Genaro está más celoso que nunca. Está convencido de que Ema tiene un amante y sus sospechas no están muy lejos de la realidad: Ema no pudo resistir su amor por el camionero, y no solo se besó con Antonio, sino que además la pareja decidió pasar la tarde juntos y no preocuparse por nada más.
Después de que la madre de Amparito no contestara las llamadas de su marido, Genaro se propuso ir a buscarla y confirmar sus sospechas de una vez por todas. Su sorpresa fue mayor cuando descubrió que Ema no estaba en el hogar. Enfurecido encaró a Noemí, la nana de la casa, y la amenazó con despedirla sino le contaba el paradero de su mujer.
Y aunque ella le aseguró que no sabía nada, Genaro no escuchó los ruegos y el llanto de Noemí y cumplió su palabra: la despidió y la echó de la casa de los Echeverría-Kaulen.
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