El primer festival del verano dejó buenas sensaciones. Salvo un par de excepciones, la parrilla respondió bien, y salvo el primer día, el rating estuvo de su lado.
Animadores. Una pena que la dupla de Eduardo Fuentes y María Luisa Godoy se termine disolviendo después de Olmué. Tienen una química notable, que lamentablemente no bastó para que el matinal saliera del fondo de la tabla. María Luisa se vio particularmente guapa, y luciendo el oficio ganado en cuatro festivales de Viña. Fuentes, con la simpatía y oficio de siempre, y tras bambalinas resucitando la época de oro de los “Viernes Sin Censura”, luciendo como avanzado discípulo del Profesor Rossa y Don Carter. Lamentablemente, es una faceta que puede mostrar a “cuentagotas” en TVN, pues no resulta compatible con la misión de un canal público.
Jueves 16 de enero
Diego Torres. Se nota que viene de vuelta. Se mantiene bien para su edad, se mostró canchero, relajado y girando a cuenta de su pasado exitoso. Un show que destiló buena onda, con detalles interesantes como el elegante arreglo para “Penélope”, la icónica “Color Esperanza” y ese final con Diego Torres saltando con los hijos de María Luisa Godoy.
Ignacio Socias. Uno de los íconos de la comedia “made in Ñuñoa” aprobó sin problemas el desafío, y demostró estar en buenas condiciones de ir a por la Quinta Vergara. Una rutina muy inteligente, pensada para el público de “El Patagual”, con referencias al campo y constantes auto-troleos a su identidad de “cuico progre”. Lamentablemente le tocó competir con el notable regreso de “Detrás del Muro” en Chilevisión, que derrotó al Festival del Huaso en rating.
Lucybell. Una presentación potente, con la música sonando fuerte desde un inicio. Llegaron en un momento especial, con el anuncio de su futura “pausa indefinida” y después del trance de salud de la hija del vocalista Claudio Valenzuela, quien se vio visiblemente emocionado antes de cantar “Milagros”.
Viernes 17 de enero
Ke Personajes. Esta banda parece ser para la cumbia villera lo que Calle 13 fue al reggaetón. Le dan elegancia musical y contenido lírico a un género generalmente asociado a letras vacías y música facilona. Su notable vocalista Emmanuel Noir es el Freddy Mercury de la cumbia villera. Por masacre el mejor cantante de cumbia que he visto, casi el único capaz de pararse de igual a igual con intérpretes de canto lírico. Al igual que Damas Gratis el año pasado, Ke Personajes demostró que tiene condiciones de sobra para ir al Festival de Viña.
Claudio Michaux. Clasificado con honores para Viña. Se notó el cambio respecto a su intrascendente show del 2020. Los 4 años de escenario y reacts hicieron la diferencia. Manejó como todo un crack la complicada situación del inicio. Me recordó mucho la primera época de Edo Caroe. Una rutina ingeniosa, rápida, con giros inesperados super graciosos.
Porto Seguro. La clase de zumba más mediática de la historia. El público gozó, y los viudos de la época dorada de Mekano también. Sin embargo, me pareció muy pobre desde el punto de vista artístico. En esencia, es lo mismo que hacían hace 20 años todas las tardes. Aunque los bailarines se mantienen muy bien físicamente, ya no son los jovencitos de esa época. Se notó demasiado el playback. Lo único relativamente interesante fue la aparición especial de Jordan en la versión del One Hit Wonder «Ai Se Eu Te Pego». El punto más bajo del festival en lo musical. En Chile hay artistas de sobra para ocupar este espacio, en especial los del género urbano, extrañamente olvidado de esta edición del Festival.
Sábado 18 de enero
A los 4 vientos: Por lo general omito las oberturas, pero esta no la puedo dejar pasar. Tal como “Entremares” el año pasado, esta agrupación de huasos encachados y afinados maravillaron con su propuesta de tonadas estilizadas, perfectamente adaptadas para el consumo internacional. Folklore de la zona central elegante, pero sin parecer “huasos de parqué”. El sueño de Pedro Messone de llevar nuestra música a niveles internacionales se puede cumplir en bandas como esta.
Luis Jara. Nunca más “Lucho” ni “Luchito”. Después de esta soberbia presentación, es DON LUIS, un artista que definitivamente juega en otra liga. Se mandó el show de su vida, con una puesta en escena de clase mundial, con músicos jóvenes, talentosos y elegantes. Creo que se merece más respeto artístico que el que recibe en Chile. «El Triste» de José José es un desafío reservado solo para grandes voces, y DON LUIS lo aprobó con honores. La ovación posterior lo dice todo. Emocionante a más no poder el hermoso tributo al recientemente fallecido Marco Aurelio con su inmortal «Amor Por Tí». Eché de menos algunas canciones, como la versión bossanova de «Tu Falta de Querer». Cuando tienes que dejar temazos fuera del show, significa que estás a otro nivel.
Yolanda Carmín. Desde Nathalie Nicloux que no se veía un show humorístico tan incómodo en Olmué. Me da la sensación que algún ejecutivo del canal la vio en un bar o en un teatro, le gustó su show, creyó que podía funcionar en ambientes masivos e hizo la apuesta. Definitivamente no salió bien. Una propuesta muy desordenada. No se entendió lo que pretendía, y menos por qué llevaba el rótulo de “comedia”. Canta muy bien, pero más pareció un karaoke que un espectáculo para hacer reír. Esto definitivamente es más para escenarios reducidos y para un público de nicho. Llamativa su soberbia y carencia de autocrítica que exhibió después de salir de su, digámoslo claramente, ESTRUENDOSO FRACASO. Cuando habló de «analizar las letras de las canciones» y señaló que lo suyo era “elegante” y que no le hacía al “chiste burdo”, se pegó un disparo a los pies. Si quería un público dispuesto a «pensar» y «analizar», definitivamente Olmué no era el escenario adecuado para su propuesta. Un festival de verano televisado a todo Chile es el lugar menos indicado para ponerse a «analizar» cualquier cosa. Ahí tienes que salir a «matar» tratando de conseguir risas inmediatas desde el minuto cero. Sus entre vistas posteriores dieron a entender que evaluó mejor la situación. Si pretende incursionar en la masividad y salir de sus escenarios habituales en Valparaíso, Yolanda Carmín tendrá que replantearse seriamente. Lo que intentó en Olmué no es para la masividad. ¿Viña? Mejor ni hablar.
Paula Rivas. Una gratísima sorpresa. La reina chilena de la cumbia tuvo su aparición en gloria y majestad en un evento mainstream, y demostró porqué es número puesto en los premios MUSA y PULSAR. “La JLo de La Pintana” es bellísima, de una sobria sensualidad, tiene un feroz vozarrón, canta maravilloso (sonó tan bien que muchos se preguntaron si estaba haciendo playback. Obviamente no), es carismática y simpática. Su orquesta (salvo la trompetista, a la que sentí poco firme en sus primeras ejecuciones, y que se fue afirmando con el correr de los minutos) se mostró impecable. Lo de Paula parece ser la versión estilizada y adaptada al mainstream de la “Nueva Cumbia Chilena” (Juana Fe, Guachupé, Santaferia, Tomo Como Rey, etc) Su repertorio se basó en muchos covers en clave cumbiera muy bien logrados. El segmento de canciones de inspiración andina fue una exquisitez. Su fandom, llamada “Tribu”, la apañó con todo y gozó de este notable espectáculo. Creo que está en condiciones no solamente de enfrentar al Monstruo de Viña, sino que de intentar algo a nivel internacional.
Domingo 19 de enero
Los Jaivas. La legendaria banda viñamarina mostró una suerte de MTV Unplugged o Tiny Desk. En un escenario como el living de su casa, con instrumentos acústicos y recibiendo invitados: el coro de la USM, la soprano Pilar Aguilera y el cantante Nano Stern. La idea era muy buena, pero la ejecución dejó algunas dudas. De partida, la calidad del sonido no estuvo a la altura de la propuesta. No se pudo apreciar bien la intervención del coro. La performance era culturalmente pertinente y artísticamente bella, pero televisivamente resultaba lenta, latiguda, y por momentos latera. En algún momento temí que «Primer Plano» los pasara por encima en rating (lo que por suerte no ocurrió). Después de la entrega del huaso a caballo, se pusieron a cantar las “sandías caladas” y la cosa se anduvo componiendo. A Los Jaivas, por lo que son y representan, les aguantaron este “gustito” y cerraron su paso por Olmué con el público aplaudiendo de pie.
Mauricio Palma. El psicólogo y ex integrante de la banda del late de Julio César Rodríguez hizo gala de un notable oficio. Hay un progreso evidente respecto a su exitoso show de Viña del 2019. Se echó al público al bolsillo rápidamente. Rutina rápida, entretenida, atractiva y con contenido, donde mezcló música, contenido y humor en las dosis precisas. Lo de Violento Parra fue simplemente desopilante desde su entrada a lo Elvis. Una demoledora crítica social, una clase magistral de incorrección política. Un crack absoluto Palma. El mejor comediante de este año en Olmué.
Saiko. Esta banda parece ser el «Lado B» de La Ley. Sus canciones suenan a que no alcanzaron a entrar a «Doble Opuesto», «Invisible» o «Desiertos». Nada raro, considerando la cantidad de ex integrantes que han pasado por ahí. Denisse Malebrán es una suerte de “alter ego femenino” de Beto Cuevas, y al igual que el cantante, tiene pacto con el diablo. Está al borde de las cinco décadas de edad y tiene un aspecto y energía de una treintañera, además de una voz prodigiosa y muy bien mantenida. Me encantó el cover de “Estrechez de Corazón” y notable “Lo que mereces” con ese coro gospel vestido de blanco. Muy buen concierto para cerrar el evento.