Este domingo en un nuevo capítulo de “De tú a tú”, Martín Cárcamo recibió en su casa al destacado cantante y animador José Alfredo Fuentes, con quien hizo un repaso de su carrera y de los momentos más importantes de su vida, entre ellos el acoso que vivió por parte de un cura cuando asistía al colegio.
Tras contar el cantante las dificultades que vivió en su infancia y del maltrato que recibió su madre por parte de su segundo marido, Fuentes recordó el incómodo momento que vivió mientras asistía a clases de gimnasia en el colegio Marista de Alonso de Ercilla.
José Alfredo Fuentes relató a Martín Cárcamo que «de chico me puse protector de mi mamá porque me sentía causante de este problema. Sentía que había celos (hacia mí) y me empecé a culpar yo. Eso me trajo trastornos físicos y sicológicos. Un día amanecí con una pierna encogida y no la podía estirar, era que mi cuerpo quería llamar la atención por algún lado”.
Ante estos problemas, el artista se fue de la casa de su mamá para ir a vivir con unos tíos, en lo que fue la mejor época de su infancia. “La tía Liliana y el tío Renato eran un matrimonio espectacular, eran todo lo que yo hubiera querido ver, llenos de amor y de ternura, y mis primos me querían mucho (…) No sentía la desesperación de no estar con mi vieja porque me daban todo”, señaló.
En el colegio, donde a José Alfredo le decían el “Chico Fuentes”, porque siempre fue y se vio menor, dice haberlo pasado muy bien y haber aprendido mucho. Sin embargo, recuerda una experiencia de acoso que sufrió de parte de un sacerdote. “Después de una clase de gimnasia él nos llamó con un compañero de apellido Cardemil para mostrarnos unos trabajos manuales en una cancha alejada. Cuando entramos a un lugar pequeñito, se tiró bruscamente a abrazarme, me tomó en brazos, era muy robusto. Me pegó unos mordiscones en la cara y las manos en el pantalón de gimnasia. Mi amigo Cardemil era más avispado, así que se subió a una escalera de tijera, agarró un cajón de madera y se lo tiró en la cabeza. Ahí me soltó y apreté cachete, me fui a mi casa corriendo, 15 o 20 cuadras, llorando”, recordó el intérprete.
Finalmente, pese a la indignación de su familia -especialmente de su hermano Iván, que incluso fue al colegio a golpear al sacerdote-, el caso quedó en nada. “Lo tiraron debajo de la alfombra, ahí no más quedó (…) Debo confesar que más allá del mal rato que sufrí no tuve problemas que me repercutieron de ninguna manera. Sólo eran unos señores que no debieron haber seguido el camino de educadores”, concluyó.