarse en María José Quintanilla, y “puntear” traicioneramente a Patricia Maldonado y Katherine Salosny, a pesar de las cuales sigue incomprensiblemente en pantalla.
Declaraciones y gestos desafortunados. Regalar flores en el Día Internacional de la Mujer; el funesto “Body Sushi” de su fiesta de cumpleaños; su desafortunada solicitud pública de viralización de un recordado video de una adolescente teniendo sexo; y su reciente video de veinte minutos de defensa ante el troleo masivo, con una autorreferencia inadecuada para las circunstancias que vive el país y con estrategias cuestionables y hasta peligrosas como viralizar una llamada telefónica a un menor de edad, y publicar los números telefónicos de las personas que lo trolearon.
Paradigma de la impunidad en la TV. Llama la atención que, con todas las que se ha mandado, Lucero no haya recibido mayores sanciones. De hecho, las que recibió por el “arreglo de cables” fueron un chiste. Gente como Catalina Pulido, Alejandra Valle y María Luisa Cordero han sido despedidas por cosas muchísimo menos graves que las suyas. Guardando las proporciones, es a la TV lo que el Choclo Délano y las farmacias coludidas son a la economía, e Iván Moreira es a la política: cometen actitudes cuestionables, irregulares o incluso al borde de lo delictual; piden perdón públicamente; zafan con sanciones irrisorias y siguen actuando igual.
“Modelo de éxito”. Conscientemente o no, el sistema intenta vender a Lucero como una especie de encarnación del “sueño americano”, un modelo de éxito a imitar, en especial para los de su generación “millenial”. Karol es un chico de origen pobre que se ha ganado su lugar en la TV a punta de trabajo, que destina parte de su tiempo a causas sociales y ha sido incluso rostro de campañas de gobierno como aquella contra la violencia en el pololeo. Está forrado en plata, tiene un autazo y viaja por el mundo en sus vacaciones, en donde no pierde ocasión de sacarse selfies mostrando el traste. Más encima, se las da de líder motivacional y saca un libro de autoayuda llamado “Like”. Para muchos Lucero obtuvo todo eso apelando a malas artes y recursos discutibles como los mencionados anteriormente, y realizando una labor comunicacional que es considerada cero aporte, mientras hay montones de profesionales jóvenes y preparados generando contenido de calidad que ni siquiera tienen la oportunidad de mostrarse en los medios masivos. ¿Envidia y chaqueteo? Sin descartarlo totalmente, cabe señalar que en los medios hay otros rostros de similar origen pobre y que se han ganado su envidiable situación actual a punta de trabajo y esfuerzo, como Eduardo Fuentes y Pancho Saavedra, a los cuales NADIE FUNA EN LAS MARCHAS, porque su trabajo es un real aporte a la sociedad y además son ubicados y saben comportarse.
En resumen, Lucero está cometiendo un error imperdonable para alguien que vive de las comunicaciones: NO TENER IDEA DEL AMBIENTE SOCIAL EN DONDE SE ESTÁ MOVIENDO. Parece creer que puede seguir actuando como eterno adolescente pokemón en forma impune y no tiene conciencia de lo que sus dichos y actitudes provocan en el resto de la sociedad. En esta misma crisis social pudimos comprobar los efectos en la opinión pública de frases desatinadas e insensibles como las de los ex Ministros Felipe Larraín y Juan Andrés Fontaine, y de actitudes inoportunas como la ida a comer pizza del presidente Piñera mientras el país estaba empezando a incendiarse. Además, precedentes como los de Herval Abreu, Nicolás López, El Temucano y Álvaro Salas evidencian que ya no se puede jugar con el doble sentido como antes, que muchas cosas que antes se toleraban y hasta se celebraban sin mayores cuestionamientos ahora simplemente no se pueden aceptar. “Mentiras Verdaderas” tuvo que reemplazar los “Viernes Sin Censura” por el Doctor File, y “Morandé con Compañía”, el paradigma máximo del humor misógino y de doble sentido, tuvo que cambiar a rutinas familiares para sobrevivir.
No quisiera estar en el lugar de Karol Jesús. Me imagino que su asesor de imagen y su encargado de relaciones públicas deben estar más abrumados por el desafío que el ministro Blumel. Después de esto ¿podrá seguir desarrollándose profesionalmente en Chile, o tendrá que emigrar como Ronny Dance después del video porno? De realizarse la Teletón, ¿será prudente que Lucero participe de ella como rostro, con todo el riesgo que ello implica?
Karol Lucero la tiene muy difícil. Y hasta ahora está igual que Piñera con el estallido social: no entiende lo que pasa, no sabe cómo reaccionar y cuando lo hace la embarra más. Y al igual que Piñera, de cómo reaccione a partir de ahora depende de cómo va salir de ésta… si es que sale.