Al día siguiente de ser rescatado de la Mina San José, el minero Edison Peña se manifestó indignado por el hecho de que se comparara su odisea con un “reality show”. Llegó a decir que le gustaría ver qué si algún “chico reality” sería capaz de aguantar 700 metros bajo tierra durante dos meses con poco y nada que comer, en condiciones inhumanas y con el alma en un hilo ante la posibilidad de que la mina se desplome en cualquier momento.
La verdad es que resultaba hasta automático el relacionar a los 33 con el concepto de “reality show”. Es más, me cuesta imaginar un reality más “reality” que éste. Ni el mejor equipo de guionistas habría llegado siquiera a acercarse a los niveles de realismo, emoción y dramatismo vividos en las cercanías de Copiapó. Aparte de las connotaciones por todos conocidas, lo de los 33 de Atacama se ha transformado en “la madre de todos los realities”, lo más cercano que se ha conocido a la fecha a la película “The Truman Show”.
Sin perjuicio de lo anterior, entiendo la queja del “minero maratonista”. Y es que, al lado de la epopeya minera, los “shows de realidad” televisivos quedan como una ridícula parodia. Con una mano en el corazón, ¿alguien podría tomar en serio “Pelotón” después de esto? Al lado de los 33, el reality militar de TVN parece un inocente campamento de verano. ¿Se imaginan al Kike Acuña adentro de la mina? ¿A Kenita Larraín (¡una mina peligrosa dentro de otra!) con su mascota? ¿A O’Ryan (que se las quiso dar de “sensei de artes marciales” y viajó a Japón para ser felpeado sin misericordia por karatecas de verdad)? ¿Habrían aguantado Marisela Santibañez, el Coca Mendoza, Alvaro Ballero, Edmundo Varas, Gonzalo Egas y otros próceres de la telerrealidad chilensis? La respuesta es obvia: esta mezcla de famosillos venidos a menos y de ilustres desconocidos hambrientos de fama y dinero no habría resistido ni cinco segundos ante la cruda y verdadera realidad.
Creo que hacer realities después de los 33 va a ser tan difícil como hacer imitaciones después de Stefan Kramer. Muy a su pesar, los mineros le dejaron la vara altísima a Quesille, Nakasone y a todos los “genios” de la telerrealidad. Ahora se vienen dos realities supuestamente impactantes, ambos encabezados por la bella e inteligente Tonka Tomicic: “Fear Factor”, basado en pruebas terroríficas, y otro centrado en el tema del fin del mundo. Van a tener que esforzarse de verdad en crear algo que cause susto de verdad. Tienen un tremendo desafío: generar una realidad inventada que supere a la realidad cruda de los mineros de Atacama. Si no lo logran, les va a pasar lo de “El Juego del Miedo”, el sonoro fracaso de Carlos Pinto y Nicolás Quesille que solamente logró aterrorizar a los ejecutivos de TVN por los bajos índices de rating.