La destacada periodista ha tenido una intensa actividad televisiva desde que llegó a La Red. A pesar de no estar cómoda ni acostumbrada a este medio, ha ido ganando training con el correr de los programas, lo que ha terminado con un notable desempeño como conductora reemplazante de “Mentiras Verdaderas”, mientras Eduardo Fuentes tomaba unas vacaciones.
“La televisión no es lo mío” es una frase que, de acuerdo a lo señalado en un reciente artículo de Publimetro, suele decir Mónica González. La destacada Premio Nacional de Periodismo, que ha desarrollado toda su carrera en el ámbito escrito y en la investigación de cocción lenta y largo aliento, ha tenido una intensa actividad televisiva desde que llegó a La Red para ser parte del panel de “Pauta Libre”, y posteriormente hacerse cargo del programa de entrevistas “Poder y Verdad”. Desafío no menor para una persona de más de 70 años de edad, que hace poco había renunciado a la dirección de CIPER por problemas de salud, es decir, alguien que con todo derecho se estaba aprestando a disfrutar de una merecida jubilación.
Lo anterior se notó en sus primeros programas: ritmo televisivo muy lento, ochentero, muy Marina de Navasal en «Almorzando en el Trece»; problemas para moderar paneles televisivos; preguntas extremadamente largas y mucha tendencia a “comerse la pelota y no soltarla nunca”. Resultaba notoria la diferencia en “Pauta Libre” cuando conducía Mónica González respecto a cuándo lo hacían periodistas con mayor training televisivo como José Antonio Neme, Mirna Schindler y Paula Molina. Su participación, junto con Alejandra Matus y un notoriamente envejecido Santiago Pavlovic en los debates de primarias de La Red fue criticada en redes sociales por su ritmo fome y lento y sus preguntas de casi cinco minutos.
Hablar frente a las cámaras no es cosa fácil para los que no están acostumbrados. Leí a Nicolás Copano que, en la época en que hacía su programa on line «Demasiado Tarde», intentó en varias ocasiones invitar a intelectuales y académicos potentes, pero que muchos de ellos “se chupaban enteros» en presencia de cámaras. Ser periodista de TV es todo un cuento. Quizás Mónica Rincón, Mónica Pérez, Soledad Onetto, Julia Vial y Cony Santa María no tengan el nivel de rigurosidad y preparación de Mónica González y Alejandra Matus, pero a cambio lucen un oficio televisivo adquirido en años de circo. Julia Vial, cuyos comienzos se dieron en el subvalorado rubro del periodismo de farándula, tuvo un notable desempeño primero como interrogadora en dupla con González en el debate Orrego-Oliva, y después como moderadora en los dos debates de primarias.
Sospecho que la dirección de La Red se dio cuenta de esto y decidió astutamente facilitarle las cosas a Mónica González: la rodearon de colegas con mayor manejo televisivo; le dieron un programa como “Poder y Verdad” con un formato estilo “La Belleza de Pensar” donde podía estar más a sus anchas; quizás optaron intencionadamente por un formato de debates donde prevalecieran los diálogos y preguntas largas, para diferenciarse del habitual estilo “Pasapalabra” de los diálogos de siempre; y le dieron oportunidades para que se “fogueara” en las lides televisivas. La más desafiante hasta ahora ha sido la conducción de “Mentiras Verdaderas” por dos semanas debido a las vacaciones del conductor titular Eduardo Fuentes. En este reemplazo se pudo ver a una Mónica más relajada, cómoda, atreviéndose incluso a hacer menciones comerciales, y completamente posicionada en su rol. Quizás la notable imitación que le hizo Stefan Kramer hace algunas semanas permitió que se soltara.
Todo esto lo ha logrado manteniendo la impronta de seriedad y rigurosidad que le da su destacada carrera periodística. Se nota que la profesional impone respeto y quizás hasta temor por presencia a la hora de entrevistar. Claramente la ausencia de Joaquín Lavín (que además no fue a “Poder y Verdad”) y Sebastián Sichel del debate de primarias de Chile Vamos se explica por el temor de enfrentar las preguntas de la dupla González-Matus. Personajes que en otras instancias se muestran desenvueltos, insolentes y verborreicos parecen “achunchanse” ante su presencia. Las veces en que ha compartido panel con ella, Pamela Jiles no actúa con el desparpajo habitual, y de hecho tampoco apareció en “Poder y Verdad”; la generalmente desafiante convencional Teresa Marinovic se notó disminuida y titubeante cuando fue entrevistada vía Zoom por Mónica en “Mentiras Verdaderas”; en los dos jueves que coincidieron, Mirko Macari se notó nervioso y exigido, como si estuviera en un examen de grado. Había una química extraña, un ambiente tenso entre ellos, como si no se soportaran (y parece que es así). En todo caso, y quizás por eso mismo, creo que ambos forman una dupla interesante para mantenerla en el tiempo: un diálogo entre dos periodistas de estilos totalmente diferentes, periodismo de investigación (Mónica) vs periodismo de análisis con referencias a la cultura pop (Mirko).
La “ninja” Alejandra Matus, la misma que tuvo caminando en círculos a La Moneda con sus reportes vía Twitter sobre la pandemia, está viviendo una situación similar, aunque a diferencia de Mónica la mayor parte de sus intervenciones televisivas han sido vía Zoom desde su departamento en Nueva York, por lo que no ha desarrollado todavía tanto training televisivo. Aún se le nota algo incómoda y con poco carisma frente a las cámaras, y en los debates pagó el noviciado. Habrá que esperar si es capaz de desarrollar mayor oficio televisivo con el correr de los programas, y creo que La Red, un canal donde no hay psicosis por el rating y se le da tiempo a las nuevas apuestas televisivas, es el lugar propicio para ello. Si La Red insiste con nuevos debates, insistiría con Mónica y Alejandra, pero invitaría a alguien con más oficio y ritmo televisivo a su lado, como la misma Julia Vial o Yasna Lewin, periodista proveniente del mundo radial y académico que parece haberse adaptado con gran rapidez al medio televisivo.
Creo que Mónica González despunta para ser una de las revelaciones televisivas del año, lo que en principio resulta paradójico pues la condición de “revelación” se suele asociar a gente joven que recién está empezando. Desde la fallecida Raquel Correa la TV chilena no tenía una entrevistadora política tan potente como Mónica González. Más allá de sus habilidades frente a las cámaras, su sola presencia constituye un hito importante, y la de Alejandra Matus también. Son dos bestias del periodismo de investigación que entraron muy tarde en sus carreras a un rubro de su profesión al que no estaban acostumbradas y que les exige desarrollar rápidamente otras cualidades. Mónica ha avanzado mucho en ello, y aún tiene mucho margen de mejora.