Habían sido muchas las pistas falsas que Chris Martin y compañía habían entregado de este disco. Lo primero que el universo pudo escuchar de él había sido la ambiental y un tanto difusa «Midnight», corte producido por el músico de dicho estilo, Jon Hopkins. De inmediato se alzaron todo tipo de voces, alienando opiniones quienes aplaudían o repudiaban el paso que parecía dar la banda de «Viva La Vida». Todo se comenzó a despejar cuando llegó a los oídos del público el primer single oficial del Sexto LP de los británicos. «Magic» era otro mundo, uno mucho más reconocible y amable al auditor general. Hacía recordar un tanto a bandas como Beach House y similares, y parecía un paso más lógico tras lo que había sido el lanzamiento antecesor a este, Mylo Xyloto.
La banda había declarado que originalmente, dicho trabajo iba a ser tal cuál este disco. Lo pomposo y sobreproducido del material queda como un aparente desacierto artístico, y bajo esa premisa es importante y comprensible entender también el abandono de dicho recurso. Éste es un trabajo mucho más integro, más pulcro e intimista que el anterior, pero a ratos peca de querer abarcar mucho y cambiar abruptamente las direcciones musicales y artísticas, casi como teniendo que recordar de repente que ellos son Coldplay, una banda con vocación de estadios. Es por eso que en tracks como «A Sky Full of Stars» se llega a meter incluso Avicii, DJ de moda, para producir una canción con evidente intención comercial.
¿Por qué se puede declarar ello tan tajantemente? Es cosa de escuchar el disco como un todo. Si bien dicha pista guarda algo del sello y la clave del resto de lo que aquí se emplea, el hecho de meter casi forzosamente al DJ de moda empleando lo único que los DJ mainstream parecen saber hacer -Un truco de sintetizador tras un coro, generando el ya predecible ambiente de «himno»- empaña un disco que tenía un ambiente mucho mejor logrado hasta la aparición de lo mencionado. Sin embargo, no por ello tampoco se puede derribar todo lo logrado con este disco. Coldplay a ratos explora sus facetas más antiguas y discutidas, como la época X&Y y Mylo Xyloto, pero les da otro sentido, una lectura mucho más intimista y que, con una producción más pulcra y menos sobrecargada, dan como resultado una mejora considerable, a la altura de los trabajos más completos de la banda, como A Rush of Blood to the Head o Viva La Vida. Quizá el concepto queda más al aire que en dichos trabajos, pero se logra un ambiente concreto al escucharlo.
Ni siquiera la aparición de alguien tan diferente estilísticamente como Timbaland en la producción empaña -hasta ese momento- Ghost Stories. No es un disco rupturista, de hecho parece muy nutrido de proyectos ambientales, pero también de más de discos y bandas Dream Pop. O sea, sigue un estilo determinado, no lo crea, pero le da su sello. Peca de ciertos momentos un tanto innecesarios o que pudieron haber sido de otra forma, pero se establece como algo creíble y disfrutable no sólo para los fans acérrimos de la banda.
Coldplay llega a nuevo puerto, y uno que parece tener más aceptación y consenso en casi todas las opiniones. Por allí dicen que tienen un estilo que hará que nunca pierdan su núcleo de fanáticos más apegados, debido a la clara vocación de estadios que tienen marcada desde el X&Y. Pero de todas formas, se agradecen orientaciones más jugadas en sus discos. Tras un disperso y mal enfocado «Mylo Xyloto», «Ghost Stories» llega para enrielar mejor el camino, con aciertos y defectos, pero también con un sello marcado y reconocible fácilmente. Eso de por sí es un mérito, y tan solo queda esperar que ello no los prive de seguir explorando más aristas estilísticas. Les hacía falta, y la tarea está cumplida acá.