Me gusta «Star Wars». No sabría decir desde cuándo, pero supongo que desde el primer contacto que tuve con la saga. Y aunque no soy el tipo de fanático que está lleno de productos relacionados con las películas, soy fanático a mi manera; esto significa despertarme a las ocho y media de la mañana para entrar a la primera función del día del estreno de «Star Wars: El Despertar de la Fuerza» (Star Wars: The Force Awakens).
Tampoco he visto las películas decenas de veces al punto de sabérmelas de memoria, pero en la espera del Episodio VII, me las volví a repetir y sentí mucha alegría de poder entrar una vez más al mundo de «Star Wars» y encontrar en esta oportunidad detalles que no había visto antes, enriqueciendo la experiencia. Como les decía, soy fanático a mi modo: cuando salí de la primera función, me fui a otro cine para verla nuevamente. Por lo tanto escribo estas líneas habiendo visto ya dos veces El Despertar de la Fuerza.
¿Qué puedo decir entonces sobre la película, sin spoilearle la experiencia a nadie? Para empezar, respiremos aliviados, es una buena película. Se puede ver sin querer sacarse los ojos/matar a algún actor porque no está actuando/sentir vergüenza por los efectos/etc. Desde el minuto uno se siente ese espíritu aventurero que tenía la trilogía original, y nos enfocamos en una nueva protagonista, Rey (¡qué gran trabajo hace Daisy Ridley!), quien como antaño Anakin y Luke, está lejos de donde transcurre la acción, pero ésta llega a buscarla; está destinada a involucrarse y ser protagonista en un conflicto de dimensiones galácticas.
No es la idea contarles cómo se desarrolla la historia, pero sí el punto de partida nos lleva a los escenarios en que comienzan ambas trilogías: lo que viene después, nos sigue llevando sobre todo a la trilogía original, sin freno ni pudor. Y aunque la película es muy buena y todo parece funcionar, en algún momento se perdió el coraje de hacer algo distinto y en «El Despertar de la Fuerza» vemos la misma historia de la trilogía original condensada en una sola película: y pasamos de un nuevo «Help me, Obi-Wan Kenobi, you’re my only hope», a un Imperio que contraataca con fuerza para terminar con un duelo de sables entre el villano de la máscara de turno y «la nueva esperanza». Todos los elementos y todos los personajes cumplen el papel que esperábamos. Lo que significa que personajes importantes muertos son reemplazados por otros que cumplen su mismo rol (Maz Kanata reemplaza a Yoda), o personajes importantes vivos son reemplazados por otro que va a ocupar su mismo rol que tenía en la primera trilogía (Rey reemplaza a Leia). Hasta los planetas, sin ser los mismos, son repetidos (Jakku es idéntico a Tatooine). Quizás la mayor cuota de originalidad la aporta Finn, un stormtrooper que se rebela contra la sinistra Primera Orden, el enemigo de turno.
Pero así, entre ideas recicladas y secuencias que entretienen y emocionan, se va configurando una película que podremos evaluar de mejor forma como parte de una trilogía que recién comienza. Dependerá en parte de hacia dónde lleven la saga estas nuevas películas la valoración que le demos a «El Despertar de la Fuerza». Porque como película sola, nos deja inquietantes deudas y preguntas para nosotros los fanáticos: ¿es que acaso «Star Wars» ya entregó todo lo que tenía para entregar y sólo queda repetir el plato, aunque sea un buen plato? ¿Estamos pidiéndole mucho a una saga que sólo pretende entretener? ¿El miedo a las precuelas previno cualquier cuota excesiva de originalidad por lo que fue mejor contar una historia segura? ¿En serio no tienen algo mejor que hacer con Leia?
Quiero pensar que esta nueva etapa creativa está recién comenzando, que «Star Wars» no es una pieza de museo que vivirá de la nostalgia y que los nuevos y viejos personajes tienen todavía mucho por entregar. Sin duda, y pese a todas las críticas que he podido hacer, la emoción y la alegría de volver a esa galaxia tan lejana, son enormes; ver nuevamente a esos queridos personajes, a sentir el choque de esas espadas de luz, a vibrar con las naves llenando la pantalla en gloriosas batallas y a escuchar la música de John Williams, es quizás superior a todo. La seriedad con que se hizo el trabajo en esta nueva película (muchas gracias, J.J. Abrams) me hace debatir interiormente entre lo que he escrito y los deseos de decir «¿y qué tanto importa todo eso? Que venga la siguiente». Estoy seguro que me entenderán. Lo que es cierto al menos, es que «Star Wars» ha vuelto para quedarse y nosotros nos quedaremos en ella: Chewie, we’re home.