El miércoles se llevó a cabo la cuarta noche del Festival de Viña del Mar 2023, en el que se presentaron Fito Páez, Rodrigo Villegas y Rels B.
Conductores: Martín Cárcamo y María Luisa Godoy anduvieron bien nuevamente. Sin mayores problemas. La jornada no se los puso.
Fito Páez: Sus casi seis décadas de vida se evidenciaron en la notoria baja de registro de su voz. Ya no llega a las notas más altas. Sin embargo, logra manejar bien ese caudal de voz. Un espectáculo sólido, con una banda de apoyo compuesta por músicos de verdad y un repertorio lleno de “sandías caladas” y clásicos del rock latino dieron vida a uno de los mejores shows del evento hasta ahora. A estas alturas Fito es un clásico, es una leyenda, pero a la vez es un artista plenamente vigente en el escenario actual de la industria musical, y que ha dado muestras de empatía y apertura de mente. Merecida doble gaviota.
Rodrigo Villegas: Al igual que en el 2017, Villegas fue una “máquina” sobre el escenario. Acertó en todos los aspectos en donde falló la Belenaza la noche anterior. Rutina contundente, rápida, vertiginosa, sin respiro, sin “paja molida”, llena de asertividad y apelando constantemente a la memoria colectiva. Hizo un hábil uso de apoyos multimedia, como en lo del anuncio de YouTube de Eduardo Fuentes que interrumpía el karaoke. La parte en la que, golpeando el micrófono, ilustró lo que se podía hacer en un minuto de intimidad, rozó la genialidad. Para más remate, Villegas tiene ángel, es humilde, simpático y sabe reírse de sí mismo, como en la parte de la selfie con la difunta Olivia Newton-John. Doble Gaviota más que merecida. Hizo colapsar el sitio web de la Academia de DJ. ¿Humor escatológico y de doble sentido? Si, y muy bien logrado. No nos hagamos los mojigatos. Hasta los sacrosantos Les Luthiers lo hacen ¿Es la reivindicación de Morandé con Compañía? Tal vez, pero el de los últimos tiempos, el de “El Muro”, que era un humor más sano y creativo. No el del humor revisteril y tóxico de la época dorada.
Rels B: Otra agradable sorpresa de esta edición. Esta especie de “hermano menor” de C Tangana contratado a último momento no fue el trapero duro y tóxico que muchos esperaban. Sorprendió con un show sobrio, sin cuerpo de baile, apoyado por músicos de verdad y una corista de miedo, y donde si hubo pistas de apoyo, se notaron muy poco. Rapea con gracia y canta afinado. Música agradable al oído, con líricas honestas. Tal como Paloma Mami y Emilia, actuó ante una Quinta repleta, o al menos con su poco público muy bien repartido. Una pena que le hayan dado en los hechos solamente media hora al final de una jornada, pero eso le bastó y sobró para marcar presencia y sacar su merecida doble gaviota. Hay que traerlo en dos o tres años más abriendo una jornada y con más tiempo para mostrar su arte.
Notas aparte: Después del flashback al pasado de la noche anterior, me dio gusto volver a la buena onda y al apañe de las dos primeras jornadas. Hasta ahora, y en contra de todos los pronósticos, la única noche difícil e incómoda fue la de los artistas “vintage”. El público centennial ha sido una taza de leche. Las salidas de madre corrieron por cuenta de Alejandro Fernández con su canción incitando al femicidio y su coqueteo a la modelo.
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