George Clooney es guapo, millonario, vive en una lujosa villa italiana y está casado con la elegante abogada libanesa-británica, Amal Ramzi Clooney. Y ‘glamour’ es la palabra que podría resumir la vida de esta estrella cinematográfica. Sin embargo, el famoso actor es capaz de hacer las bromas más desagradables sin sonrojarse y ocultarlas en público, derribando por completo toda esa imagen.
Un reciente ejemplo, narrado por el mismo galán, tuvo como víctima al personal doméstico que ayuda a su familia en el cuidado de sus gemelos Alexander y Ella, de casi dos años. Lo confesó al visitar hace unos días el set del matinal “Good Morning America”, de la señal de televisión estadounidense ABC.
«Estaba grabando un anuncio publicitario en Italia y se me ocurrió agarrar un pañal limpio, llenarlo de chocolate y tirarlo a la basura. Cuando volví una hora más tarde estaba allí la mujer de la limpieza. Le dije que Amal quería saber si Alexander había hecho pipí o popó y, claro, la chica no entendía lo que le estaba preguntando. Así que para explicarle abrí la basura, saqué el pañal y empecé a restregármelo por la cara y a fingir que estaba comiéndome su contenido. La pobre mujer comenzó a gritar y salió de la habitación corriendo», relató Clooney en el programa.
Según dijo, su objetivo es transformar a sus hijos en cómplices de sus bromas pesadas. «Pienso enseñarles todos los mejores trucos», aseguró.
Encantador y atractivo, pero también divertido y escatológico. Un George Clooney de carne y hueso.