Este viernes se realizó la última jornada del Festival de Viña del Mar, que tuvo a Camilo, Laila Roth y Nicki Nicole como protagonistas.
Conductores: Noche tranquila para Martín Cárcamo y María Luisa Godoy. Su manejo en el show de Laila Roth demostraron que aprendieron de lo sucedido con Belén Mora.
Camilo: Notable puesta en escena, muy buenos músicos, y un intérprete descalzo y vestido como profesor de yoga. Camilo maneja al dedillo todos los códigos de la música comercial: canta razonablemente afinado, es carismático y encantador, la pareja que hace con Eva Luna no puede ser más amorosa y adorable, y tiene una identificación plena con su “tribu”. Que gente que no lo conoce o incluso lo desprecia se conozca todas sus canciones habla de un artista efectivo, una máquina de hacer hits. Son canciones agradables, buenrrolleras, ideales para fogata playera o para escucharlas acostado en una hamaca, que enganchan con el público. El yerno de Montaner es el Diego Torres del género urbano. Su reggaetón es el que podría escucharse en la Radio Armonía, el que los padres preferirían que sus hijos escucharan en vez de a Marcianeke: domesticado al extremo, de bajo octanaje, light, bajo en calorías, descafeinado y sin sellos. Camilo es un producto musical comercial muy bien diseñado, que se subió al carro del género urbano pero quitándole todo lo “tóxico” y “políticamente incorrecto” Merecida doble gaviota.
Laila Roth: Partió como avión, haciendo gala de simpatía, ingenio y honestidad, y evidenciando que se había documentado sobre Chile. Sin embargo, se mostró muy estática, nunca pudo soltarse, y poco a poco se fue diluyendo y enredando, contagiando a todos con su inseguridad y ansiedad. Se la devoraron los nervios antes que pudiera hacerlo el Monstruo. Fue como ese compañero de colegio mateo, simpático, tierno y preparado, pero inseguro a rabiar. Una cosa es la humildad, y otra muy distinta es la falta de personalidad y de capacidad para imponer condiciones. Le faltó “malicia”, Only Fans, baile del caño. Claramente es una comediante más para bares y escenarios cerrados que para shows masivos. Tuvo la fortuna de actuar ante un Monstruo ultra domesticado y ultra paciente. Si le hubiera tocado en la tercera o en la quinta jornada, se la devoran en 5 minutos. En una época de mujeres empoderadas, Laila claramente desentonó. Al menos fue lo suficientemente clever para darse cuenta que la cosa no daba para más y optó por irse con la Gaviota de Plata y sin bis. Si querían traer un exponente del stand up argentino, había opciones mejores como Malena Pichot o Ezequiel Campa, que tienen más cancha y desplante.
Nicki Nicole: Nicki me pareció la más «de verdad» de las artistas teen que se presentaron en el Festival. Por algo tiene un Tiny Desk en el cuerpo (Karol G también tiene uno). Casi cero autotune, casi cero pistas de apoyo. Concierto de verdad, con músicos de verdad. Canta muy bien, es simpática y humilde y tiene letras que salen de la media del género urbano. Se llenó de colaboradores de la “Generación Dorada Urbana” chilena: Young Cister, Standly y Cris MJ. Ver a la gran Juanita Parra vacilando con todo la versión de «Todos Juntos» en clave de cumbia villera fue un momentazo. Si hubiera cantado “Pensamos”, aunque sea con la parte de Mon Laferte en pantalla, la rompe. Merecida doble gaviota y memorable cierre para este evento.
Notas aparte: Esta fue la noche “Winnie The Poo”. Puros artistas tiernuchos, y un Monstruo por las mismas.
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