La actriz fue invitada al podcast “Impacto en el Rostro” donde repasó algunos de sus personajes en televisión, desde Bernardina de “Puertas Adentro” hasta la villana Eliana Zapata de “Verdades ocultas”.
¿Cuál era tu relación con las teleseries antes de ser parte de ellas? ¿Tuviste algún prejuicio con ser parte de un elenco de televisión?
No, nunca tuve prejuicios con hacer teleseries, para nada. Siempre vi teleseries, desde chica, me encantaban las de Moya Grau. Luego se vino la siguiente etapa, que eran las de Vicente Sabatini. Me pasa esto, yo tenía 25 años y él me llama para hacer este personaje de la señora Bernardina en “Puertas Adentro”, y ella tenía como 55 años, o algo así. Y yo le decía, “pero, ¿cómo lo voy a hacer?” “¡Sí, lo vas a hacer… lo vas a hacer!”. Y fue súper bonito darme esa oportunidad, porque también era un papel bien al chancho, era muy de comedia. Ella era una nana que era muy pituca, y como que quería ser más que la patrona. Lo pasé súper bien haciendo esa teleserie, fue muy bonito. Era gracioso. Me tocaba actuar con los grandes, con la Claudia Di Girolamo, con Eduardo Barril, con la Delfina Guzmán, con Marés González. ¡Increíble! Sí, estuvo súper bonito. Yo lo paso bien haciendo teleseries, me gusta. Siento que se arman familias, como en el teatro.
¿Qué fue lo que más te atemorizó al momento de interpretar a Bernardina?
Actuar con los grandes. Me daba terror equivocarme. Vicente es un tipo muy vehemente. Es un súper director, hay una gran escuela detrás de él. Después hice varias teleseries con él, tuve personajes preciosos como la Rosita Luna en “Los Pincheira”, hice con él “Los Capo” y ahí tuve que salir antes de la teleserie porque quedé embarazada y tuve problemas en el embarazo. Así que decidimos que mejor saliera porque era de época, entonces había mucho corsé. Acordamos que era mejor que yo me fuera de la teleserie antes para poder tener a mi hijo con todas las condiciones que correspondían. Y después hicimos “Las Dos Carolinas”, en donde lo pasé increíble. Ahí hice comedia, a mí me encanta la comedia, así como también el drama.
En “Los Pincheira” fuiste Rosita Luna, la recordada “niña” que asistía a Matilde del Solar, la protagonista que interpretaba Tamara Acosta…
Lo que pasa es que, en esa época, se le llamaba “niña de mano”. Y tenían la misma edad, eran como hermanas, eran muy amigas. Además, con la Tamara éramos compañeras de curso en la escuela, entonces fue hermoso haber trabajado las dos tan juntas, tan hermanas. Si sufría una, sufría la otra. Su personaje sufría un montón porque estaba enamorada de uno de los Pincheira y estaba casada con Martín Ortúzar (Álvaro Morales) el más malo de todos los malos. Y ese malo abusaba de mí, que era la Rosita Luna. Entonces, eran situaciones muy trágicas y muy terribles. Tengo muy bellos recuerdos. Y ese final, cuando ella muere, no podíamos hacer esa escena. La Tamara no podía hacer de muerta porque lloraba, no podía parar de llorar. Y Pancho Reyes y yo no podíamos parar de llorar, era terrible, tuvimos que parar a almorzar para poder retomar y volver a hacer ese final porque todos llorábamos.
La escena de la muerte de Matilde fue parte de una secuencia larga, en donde, además, el personaje daba a luz…
Me acuerdo. Teníamos a una guagüita chiquitita, había que hacerlo en muy pocas tomas. Estaba la María José Necochea, actuábamos juntas, éramos las nanas de la casa. Hacía mucho calor, estábamos en Chile Films. Realmente estábamos en una teleserie a todo cachete. Para la muerte, se instaló la grúa para que la muerte se alejara, desde la cama hasta el cielo. Eso era muy bonito. Cuando lo vimos hecho, todos aplaudíamos, llorábamos, nos reíamos, nos abrazábamos. Difícil hacer esas escenas de parto, imagínate, porque siempre hay una guagüita. A veces se puede conseguir un muñeco que parezca real, pero son tremendamente caros. Ya trabajar con niños es difícil, a mí en “Verdades ocultas” me tocó trabajar con dos niños. Primero con el primer Tomacito y recuerdo que lloraba lloraba… porque llevaba un año y medio en el set. Pero salía del set y era muy feliz, saludaba a todo el mundo. Era muy bonito. Pero uno siempre tiene que tener mucho cuidado al momento de actuar con los niños, porque es tan delicado, tan complejo, lo que se pueden ir pensando a sus casas, “¿qué les pasará por sus cabecitas?”
María José Necochea nos dijo que esa escena la recuerda como uno de los momentos más lindos que vivió en televisión. ¿Lo ves así también?
Sí, me acuerdo. Me acuerdo que era una escena con mucha fiebre. Porque era tener una guagua en la casa, en esos años. Seguramente todas las guaguas nacían así. Pero como buena teleserie, tenía que haber mucho drama, pariendo a su hijo de un hombre que no podía estar con él, entonces era muy terrible. Lo que significa hacer un parto en una teleserie, es súper fuerte. Sobre todo, para la parturienta. Tienes que hacerla, te tiene que doler, tienes que gritar, hay que pujar y hay que darlo todo en el fondo. Me acuerdo de la María José, Irma en la teleserie. Ella transpiraba, era increíble. Ella la ayudaba, le aplastaba la panza para que bajara la guagua. Fue notable esa escena.
¿Qué fue lo mejor de Rosita Luna?
Es un personaje muy entrañable. La gente la recuerda mucho. Yo me topo con gente en la calle y me dice Rosita Luna. Se acuerdan de esa teleserie. Es un personaje soñado de hacer, porque era una niña. Yo me acuerdo que le pedí a la Anita Reeves que me prestara la obra de teatro “Mama Rosa”, porque yo quería que hablara como la Nelly Meruane, que ella era la Mama Rosa. Entonces, hablaba todo para arriba. Era tan bonito de hacer. (LA IMITA) ¡Mi niña y hablaba todo así, para arriba! Es tan diferente a todo lo que he hecho, también. Entonces, es una de mis joyitas, es un regalito para mi esa teleserie, ese personaje y haber actuado con la Tamara.
“La Poseída” fue otra teleserie de época en donde fuiste parte de su elenco. Ahí interpretaste a Rosa Carreño, una prostituta de 1890…
Gran teleserie, lamentablemente no tan vista como hubiésemos querido, nunca uno sabe muy bien cómo se juegan esos hilos por dentro de los canales. Uno siempre está fuera de esto, uno solo actúa, uno esta al servicio de las personas que te contratan. Tremenda teleserie, tremendo personaje. Me tocó hacer mamá de la Luciana Echeverría, “la poseída”. Yo era dueña de este lugar de goce. Fantástico. Era una prostituta, grande, con mucho cuento, su hijo era Gabriel Cañas. Tremendos talentos la Luty y Gabriel. Y mi hermana era la Amparo Noguera que era la monja. El diseño de vestuario era increíble, lo hizo Germán Droguett, al igual que los diseños que hacía Pablo Núñez en las historias de Sabatini. Todo era perfecto, la ciudad era perfecta. Mi chingana era maravillosa y era también terrible. Porque teníamos que actuar en invierno y pasábamos mucho frío. Prendíamos estos fuegos y estos fuegos te mandaban directo al hospital con bronquitis. Fue muy bonito hacer esa teleserie, como biográfica. Además, fue lindo hacer ese personaje porque pude cantar. Cantamos en vivo, me conseguí a dos amigos cuequeros y cantábamos. Fue muy bonito que Rodrigo Sepúlveda nos haya dado esa oportunidad.
En “Perdona nuestros pecados” fuiste Silvia Corcuera, en la segunda teleserie más larga en Chile.
Preciosa mi Silvia Corcuera. ¡Era de una nobleza! Era tremenda y con un sino de mierda. Ella nació con un sino, que era el de fracasar. Siempre fracasaba. Y siempre quería avanzar. Y luego, pasó de ser muy humilde a una gran señora, tuvo ciertos estudios. Instaló un cine. Ella vistió de otra manera, se vio de otra manera. Sin embargo, tiene la mala suerte de que le pasan cosas tremendas a sus hijos. Ella fue una gran madre, una gran mujer por eso. Luego viene el terremoto que fue increíble de hacer. ¡Otra producción a todo cachete! Ese terremoto lo ensayamos mucho tiempo. Y se hizo muy pro. Las casas se caían de verdad, el campanario se caía de verdad, fue bien impactante. Era bien cinematográfico también. Tremendo personaje. Súper bonito.
En Twitter algunas personas se manifestaron en contra del final de esta teleserie. Consideraron que fue “apresurado” y quedaron algunos cabos sueltos. ¿Cómo lo viste?
Nunca leo mucho las cosas en Twitter de las teleseries. Es muy violento a veces, por eso prefiero no entrar ahí. Para mí fue una teleserie tremenda, hubiésemos seguido, por supuesto. Encontraba maravilloso que el personaje que hacía Rudolphy muriera y que Silvia le haya podido decir que se va a vengar de él. Quedaba como final abierto. Llegaba el hermano de Rudolphy, que era Roberto Farías, que se enamoraba un poco de mí, pero yo, como buena viuda, obvio que no iba a pasar nada. Pero queda ahí. Cosas semi abiertas. Pero a mí me encanta eso también, finales abiertos, ¿por qué no?
En “Verdades Ocultas” interpretas a la gran villana, Eliana Zapata, en la historia más larga de las teleseries chilenas. ¿Cuál es el secreto del éxito de esta producción?
Yo creo que “Verdades Ocultas” tiene un sello, que es único y real. Todo puede pasar. Todo. Todo lo que uno pueda imaginarse y hasta no imaginarse, puede pasar. Y eso es como una novedad. Es como las teleseries de antes, como las venezolanas, como “Topacio” que se quedaba ciega, que después veía. Como esa mexicana, esta mujer con el parche en el ojo, que era mala, mala, mala. Es una teleserie donde todo puede pasar, es una teleserie súper criticada también, pero resulta que todo el mundo la ve. A mí me escribe gente de todas partes del mundo que la sigue. Es muy bonito lo que pasa con esa teleserie. Los personajes se van, vuelven a entrar, mueren, reviven, se cambian las caras, es súper entretenida de hacer. Yo lo pasé super bien haciéndola. Nunca había hecho de mala, de este tipo de villana. Entonces, tenía harto miedo de no creérmela, de no hacerla. De no seguir este juego, porque los personajes en esta teleserie son o no son. Esta villana no da tregua, es mala de adentro. Pero también le pasan miles de cosas, se enamora, desde lo más frágil que tiene, y sus venganzas son crueles. Tiene como técnicas para matar. Y también la gente se ríe mucho porque es gracioso y porque uno tiene que entrar en el juego. Yo le apretaba el cuello a Trejo, poh, que es gigante. ¡Imagínate! Pero uno va y lo hace porque es muy bonito de hacer, porque uno está actuando, a eso uno viene.
Viviana Rodríguez hace muy poco nos contó que haber dejado “Verdades Ocultas” le había provocado una gran tristeza. ¿Te pasó lo mismo?
Es muy bonito y muy triste irse. Hago mi pequeño duelo de Eliana. Porque yo estuve dos años y medio grabándola, y para mí es un tremendo salto. En “Perdona Nuestros Pecados” estuvimos un año y ocho meses, algo así. Y acá fueron dos años y medio. Y claro, uno arma su propio personaje junto a los demás actores, junto al director. Y la historia se va haciendo en la medida que uno va entregando también. Entonces, uno quiere a los personajes. Yo también te puedo decir que me dio mucha pena el último día que grabé, mucha pena, lloré mucho. Porque uno se encariña con las personas. Mucha gente me escribe “te extrañamos, te echamos de menos en el set”. Yo siempre tiendo a tirar para arriba las situaciones. Como son muchas las escenas que grabamos en el día, entonces es como… “¡vamos, vamos…se puede, se puede!” Siempre se puede, porque uno saca una energía de alguna parte y es bonito de hacer. Entonces, yo me quedo con eso, con el amor del tremendo equipo que tuve. Para mí fue una súper bonita experiencia. Encuentro que no es fácil hacerla, porque hay que creerse el cuento, ene. Cuando yo empecé a ver la teleserie, la vi desde el comienzo. Me encanta ver teleseries, sobre todo si están mis amigas y amigos. Y yo decía “que loca esta teleserie, como pasan las cosas, que increíble”. Y terminé “Perdona nuestros Pecados” y al poco tiempo me llamaron. Y fue bacán, entretenido porque hacer esta villana me ha traído muchas alegrías.
Hay que destacar al equipo de guionistas, liderado por Carlos Oporto…
Sí, son unas máquinas. Y tienen este poder de crear, de fascinarse con las historias. Entró el Seba Arrau, imagínate, su cabeza que vuela por miles de lugares y estados. Y es un súper buen escritor de teleseries. Entonces, trajo un aire nuevo.
Y como en “Verdades Ocultas” todo puede ocurrir, si la producción te llamara nuevamente, ¿volverías a ser parte de la teleserie?
¡Si es que puedo, claro! Si es que se dan las condiciones, feliz. ¿por qué no? Esta teleserie da para mucho y, claro, en algún momento se tendrá que acabar como todo en la vida.
¿Verás esta nueva etapa como espectadora?
Sí. Me encanta que Mabel Farías haga a mi Eliana del futuro, hemos trabajado juntas varias veces, nos queremos mucho. Es como darse el pase, es darse la posta. Encuentro muy bonito que siga la teleserie, ya que es trabajo para las compañeras y compañeros. Entraron varios a hacer nuevos personajes. Lo encuentro bacán, porque es trabajo. Sobre todo, porque es trabajo.