El guionista de “Marparaíso” y “Dama y Obrero” conversó en el podcast de Spotify, «Impacto en el Rostro«, e hizo un repaso de su trayectoria en televisión y su visión crítica de las decisiones programáticas de los canales que afectan directamente a las teleseries.
¿Cuál era tu relación con las teleseries antes de ser parte de ellas?
Paradójicamente nunca fui muy telenovelero, ya que mis papas no veían teleseries. Ellos trabajaban muchísimo entonces llegaban a la casa de noche, cuando ya se habían acabado, por lo tanto, no era como una rutina familiar. Yo vi algunas teleseries cuando era más grande. En el año ’87, por un asunto del trabajo de mi papá, nos fuimos a vivir a Punta Arenas y recuerdo que en esa época solamente se veía TVN. Éste no era un canal que nosotros viéramos porque era “del gobierno”, entonces le teníamos un poco “hecha la cruz”, pero como no había nada más que ver, me acuerdo de haber visto “Mi nombre es Lara”. Recuerdo haberme quedado enganchado con esta historia. Después, cuando volvimos a Santiago, empecé a ver teleseries de forma regular. Hubo teleseries de Canal 13 que me encantaron, como “Villa Nápoli” y de TVN “Trampas y Caretas” y “Jaque Mate” que, a pesar de no irle muy bien, a mí en lo personal me encantó. De todas formas, mi relación con las telenovelas fue bastante acotada.
Varias de las teleseries que mencionaste eran originales de Brasil…
Claro, de hecho, unas de las razones que permitió que el canal se interesara en mí, un cabro chico absolutamente desconocido, era que, pocos días antes se había terminado el contrato que Canal 13 tenía con la red “O Globo”, en donde ellos le entregaban guiones originales. Entonces, se vieron en la encrucijada de tener que buscar por sí mismos un libreto para hacer una teleserie o no iban poder salir al aire. Yo siempre he pensado que mi carrera se la debo a esa cancelación de contrato.
Mucho se ha hablado de la época dorada de las teleseries chilenas, de aquellas que tenían un gran elenco, gran presupuesto, locaciones fuera de Santiago y que hasta el día de hoy son recordadas con tanto cariño por buena parte del público. Si tú tuvieras que definir esta época, ¿como lo harías? ¿Qué características tenían estas teleseries que las hicieron tan especiales?
Es una pregunta fascinante, por un lado, pero súper difícil de contestar por otro. Es una pregunta que tiene muchas capas. Voy a irme por lo más evidente, las teleseries de esa época estaban hechas por gente que amaba profundamente la televisión. No estoy pensando solamente en los directores y productores, sino que también en los directores de programación de la época. El respeto por la audiencia y el producto que estaba en el aire, fuera bueno, malo, exitoso o un fracaso, era enorme. La diferencia que veo yo hoy en día es que los directores de programación son gente que viene de otros mundos. Se da el caso que el director de programación de un canal “X”, hace dos años atrás, estaba trabajando en el retail y su expertise era vender hornos microondas o refrigeradores y con ese mismo criterio vienen a administrar en pantalla las teleseries. Entonces la consecuencia directa de eso es que un escritor escribe un capítulo de una hora, pero sale al aire veinticinco minutos y de un capítulo hacen tres. Cualquier persona que sabe un mínimo de televisión o de estructura televisiva sabe que eso es el peor atentado que le puedes hacer a una historia. Por otro lado, si los viernes quizás baja un poco la audiencia, la sacan del aire. O los jueves la gente carretea más tarde entonces lo damos a las 8:45 en vez de las 8. Entonces se empiezan a desvirtuar los horarios televisivos, la consigna es «después de tele13» o «después de Lugares que hablan», etc, pero tú no sabes a qué hora terminan estos programas, por lo tanto, hay que salir como a la caza del producto. Todo esto lo único que ha hecho es generar una desvinculación terrible de la audiencia con su público, pero la gente en Chile, Latinoamérica o el mundo sigue amando las telenovelas. Lo que pasa es que cada día es más difícil ver una en la televisión abierta. Eso es lo que genera esta nostalgia que no es otra cosa más que un respeto que la gente sentía por los canales y hoy en día la gente se siente estafada por ellos.
¿Por qué crees que son tan importantes las teleseries? ¿Crees que son un reflejo de nuestra sociedad?
Una teleserie debiera ser siempre el espejo de la sociedad que la produce. Es decir, tú podrías viajar a un lugar que no conoces, ver una teleserie producida ahí y de alguna manera entender la o las dinámicas de vida de ese país. Así de importante son. Son una novela popular. Y bien manejadas y tratadas pueden ser fundamentales para el desarrollo de ese país. De hecho, lo fueron para la época del regreso de la democracia de Chile. Toda esa época de TVN de los 90, que fue una época gloriosa para ese canal, donde se pasearon por Chile, nos mostraron el sur, el norte, nuestra historia, nuestras etnias, nos mostraron Isla de Pascua, que era un territorio absolutamente desconocido y lejano para la gran mayoría de los chilenos. Fue un periodo fundamental para la reconstrucción y reconocimiento de Chile. Y eso se vio a través de ellas. Por lo tanto, bien usadas, administradas y realizadas con el respeto y la inteligencia que se merecen, las teleseries pueden ser poderosísimas para generar cambios o conciencia en la audiencia.
Muchas teleseries chilenas han triunfado en el extranjero. Unas vendidas íntegramente y otras han sido adaptadas. ¿Cuál crees tú que es la imagen de las teleseries chilenas en el extranjero?
Chile goza de un prestigio enorme en el extranjero debido a sus telenovelas. Yo pienso que es un orgullo que los chilenos no saben o valoran, o la misma industria no se ha encargado de contarles a los chilenos lo respetados que son sus productos audiovisuales afuera. Cuando llegué a vivir a Estados Unidos, una persona de la industria de acá me dijo que nos sentía una sana envidia, porque en Chile se ha hecho teleseries de todo; pedofilia, asesinos en serie, fantasmas, vampiros, de absolutamente todo lo que se les pueda ocurrir y nunca nadie le ha puesto un freno o censura. Y ahí me empecé a dar cuenta que era cierto. Entonces, la gente tampoco sabe que los libretos o guiones chilenos de teleseries famosas chilenas han dado la vuelta al mundo y más de una vez. Eso es un motivo de orgullo no celebrado en Chile. No se le ha dado la importancia que la industria audiovisual chilena ha tenido y está teniendo a nivel internacional.
En esos años existía la denominada guerra de teleseries, en donde Canal 13 y TVN se enfrentaban para conseguir el dominio de la sintonía. ¿Eras de informarte de lo que hacía la competencia?
En ese momento no se sabia mucho de lo que hacían los otros canales. Era todo bastante hermético. Yo me acuerdo que “Amor a Domicilio” competía con “Juegos de Fuego” y lo único que se sabía era que tenía escenas de alto contenido erótico, que Alejandra Fosalba se duchaba en unas escenas, y eso me generaba un susto enorme. Yo pensaba, ¡ellos van a arrasar porque la gente va a querer ver a Alejandra Fosalba duchándose porque es estupenda y guapísima! A raíz de todo esto nosotros salimos al aire dos semanas antes de “Juegos de fuego” a competir con el final de “Estúpido Cupido”. Nosotros perdimos en el rating durante esas dos semanas, y por bastante. Pero todo estaba tan planificado, ya que en el inicio de la tercera semana, en el capítulo 11, se inauguraba la pizzería. Entonces Canal 13 decidió dar por perdidas esas dos semanas para ir calentando motores; para luego dar un resumen el domingo, justo antes de comenzar la verdadera guerra entre ambas apuestas. Finalmente, este resumen obtuvo un gran rating y eso nos permitió liderar el semestre.
¿Le tuviste miedo a “Borrón y cuenta nueva” cuando escribías “Marparaíso”?
Yo recuerdo que para “Marparaíso” estaba aterrado, era una apuesta demasiado fuerte porque era un thriller. Hoy en día estamos llenos de thrillers y no genera ningún tipo de suspicacia ni de duda ver uno, de hecho, les va muy bien en general. Por TV Chile vi un compacto de “Borrón y Cuenta Nueva” y recuerdo que casi me morí porque me encantó. Recuerdo que la historia se trataba de unos ovnis en el Valle de Elqui y había una monja, o novicia, y unos años antes estuvo “Estúpido Cupido” al aire que arrasó. Pensé que TVN se la está jugando el todo por el todo y está poniendo pedacitos de todas sus teleseries exitosas y le está agregando esta historia de ovnis, además, que es algo que no se había visto nunca. En cambio, yo estaba contando una historia de asesinatos y de un psicópata con un ojo distinto al otro. “Esto es terrible”, pensé. Yo al día siguiente viajaba a Chile para estar allá en el estreno de “Marparaíso”. Te juro que todos esos días previos yo me sentía agónico y no sabía cómo podía hablar. Nunca más me volvió a pasar porque me sentí tan ridículo sintiéndome así y me di cuenta de que era una estupidez. Si te va mal, te va mal. De hecho, al año y medio siguiente me fue súper mal con “Sabor a Ti”, a pesar de que fue una de las teleseries que mas me gustó en su realización. Pero ya cuando vino ese fracaso pude soportarlo súper entero, sin que me afectara a nivel de la escritura.
En el año 2010 te cambias a TVN en donde escribes “La Familia del lado”, teleserie que pudiste adaptar al extranjero tiempo después. ¿Sientes que hay una cierta ventaja para un escritor adaptar un trabajo ya realizado?
Fíjate que yo ya había hecho eso antes con “Marparaiso”, que fue comprada por TV-Azteca en México. Yo trabajaba para ese canal cuando compraron el guión y me pidieron que yo me “adaptara a mí mismo” y la teleserie se llamó “Marea Brava”. Y en ese momento fue un ejercicio súper fascinante porque, a raíz del tiempo que había transcurrido desde que la hice, pude darme cuenta que había funcionado y que no. Ahí pude quitar todo lo que no había funcionado y agregar cosas nuevas. Ése fue un ejercicio fascinante, como de auto-taller por decirlo de alguna manera. Y ese ejercicio lo tuve muy presente a la hora de hacer “La Casa de al Lado” para Telemundo, que además, fue la razón por la que me trajeron a Miami y me termine quedando a vivir acá. La diferencia con la adaptación de “La Familia de al Lado” es que fue una teleserie que casi no tuve que tocar en los libretos originales porque, yo te diría, que fue la teleserie que mejor me quedo escrita de todas. Cuando la escribí, por alguna razón, estaba hiperconcentrado, no me sobró nada, tenía muy pocos personajes y la historia quedó bien “cuajada” desde el inicio”. “La casa de al lado” debía tener 150 capítulos y “La familia de al lado” tenía 70 capítulos escritos. Por lo tanto, decidí no tocar la primera parte que había escrito en Chile e inventar una segunda etapa a partir de esa primera. Y esto fue muy difícil. O sea, hubiese preferido que Telemundo me hubiese contratado para escribir otra historia de cero. Sin embargo, siento que es uno de los procesos en donde mas he aprendido, porque tuve que ser muy crítico con el escritor de “La Familia de al Lado”, que era yo mismo, y cuestionar las decisiones que ese escritor tomó para escribir ciertas cosas para poder mejorarlas en la segunda versión.
En el año 2012 escribes «Dama y Obrero», la segunda teleserie de las 14:00, ¿tuviste algún miedo al cambiarte de horario?
¡No, para nada! De hecho, yo estaba fascinado con ese horario porque en ese tiempo yo ya había hecho teleseries para México y ese país es la cuna del melodrama. Yo amo el melodrama. Yo sé que a mucha gente le da vergüenza, incluidos muchos ejecutivos de la televisión. “Dama y Obrero” era una teleserie que yo había presentado en Canal 13 diez años antes, y uno de los argumentos para no hacerse en ese tiempo fue que era muy “chula”, que a nadie le interesaba en Chile el melodrama. Fue muy frustrante para mí, porque me estaba dando cuenta que nos estábamos poniendo muy esnob y, si hay algo que yo detesto en la vida es el esnobismo. Entonces esa teleserie quedó guardada y cuando yo estaba trabajando con la Quena Rencoret terminando “La Familia de al Lado”, me preguntó si yo tenía alguna historia que ofrecerles y me acordé de “Dama y Obrero” y se la pase. Ahí ella me comentó que querían inaugurar un horario a las tres de la tarde y que querían contar conmigo. ¡Y yo estaba dichoso! Yo estaba en mi salsa y creo que se notó. Fue súper gozoso escribirla, además una teleserie que fue de menos a más y que terminó siendo un pequeño fenómeno en su minuto. Lo pasé increíble haciendo esa teleserie y quedé feliz con el resultado.
En teleseries, ¿hay algún tema que sientes que se haya quedado en el tintero?
Me gustaría ver más historias LGBT. Se ha visto poco, pero ha habido algunos casos maravillosos. Yo me acuerdo de una historia preciosa de una teleserie chilena que se llamaba “Puertas Adentro” donde José Soza y Lucho Alarcón hacían una pareja de hombres de clase popular. Era una historia bellísima. En ese mismo año también, en la competencia, en «Machos», Felipe Braun hizo un personaje gay que fue súper emblemático, que mucha gente criticó, que por qué nunca se le vio el novio. Eso lo decimos hoy, en estos años, pero hacer eso en esa época era impensado. Entonces fue un cambio enorme. En fin, a mí me gustaría ver nuevas historias LGBT. No desde el drama. No desde el hecho que ser gay o lesbiana sea el conflicto, sino que simplemente sea un rasgo más del personaje. Además de eso, me gustaría ver política en las teleseries. En Telemundo hace un par de años atrás había una teleserie que se llamó “Bajo el Mismo Cielo”, y trataba de un inmigrante mexicano ilegal. Ése era el tema de la teleserie del momento, porque cuando salió la teleserie, Trump estaba asumiendo recién y tenía todo su discurso xenófobo en contra de México, de la construcción del muro gigantesco que dividiría los dos países. La teleserie se hizo cargo de eso y hablaba de Trump. Y resultó ser un exitazo.
¿Te gustaría volver a escribir teleseries para Chile?
Me fascinaría, pero en estos momentos no le veo posibilidad. He tenido acercamientos de algunos canales chilenos, pero yo tengo algunas exigencias que no están dispuestas a ser aceptadas, que tienen relación con el respeto al producto. Por ejemplo, yo no aceptaría que me cortaran el capítulo en tres. Y eso en este momento es imposible. Yo no aceptaría que me quitaran días de emisión a la semana, tampoco aceptaría que si el canal va a emitir 140 capítulos al aire y yo he escrito 70 me paguen 70. En todos los países del mundo se paga por capítulos emitidos y no por capítulos escritos. Creo que lo pasaría muy mal y sería un cacho para un canal y un área dramática en este momento porque no estaría dispuesto a transar en esas cosas. En ese sentido soy consecuente y no trabajo con las cosas que no estoy de acuerdo.
¿Qué te gustaría decirle a la audiencia?
Yo creo que la audiencia debiera ser muy crítica con sus teleseries y exigir ese respeto por ellas. A mí me parece que la gente esta siendo súper clara. La única manera que la gente tiene de manifestarse con las teleseries es dejando de verlas. Y si la gente no las está viendo, no es porque la teleserie como género no funcione, es simplemente porque no les gusta como la están administrando en pantalla. Por lo tanto, sólo le puedo decir a la gente que exijan. Y si exigir es dejar de ver, pues dejen de ver hasta que algún ejecutivo entienda, sepa leer y les dé el respeto que siempre debió haberle dado y con toda certeza va a volver la audiencia. No me cabe la menor duda.