Problemas con el alcohol y el juego, contactos frecuentes con prostitutas, malgasto de millonarias sumas y, quizás lo peor de todo, maltratos constantes a su familia y mujeres. Así describe su conducta Jackie Chan en la autobiografía “Never grow up” (Nunca crezcas), que publica por estos días y que llevó al diario inglés Daily Mail a sentenciar en una reseña del libro que el famoso actor hongkonés de artes marciales es «un hombre terrible».
Lejos de los personajes amables, nobles e inocentes que suele interpretar, Chan reconoce en sus memorias que su comportamiento en la vida real ha estado lejos de ser ejemplar, y que la fama y el dinero lo marearon: pasó de crecer en una modesta familia en Hong Kong a ser el segundo actor mejor pagado del mundo, sólo superado por Robert Downey Jr. el año pasado. Acumula una fortuna de 350 millones de dólares.
El reconocimiento le llegó en 1978 con tres películas de gran éxito y desde ese momento perdió el control. «Hubo un año en que pagué más de dos millones de dólares en comidas para otros, e incluso regalaba extravagancias, como relojes, autos o chaquetas de cuero hechas a medida», cuenta en un pasaje de la publicación.
Sin embargo, en los episodios más oscuros del relato escribe acerca de malos tratos a las mujeres de su vida, e incluso confiesa que durante un momento de furia arrojó lejos a su bebé. También revela que solía acostarse continuamente con prostitutas y que conducía borracho todo el tiempo, al punto que una mañana estrelló un Porsche y esa misma noche chocó un Mercedes, entre muchos otros incidentes.
Realmente, más que un hombre terrible, casi un monstruo.