El destacado actor nacional fue uno de los últimos invitados en el podcast “Impacto en el Rostro” de Spotify, en donde analizó en profundidad sus personajes en teleseries.
A seis años de la transmisión de “Calera Del Sol”, producción que promedió 3,9 puntos y que se convirtió en la menos vista en la era del people meter, Gabriel Cañas contó detalles de su personaje y de cómo vivió la derrota.
¿Cuál era tu relación con las teleseries antes de “El Regreso”?
A las teleseries las amo profundamente. Encuentro que me llenaron de vida y de ganas de actuar. La verdad es que nunca vi muchas teleseries en mi vida. Vi “Oro verde”, “Estúpido cupido” “Amor a domicilio” y “Pampa Ilusión”. Cuando uno entra a estudiar teatro, inmediatamente, por la edad que uno tiene, por como uno piensa su carrera, su oficio, que uno piensa que va a cambiar el mundo haciendo teatro callejero, un montón de ideologías que están latentes en esa época, la teleserie se ve como de manera peyorativa, como casi como un arte menor. Y después de mucho tiempo de hacer teatro, me llegó la oportunidad de participar en una teleserie. Obviamente me generó mucha contradicción. Pensaba, “¿lo hago o no lo hago?, ¿me vendo al sistema o no? ¿De qué voy a hablar? ¿De qué se tratará? No quiero decir me he quedado ciego. O escuchar detrás de la puerta”. Me parecía todo tan burdo, tan superficial, (todo muy) obvio. Entré a “El Regreso” y me empecé a obsesionar con el formato. Empecé a entender que era el único lenguaje audiovisual auténticamente latinoamericano, que es un formato que es popular, que es nuestro, que es muy de cómo contamos las cosas. Es una plataforma tremendamente masiva. Entonces ese sueño que yo tenía cuando yo estudiaba teatro, de cambiar el mundo, de poner temas de conversación profundo en la gente que veía las obras, me encontré con el escenario ideal como para hacer ese ejercicio. Si te ve mucha gente en el teatro, te verán 500 personas por función, si ha sido un hitazo, mil personas por función. Y un capítulo de teleserie te puede ver 3 millones de personas o más. Entonces esa plataforma me pareció tremendamente desafiante como artista político, y me pareció tremendamente desafiante en el sentido de ser responsable con esos sueños que yo tenía en relación a mi oficio.
Luego fuiste parte de “Caleta Del Sol”, en donde interpretaste a Darío Jerez, “El Chungungo”. A esta teleserie no le fue bien en sintonía, ¿crees que era tan mala?
Fue histórico en lo mal que le fue… 3 puntos promedio… 3 puntitos de puro amor. No, ésta es una de las teleseries que mejor lo he pasado grabándola. Yo estaba, en ese tiempo, con mucho teatro y gira, (esta teleserie) se grababa en Chañaral de Aceituno, cerca de La Serena. Era un lugar donde te metías en una van 4×4 para llegar, como a cincuenta minutos desde La Serena. Fue muy agotador, muy extenuante. Grababa lunes y martes en Chañaral de Aceituno, el martes me iba a Temuco, por ejemplo, con «Mercury La Leyenda», volvía el jueves a Santiago y el domingo me iba a buscar una van para irme a Chañaral de Aceituno. Dormía ahí, era muy sacrificado, pero lo pasábamos… ¡Tenemos una cantidad de anécdotas! Buceábamos, hacíamos fogatas todas las noches después de grabar con la gente que vivía allá, o sea, realmente un panoramón. Era muy entretenido, yo amaba mi personaje, el Chungungo, lo pasaba súper bien haciéndolo, me encanta hacer comedia. Era una construcción súper compleja. Ahí me pasé por la raja todas las indicaciones como “no hueón, se el galán siempre, siempre debe verse bonito”, como todas las grandes leyes que hay en la tele, me las pasé por donde mejor me cupieron e hice lo que tenía ganas de hacer. Y levanté un estandarte de “yo hago como lo quiero hacer”. Eso tiene un valor. Sea bueno o malo, me paré en el macho con esa teleserie. Y hay gente que le gustó ese personaje, que lo amó y también otras personas me dijeron que estaba muy pasado, que no me creyeron nunca. Pero estoy muy feliz de haber hecho ese ejercicio.
En esta producción tenías de compañera a una llama, ¿cómo recuerdas el trabajo con este animal?
La dificultad más grande de actuar en cualquier lugar es con niños o con animales, porque se mandan solos. Y actuando, uno debe seguir ciertas estructuras para llegar a la luz, para llegar al tiro de cámara, no salirse del foco. Hay millones de reglas concretas, y cuando tienes un animal de esa envergadura las complicaciones son muchísimas. Y tenía varias opciones, una de ellas era enamorarme de Chewbacca, que en la teleserie se llamaba Lupita. Nos enamoramos profundamente. Me iba a buscar a la cabaña, yo siempre le daba zanahorias, le daba terroncitos de azúcar o lechuga, siempre me frotaba entero antes de partir grabando con zanahorias, o lechuga, cosa que me siguiera todo el rato, porque me sentía el olor, y nos amábamos profundamente. Y cuando se murió me llamó la dueña y me dijo que se le habían enredado los interiores y se había muerto… que se había comido algo. Así que, eternamente agradecido de ese amor que tuve.
Compartiste roles con Karla Melo, Silvana Salgueiro, Matías Assler… ¿Mucho carrete en la playa?
Caleta. Imagínate, todos chicos, todos buenos para tomar, todos buenos pa’ los pitos. (ríe) Pasábamos volados después de grabar. Fogatita, paseos. Mas encima que Chañaral de Aceituno queda en el paraíso del mundo. Es un lugar tremendamente hermoso, al lado de Punta de Choros. De verdad uno se ponía en el muellecito y veías los chorros de la respiración de las ballenas. Lleno de ballenas, de delfines, lleno de focas. Era el Edén del mar. No sé por qué pusieron la ballena falsa en el spot habiendo tantas ballenas. (ríe) Es lo más recordado de esa teleserie, esa ballena terrible del spot.