En un extendido repaso que el actor realizó en el podcast “Impacto en el Rostro”, en Spotify, sobre su carrera en televisión, destacando el periodo en donde las producciones dramáticas locales se sumergían en las costumbres de lugares alejados de la capital, modelo que TVN imitó de las teleseries brasileñas.
Con respecto a las temáticas, Reyes declaró que muchos de los temas no se profundizan en TV. “Hay tópicos que se tocan, juegan con ellos y los dejan puestos sobre la mesa. Porque, al momento en que te vas a la pelea frontal, va a haber mucha gente que se retire del tema o que no quiera pelea”, concluyó.
“El Milagro de Vivir” fue tu primera teleserie, ¿cómo llegaste a la televisión?
Mi debut en televisión fue con la miniserie “Santa Teresa de los Andes”, un año antes. Ésa fue la primera cosa que hice, porque yo estaba trabajando en el Teatro Ictus y estábamos preparando “Diálogos de Fin de Siglo”, que era una obra de Isidora Aguirre, y en la productora del Ictus trabajaba Vicente Sabatini. Entonces ahí se generó el primer contacto…
Este teatro que no cerró en dictadura…
Claro. Fue un teatro de resistencia muy importante en ese momento y yo creo que no le echaron mano finalmente porque era un teatro de mucho prestigio a nivel mundial.
¿Ustedes les tenían que mostrar las obras a alguna persona del gobierno antes de estrenarlas?
Cuando hicimos “Diálogos de Fin de Siglo” no fue necesario. Pero sí me tocó vivir eso el año ’78 con la primera obra en que yo trabajé en forma más profesional que fue “Auge y Caída de la Ciudad de Mahagonny”, que dirigió Fernando González. A pesar que fue presentada en el Goethe-Institut, que es como de propiedad alemana, tuvimos que presentarla primero a un personaje de gobierno. La excusa que tenían era que verificaban el tipo de obra que presentábamos para saber si se iban a cobrar impuestos o no. Era disfrazado con esa excusa, pero finalmente era una forma de censurar.
Y con el retorno a la democracia, TVN realiza “Volver a Empezar”, una teleserie que insinuaba temas como el exilio. ¿Fue difícil, bajo este contexto, realizar esta historia?
Fue impresionante, porque en esa época habíamos salido de la dictadura, pero existía un miedo muy grande. En esa producción la idea era hablar de eso, pero no se habló de forma directa. No se podía pronunciar la palabra “exilio”. Nadie podía decir “mi mamá viene del exilio”, por ejemplo. Ya estábamos en democracia, pero ni nosotros ni el canal se atrevía.
Estuviste en el elenco de “Trampas y caretas”, “Jaque Mate”, “Rompecorazón” “Estúpido Cupido”, “Sucupira”, todas estas teleseries eran originales de Brasil, en donde hubo una dictadura muy fuerte, cerraron teatros y obligó a grandes dramaturgos a emigrar a otros formatos, como las teleseries…
Las teleseries brasileñas tenían frescura y eran novedosas para nosotros. Las producciones de las teleseries brasileñas eran muy jugadas temáticamente y también con los personajes. Se notaba que había muchísima menos censura comparado con nosotros. Aparte de eso, apareció también la idea de salir a regiones. Esa idea la empezó a explorar Brasil antes que nosotros. A mí me parece que en esa época la industria de ese país era muy potente e interesante. Las historias tenían mucho que ver con la idiosincrasia del país. Hacían muchas teleseries históricas como Pantanal, por ejemplo. También tenían una forma de actuar muy rica, todo era novedoso. Quizás la idea de acá fue aproximarse un poco.
Desde el año ’96 TVN comenzó el periodo en donde salieron a regiones…
Lo que a mí me alucina de mi trabajo como actor, tanto en teatro como en teleseries, es el “gitaneo”. Creo que la gente y las culturas en las que uno se mete a “intrusear” te aporta mucho, te regalan demasiados elementos para tu forma de contar historias y tus personajes. Para mí, esa época fue alucinante por lo mismo. Era muy rico visitar un lugar una semana por mes durante siete meses. Realmente te empapabas mucho de la cultura y las costumbres. Al tomar elementos de eso para darlos a conocer a los chilenos a través de una ficción, creo que TVN cumplió su cometido de ser televisión pública.
Diego Valenzuela de “Oro verde” era un ingeniero forestal con conciencia ecológica. ¿Qué relación tienes tú con la defensa del medio ambiente?
Yo personalmente tengo mucho vínculo con la naturaleza. Creo que el modelo de desarrollo chileno es complicado en ese sentido porque es muy depredador. No se fija metas a largo plazo y no entiende que los ciclos de la naturaleza son bastantes más lentos y que hay recursos que se agotan y que es pan para hoy y hambre para mañana. La economía inmediatista en la que vivimos es sumamente negativa, no sólo para la naturaleza, sino que para los que vivimos en ella. Bueno, en esa teleserie me gustaba mucho el personaje que tenía esa defensa al bosque nativo, a pesar de que estaba ligado a esta empresa forestal y quería cortar los robles. Pero también se entregaban ciertos mensajes a partir de una ficción en todo ese periodo de las teleseries.
Con “Iorana” en 1998, hiciste tres personajes: Fernando Balbontín, el “taote” Concha, y el capitán Dumond, un hombre francés. ¿Tú viviste en Francia?
Sí, viví dos años. El 85 y 86 más o menos…
Y cuando te comunican que vas a interpretar a un capitán francés, ¿cómo te lo tomaste?
¡Muy entretenido! (ríe). Ese personaje lo gocé también. Era lúdico, entretenido de hacer, era como un personaje que la pasaba engañando, mintiendo, embaucador, muy entretenido para un personaje. Fue bueno. Irrumpir en Rapanui de esa época no era lo mismo que hacerlo en la Rapanui de hoy. Había menos vuelos, también había como tres mil isleños y mil continentales y ahora hay como 5000 continentales, o sea, hay más continentales que isleños. Todos esos proyectos eran muy bonitos porque eran trabajos muy en serio. Nos preparamos mucho antes de ir a Rapanui. Tuvimos clases del idioma durante dos meses, estudiamos sus bailes, su cultura…
En el ‘99 interpretas a Martín Echaurren, un científico que estaba muy preocupado por la contaminación que dejaban los residuos de las salmoneras. ¡Un personaje visionario!
¡Es increíble! (ríe) Evidentemente ya estábamos trabajando en una salmonera que, probablemente, estaba contaminando todo, pero ya estábamos con esa preocupación. Ahora, las teleseries no van a la pelea frontal con los temas. Siempre los tocan, juegan con ellos y los dejan puestos sobre la mesa. Porque, al momento en que te vas a la pelea frontal, va a haber mucha gente que se retire del tema o que no quiera pelea. Pero Martín Echaurren ya estaba preocupado que los salmones no contaminen. Él tenía una visión muy científica, todo para él era científico, hasta el amor era científico…
Él le explicaba a Catalina Chamorro cómo era el amor desde el punto de vista de las hormonas…
Bueno y la fiera era alguien muy terrenal. No entendía mucho este asunto y lo encontraba bastante tonto. Sin embargo, Martín se enamoró de esta mujer que tenía toda esta fuerza vernácula.
Se enamora y pierde la cabeza. Tanto, que es capaz de dejar su auto botado en plena carretera para subirse a un caballo y regresar a la casa de ella…
Sí, tengo recuerdos de esa escena. Ahí el auto pasaba a segundo plano y lo más concreto para Martín era ese caballo con esa mujer arriba que le estaba diciendo “¿pa’ onde crei que vai voh?”. Entonces el auto no tenía ninguna trascendencia (ríe). Sin embargo, cuando Catalina le dice que se suba al caballo, él hace un pequeño gesto como de mirada hacia atrás, como de tener que ir a otro lado primero. Pero no. Él se va con ella. Pero, en fin. Eran muy bonitas esas teleseries, con muy bonitos diálogos, además.
En el año 2000 interpretaste al cura Juan en “Romané”. Ahí trabajaste con Marés González, que interpretaba a tu mamá. ¿Qué recuerdos tienes del trabajo que hiciste con esta tremenda actriz que falleció en el año 2008?
Como tú dices, ella era una tremenda actriz. Pero no solamente eso, sino que una tremenda mujer, una tremenda existencia. Era muy especial porque era acogedora, rebelde, insidiosa, las tenía todas. Era muy entretenido estar con ella por la misma razón. Tenía un recorrido artístico enorme. Ella fue bailarina, siempre quiso ser cantante de ópera, también era muy buena compañera, era muy rico trabajar con ella. Además, era una actriz atenta al trabajo y los compañeros. Si algo no le parecía de tu trabajo, te paraba y te decía “¿Qué es eso que estás haciendo?” y te corregía (ríe). Pero todo dentro del trabajo. No era en tono de descalificación. Fue una excelente compañera, muy adorable y querida.
El 2001 con “Pampa Ilusión” interpretas a José Miguel Inostroza, un personaje que cambia su visión de la vida gracias a Inés Clark…
Evidentemente nos metimos en la época del salitre, que fue una época súper importante a nivel nacional, donde estaban presentes muchas injusticias. En esta época se inicia la construcción de la izquierda chilena, a partir del salitre. Ahora, en la teleserie no se hablaba de eso particularmente, pero se hablaba de los privilegios, las diferencias de clases, el cómo el capital extranjero dominaba a las culturas locales. Y bueno, interpreté a ese capataz que empezó a mirar las cosas desde otro ángulo gracias al amor. Esto también es un mensaje, que ella tuviera que vestirse de hombre para poder entrar en su familia nuevamente. Eso también te mostraba que había muchas diferencias de género en esa época. También hay una escena en que yo beso a Claudia en estado de hombre, que es una imagen muy potente. También le pasa a ella con el personaje de Amparo Noguera. En un momento determinado ellas se besan cuando Claudia estaba de hombre. Entonces se mostraba una temática también de sexualidad. Así como con Martín Echaurren mostraba la problemática de los salmones sin meterse en el tema, acá también se hablaba de varias cosas.
Algunos actores que grabaron en las calicheras han comentado que sólo hacer esta representación en ese lugar era algo muy cansador. Entonces, la vida de las personas que vivieron de esa actividad debe haber sido muy dura…
¡Brutal! El frío ahí en invierno era brutal. Y cuando había viento, el polvo se te metía por todos lados. Cuando tú ves fotos de la época, ves que los trabajadores sólo andaban con una polera trabajando. Además, con la verdadera industria y las máquinas ahí funcionando tuvo que haber sido un verdadero infierno realmente. Igual había una diferencia entre los que iban a trabajar a la calichera y al grupo al que pertenecía yo que eran los patrones (ríe). En esa teleserie también teníamos una diferencia de estatus (ríe). Yo tenía un espacio muy rico, con piscina incluida, y ellos tenían que salir a calichear.
Francisco, en el año 2002 no estuviste en “El Circo de las Montini” porque grabaste la película “Subterra”, de Marcelo Ferrari. ¿En algún momento te ofrecieron un papel en esta teleserie?
No, siempre lo tuve claro. Ésa fue una conversación que tuve en el norte, cuando aún estaba grabando “Pampa Ilusión”. Recuerdo perfecto que conversamos con Sabatini un día en Iquique después de volver de la pega. Fue una conversación muy ceremoniosa que tuvimos en donde le conté que no podía participar del próximo proyecto porque iba a grabar esta película y conté con toda la comprensión de él. Pero cuando empezó toda la preparación física y circense para la teleserie, ahí me metí. Pedí autorización para hacerlo. Fue todo un trabajo muy rico y alucinante. Ahí hacíamos malabarismo, trapecio, todo.
¿Viste la teleserie?
Vi algunos capítulos, pero no la seguí. Ahí yo ya estaba trabajando súper intensamente. Nos fuimos a vivir al sur y estuvimos viviendo ahí como dos meses, en donde hubo mucho trabajo, mucha convivencia con los exmineros de Lota para poder aprender lo que más se pudiera de ellos.
En el 2003, vuelves al elenco de Sabatini con José Cárdenas, el dirigente de una toma en “Puertas Adentro”, una teleserie con una fotografía bastante áspera. ¿Estás de acuerdo conmigo?
Evidentemente, en una toma, no existe la belleza bucólica como solemos imaginarla. Con paisajes verdes, con naturaleza, mucha agua, el cielo azul o el mar profundo, o los paisajes que nos prestaban Chiloé, los bosques del sur, o incluso la belleza del desierto. En cambio, en la toma tú puedes encontrar belleza en otra forma. Es la belleza de lo precario. De los hombres, mujeres y niños que están viviendo realidades duras. La belleza ahí es que la humanidad existe. Que igual hay amor a pesar de eso, hay bondad, pasiones, pensamientos. Tal vez mucho más que en un lugar ordenado o en un mundo bucólico. Quizás mucho más, porque la bondad es más necesaria y es cien veces más fuerte en este lugar inhóspito, por decirlo de alguna forma. Por ejemplo, estaba la relación de los personajes de Luis Alarcón y José Soza, una pareja homosexual en ese contexto. Ahí no se frivolizaba nada en ese ámbito, no estaba la frivolidad tonta, divertida y fácil, sino que había una gran poesía en ese amor profundo. Entonces yo creo que fue una teleserie áspera, como dices tú, que no contaba con esa belleza fácil o a la que uno está acostumbrado.
En el 2004 fuiste el protagonista de “Los Pincheira”, ¿una verdadera aventura grabar una producción de estas características?
Fue muy entretenida. Yo creo que ésa fue una de las teleseries que más le ha gustado a la gente, en las que yo he participado por lo menos. Yo creo que a la gente le gusta mucho la aventura, le gustan los conflictos épicos, también el campo y los caballos. Yo creo que el chileno está muy vinculado a ese mundo rural. Bueno, también fue una teleserie de una exigencia brutal. Usábamos unos caballos del ejercito que han sido montados por un montón de gente experta e inexperta y tienen un montón de mañas. Son caballos muy grandes e imponentes, por eso fueron contratados. No es la raza de caballo corralero, sino que es mucho más alta. Entonces era muy difícil trabajar con ellos… nosotros estábamos con los caballos dentro de los estudios de Chilefilms ahí con caballos y vacas (ríe). Por lo tanto, eran espacios bastante estrechos para un animal como ése y era muy incómodo para ellos, aunque lo soportaron.
En el primer capítulo había una trilla, en donde raptabas a Matilde del Solar, interpretada por Tamara Acosta…
Bueno, yo hice esa escena hasta el momento en que me puse al lado del caballo de ella. Después de eso entraron los dobles a hacer el resto porque esa era una maniobra de alto riesgo y ahí había que tener experiencia para pasar una persona de un caballo a otro porque es súper complicado.
Francisco, al año siguiente haces a Giorgio Capo en la teleserie “Los Capo”, la cual tuvo una sintonía promedio de 14 puntos. ¿Qué valor tiene para ti el rating en las teleseries?
14 puntos hoy en día son una gloria (ríe). El rating afecta porque es una forma de medir la audiencia y por lo tanto también que esto podría poner en riesgo las producciones siguientes. Había que mantener viva y en buena forma el área dramática. Por otro lado, tiene también que ver con esa cosa egocéntrica de que uno quiere que le vaya bien y de estar en la primera línea.
En el año 2009 pasas a las teleseries nocturnas con “Dónde Está Elisa?”, un horario que tomó más importancia que el de las 20:00 hrs…
Había que guardar cierto secretismo para que no se fuera a divulgar toda la intriga. Para mí fue un buen momento, en el sentido que ahí cambio de mano. Salgo de las producciones de Sabatini y entro a las producciones de Rencoret, con la cual ya había trabajado muy al comienzo. Después de “Santa Teresa de los Andes” hicimos un proyecto de Corín Tellado donde hacíamos “unitarios”, que eran historias que se contaban en un solo día, y la Quena dirigió uno de esos unitarios. Bueno, «¿Dónde Está Elisa?» se da en un momento en que las teleseries nocturnas empiezan a tener mucha fuerza temática. Empezaron a ser más abiertas y complejas temáticamente y una audiencia muy potente. Ésta fue mi primera teleserie nocturna, por lo tanto, yo tenía muchos deseos de incursionar en ese horario y en esa temática.
Francisco, en el 2010 te sumas al elenco de “Conde Vrolok”, teleserie de vampiros. ¿Te gustan estas temáticas fantásticas en televisión?
Bueno, eso fue también un experimento. Tampoco se había hecho nunca y a mí me gusto hacerla. Yo me divertí mucho. Esas temáticas hay que trabajarlas súper bien también. Teníamos presupuesto suficiente, había ambientaciones muy buenas, pero creo que, en ese tipo de fantasías, no es llegar, contar una historia de amor y mezclarla con esa fantasía no más. Hay que ser un poco más rigurosos ahí. Yo creo que en esta teleserie estuvo bien, pero podría haber estado mejor.
En el año 2011 eres parte de “El Laberinto de Alicia” en donde eres un policía que andas tras la huella de un pedófilo. ¿Qué te pareció trabajar en una producción en donde se trataba el tema de la pedofilia?
Ya se habían destapado varios casos en nuestra sociedad que, de alguna manera, indagar en la mente de esos personajes era necesario hacerlo y darlo a conocer. Yo creo que la gente necesitaba de ciertas pistas de lo que pasa en la cabeza de un pedófilo. Si es enfermo o no y qué es lo que le pasa realmente. Creo que fue bueno meterse ahí, muy necesario además porque ya estábamos nosotros como sociedad al tanto de varios casos que se habían destapado y se siguió viendo harto tiempo después. Yo creo que la gente agradeció que nos metiéramos en esos temas, no sólo por la entretención, la ficción y la intriga.
Recordemos que esta teleserie fue escrita por una mujer, por Nona Fernández.
Era importante también por eso. La Nona estaba surgiendo como escritora y era un gran valor para nosotros.
Francisco, en el 2019 realizas tu ultima teleserie llamada “Amar a Morir” en TVN. ¿Qué significo para ti irte de TVN?
Fue bien fuerte la verdad, yo tengo un gran aprecio por el concepto de la televisión pública. TVN hace muchos años ya que no representaba ese concepto, o lo representaba de forma muy deficiente. Yo me fui del canal al final, cuando ya no había nada más que hacer realmente. Siempre tuve la esperanza que en algún momento alguna alma sensata dijera que este canal es importante para los chilenos y que exista un medio de comunicación que no sea privado, que sea del estado, de la sociedad y que le diera una vuelta de tuerca y lo refundemos de alguna forma. Entonces, me resistía a irme a otro lado porque sentía que estaba abandonando un buque que había defendido siempre con mucha fuerza. Ciertamente me duele lo que está pasando con TVN. Yo volvería feliz al canal si volvieran a hacerse buenas producciones, no hablo de las producciones millonarias de esa época, porque esa época ya terminó, ya no existen los recursos para eso.
¿Sigues contratado por Mega?
No, estaba por el proyecto nomás, así que mi contrato terminó el 30 de marzo y desde ahí que estoy fuera de la tele.
Algo inédito en tu carrera de televisión…
Sí, algo inédito después de treinta y dos años trabajando. Pero bueno, son los tiempos. Y ahora estamos trabajando por internet, reinventándonos, porque hay que conseguirse los pesos.