La polémica por la supuesta resistencia a la llegada de Juan Manuel Astorga al noticiero central de TVN puso de relieve un interesante dilema en el mundo periodístico. ¿Se pueden ejercer labores periodísticas sin tener el correspondiente título profesional?
En medio de una crisis mayúscula, con rating por los suelos y despidos masivos, un nuevo conflicto se estaría suscitando en TVN. Con el fin de refrescar “24 Horas Central”, se habría propuesto a Juan Manuel Astorga para ocupar la conducción haciendo dupla con Mónica Pérez. Sin embargo, ella y otros colegas habrían manifestado sus reparos a esta decisión, entre otras razones, por el hecho de que Astorga no posee el título profesional de periodista. Ello ha suscitado un debate sumamente interesante respecto a la necesidad de poseer ese título para ejercer el periodismo.
Se puede decir que en Chile coexisten dos tipos de periodistas: los «profesionales», es decir, aquellos que tienen título profesional universitario de periodistas; y los «de oficio», que no poseen título pero que ejercen labores de periodista y aprendieron las habilidades necesarias con la experiencia. Hasta cierto punto, se entiende la reticencia de algunos «profesionales» a que gente «de oficio» ocupe puestos de trabajo que consideran que deberían estar reservados para ellos. Hay demasiadas escuelas de periodismo, se titulan demasiados periodistas cada año, hay muy pocos puestos de trabajo y muchos de los que hicieron el esfuerzo de terminar la carrera y sacar su título están cesantes o trabajando en otros rubros. En esas condiciones, que un supuesto «advenedizo» ocupe un puesto de trabajo de periodista les resulta obviamente enojoso. Por otra parte, cabe cuestionarse el sentido de quemarse las pestañas durante 5 años para obtener un título si alguien que no lo posee puede hacer el trabajo tan bien o incluso mejor.
La transformación del periodismo en una carrera universitaria en Chile es de data relativamente reciente. Hasta antes de eso, los periodistas solamente se formaban en el rigor del oficio y la experiencia. Así surgieron grandes exponentes y maestros como Julio Martínez, Sergio Livingstone, José María Navasal, Mario Gómez López y otros. Actualmente los «profesionales» se forman tras un régimen de cuatro o cinco años de estudios, el cual ha sido cuestionado por innecesario por muchos connotados profesionales titulados.
No pocos se cuestionan si periodismo “da el ancho” como carrera universitaria. Un conocido periodista deportivo con quien mantuve contacto vía Messenger me dijo una frase que me quedó dando vueltas: “el periodismo es un oficio con ínfulas de profesión”. En una entrevista con Cristian Warnken en “La Belleza del Pensar”, Fernando Villegas, uno que ejerce labores periodísticas sin el título de tal, fue particularmente crítico al respecto: “Desde luego pensaba y sigo pensando que (el periodismo) no es una profesión. No tiene la “tekné”, no hay un cuerpo teórico o práctico tecnológico específico de conocimientos asociados a la práctica periodística como lo hay en otras ciencias. En ingeniería tienes que tener un saber matemático, físico, etc. En medicina tienes que tener un saber biológico o anatómico. En periodismo no hay ningún saber específico. Si uno quiere comprobarlo, basta con examinar los currículum de las escuelas que aparentemente entregan esa profesión y te vas a dar cuenta que son completamente gratuitos, que muchas veces es una cuestión de membretes, de nombres, que detrás de eso no hay mucha sustancia, que es una cosa bastante insustancial”.
Muchos periodistas argumentan “¿Aceptaría atenderse con alguien sin título de médico?” o “¿Aceptaría ser defendido en un tribunal por alguien sin título de abogado?”. Aquí hay un tema. Para desempeñarse como médico, abogado, ingeniero, etc. se requiere una formación básica que difícilmente se puede obtener de manera autodidacta o a base de pura experiencia. Sin embargo, pasa algo distinto con rubros como el periodismo, la docencia (al menos a nivel superior) y la actuación. En ellos, existen muchos casos de personas que, sin tener título universitario, y en ocasiones sin tener siquiera educación superior formal, han sido capaces de asumir dichas labores y cumplirlas de forma satisfactoria y en ocasiones hasta destacada. En la actuación, existen casos de grandes actrices como Ana González y Carolina Arregui sin estudios formales de teatro. Son muchos los ingenieros, médicos, abogados, odontólogos, etc que ejercen docencia de gran nivel (y por cierto hay otros que son un desastre). En una entrevista en “Humanamente Hablando”, le escuché a Julio César Rodríguez una cosa como esta: si a un médico veterinario se le encomienda una labor periodística como escribir un artículo, está potencialmente en condiciones de hacer un trabajo de nivel comparable e incluso superior al de muchos periodistas titulados; pero si a un periodista se le encomienda extirparle un cálculo a una yegua, simplemente no puede.
Campean ejemplos de periodistas «de oficio» de destacada labor:
- El conductor de “Radiograma” de Radio Bio-Bio Tomás Mosciatti es abogado, y sin embargo es uno de periodistas más respetados y comentaristas más temidos de Chile.
- Juan Cristóbal Guarello no terminó la carrera, según sus propias palabras porque no aceptaba ser examinado por un grupo de profesores “que no sabían hablar”. Actualmente es uno de los periodistas deportivos más respetados del país.
- Nicolás Vergara era originalmente vendedor de seguros, y llegó al periodismo de actualidad de la mano de Fernando Paulsen. Condujo noticiarios, preguntó en debates presidenciales y llegó a ser Director de Prensa de Canal 13.
- El recientemente fallecido Eduardo Bonvallet, un ex-futbolista sin estudios superiores, remeció el periodismo deportivo (y más que eso) con su polémico estilo. Puede gustar o no lo que hizo o dijo, pero fue claramente influyente.
- El mismísimo Don Francisco, que tiene estudios de sastrería, ha desarrollado labores periodísticas de manera notable, como entrevistas a presidentes y candidatos a la presidencia de Estados Unidos. Este año, en su segmento “¿Qué le pasa a Chile?” en Teletrece le dio cancha, tiro y lado a todo el medio con sus entrevistas a Ricardo Lagos, Sebastián Piñera y Michelle Bachelet.
- En Argentina, el periodismo es un oficio, y grandes exponentes como Marcelo Longobardi, Alfredo Leuco, el fallecido Pepe Eliaschev, Luis Majul y Jorge Lanata se han formado en el crisol de la experiencia. En el caso de Lanata, sin tener estudios superiores formales, es considerado el “Lionel Messi” del periodismo argentino: ha fundado medios importantes, ha realizado documentales y es capaz de romper records de sintonía y poner de cabeza a los poderosos de turno con sus comentarios y reportajes en radio y televisión.
En el caso particular de Juan Manuel Astorga, estamos ante un periodista «de oficio» formado bajo el alero del fallecido Ricarte Soto, y que actualmente cumple una labor destacada en programas como “Vía Pública” o “El Informante”, ambos de mucha mayor exigencia periodística que un noticiario. Por otra parte, está lejos de ser un aparecido en la lectura de noticias, pues cumplió esa labor anteriormente en “El Pulso” del Canal Rock & Pop y en “Meganoticias”.llegando incluso a participar en debates presidenciales. No estamos ante un locutor de gran dicción pero que no entiende nada de lo que está leyendo ni es capaz de analizarlo más allá de la lectura de un prompter; ni ante una Raquel Argandoña en los años 80 a la que ponían en los noticieros para mostrar peinados. Se trata de un tipo con años de circo, una credibilidad bien ganada y que puede aspirar con toda legitimidad a ser conductor del noticiero central de TVN.
Aparte de Astorga, existen otros “periodistas de oficio” jóvenes que han tenido un desempeño destacado: Rayén Araya, que conduce noticiarios y realiza comentarios en Radio Bio-Bio a la par con los hermanos Mosciatti; y Nicolás Copano, que ganó respeto por su labor en “Vigilantes” y realiza interesantes labores periodísticas en su portal MQLTV y en “Hashtag” de Radio La Clave.
Creo que, a la larga, los que se tienen que quedar con los puestos son los más capaces, independiente de sus credenciales académicas. En un mundo donde renegados académicos como Bill Gates, Steve Jobs o Mark Zuckerberg lograron cambiar al mundo, despreciar y ningunear de buenas a primeras a los capaces sin título es una muy mala idea. Al final, en la cancha se ven los gallos. Los hechos parecen indicar que los dos tipos de periodistas son igualmente válidos, y que no parece existir una ventaja comparativa importante entre tener el título y no tenerlo. Así, el gran desafío de las escuelas de periodismo es proporcionarle a sus estudiantes esa ventaja comparativa, para que el tener título de periodista sea efectivamente un «plus» respecto a sus colegas «de oficio».