El verano televisivo nos ha traído una nueva versión de “Fiebre de Baile”. Nuestra pantalla se llena una vez más de famosillos de diverso pelaje contorneándose a diversos ritmos, con evidente predilección por el reggaetón y el baile del caño, para ganar el favor de un jurado supuestamente “duro” y exigente, y, principalmente, para buscar el apoyo de un público que vota a través de mensajes de texto. Desde el punto de vista pragmático, el programa es un negocio redondo para Chilevisión, que gana en rating superando al docurreality de la gitana Perla, para los famosillos que ganan lucas y una inigualable plataforma de exposición mediática, y para la compañía telefónica que está más que “forrada” con los mensajes de texto del público.
En las ediciones anteriores se pudo apreciar una interesante competencia entre bailarines de gran nivel como Rodrigo Díaz, el “Potro” Cabrera, Maura Rivera, Yamna Lobos, Valentina Roth (surgidos de “Rojo, Fama contra Fama”), Janis Pope (con estudios de ballet clásico), María José Campos (Porotito Verde) y Francesca Cigna (Blanquita Nieves). Incluso, algunos de menor nivel como Nicole Moreno (Luli) y Gabrielle Benni hicieron gala de una notable superación. Sin embargo, en esta nueva versión parece que lo que menos importa es el baile. Salvo la chica Mestrovic y algún otro, el nivel de los competidores es notoriamente inferior al de los años anteriores. Además, resulta demasiado evidente que su interés está en el escandalillo de poca monta, en el tongo llamativo que busca asegurar la portada de LUN, marcar la pauta de los programas faranduleros del día siguiente y asegurar suculentos contratos para eventos de fin de semana. No importa si alguien ha progresado en el baile, sino que el enojo de Pamela Díaz con Jaime Coloma, la pelea entre la “Fiera” y la “Geisha” (donde solamente falta que pongan un ring de barro con un caño al medio), el morbo que provoca la presencia de Tanza Varela y su ex pareja Claudio Valdivia (que fuera de ser hermano del “Mago”, no tiene ninguna gracia más), la tambaleante relación entre Roxana Muñoz y Kike Acuña, etc. En resumen, más parece “Fiebre de Tongo” que “Fiebre de Baile”. En esas circunstancias, el jurado pasa a ser una suerte de “arroz graneado”, lo que es una gran pena, pues sus tres integrantes (Karen Connolly, Jaime Coloma y Maura Rivera) son sumamente competentes y preparados para ese trabajo.
“Fiebre de Baile” es un programa indudablemente efectivo. Los espectáculos de Mauricio Flores y Oscar Gangas en el pasado Festival de Viña fueron también indudablemente efectivos, pues salieron ovacionados y premiados de las fauces del “Monstruo”. Seguramente a ciertos productores y ejecutivos la “efectividad” les baste, pero el público y la crítica espera bastante más que eso. De ahí que Flores y Gangas fueran ácidamente criticados a pesar de su éxito, por el uso de recursos facilistas y de mal gusto, como la homofobia y el excesivo doble sentido. No basta con ser exitoso y acumular rating, premios y aplausos, sino que también importan los recursos que se usaron para ello. En “Fiebre de Baile” hay muchos recursos facilistas: tongos, peleas de poca monta, etc. Además, da pena constatar de que una excelente bailarina, por el hecho de ser “piola” y alejada de las polémicas, pueda ser derrotada por una farandulera que no sabe la diferencia entre un tango y una salsa, pero que es especialista en armar líos mediáticos y sabe congraciarse con el público.
Además, la actual temporada de “Fiebre de Baile” estimula la nefasta “anti-meritocracia” que impera en la farándula, en donde personajes sin talento, sin educación, flojos, farreros, algunos con antecedentes turbios y que incluso se vanaglorian de su mediocridad aparecen como modelos de éxito y ganando plata a manos llenas. Recuerdo cuando en “Rojo” mostraron la graduación de educación media de Nelson Mauri, sindicado como un “porro rematado” en su colegio. Se vieron imágenes de Mauri yendo a la graduación en un precioso descapotable (seguramente más caro que todos los vehículos de sus profesores juntos) acompañado de una rubia y linda compañera de colegio. Posteriormente se vieron imágenes de la graduación en donde, en los hechos, Mauri fue la “estrella” a pesar de ser el más porro del curso. ¿Qué pasó por la mente del mejor estudiante de su curso, que en condiciones normales debía ser la “estrella”? ¿Qué habrá pasado por la mente de sus compañeros? “¿Qué saqué con estudiar y esforzarme para tener buenas notas, si este “gil” que egresó a duras penas sale en la tele, gana plata, tiene el medio auto y está al lado de las mejores minas de Chile?”
Respecto a la animación, Cristián Sánchez ha sido un más que digno reemplazante del “Rafa” Araneda. Hace su pega, y la hace bien, y en ese sentido no hay nada que reprocharle. Sin embargo, lo estamos viendo en el epicentro mismo de la farándula “dura” a la que supuestamente no quería estar asociado. ¿Qué quedó del joven y simpático periodista que hace casi una década conducía “Pantalla Abierta” al lado de Constanza Santa María? Hace 10 años hablaba con ironía y sarcasmo de Anita Alvarado, y ahora trabaja al lado de ella. Fui seguidor del “Pantalla….”, y en esa condición me da lata admitir que Sánchez terminó pasándose al “lado oscuro de la fuerza”, al igual que Julia Vial (que por lo demás es periodista de farándula de origen), sucesora de Cony en la conducción del “Pantalla…”. De los que pasaron por ese programa, solamente Constanza (ahora mujer ancla de Teletrece y número puesto en los debates presidenciales) y Rayén Araya (quien pasó de los contenidos “light” al periodismo serio, en una metamorfosis contra la corriente digna del mayor elogio) se mantienen leales a su espíritu.