Producto de la emergencia suscitada por la insólita oleada de incendios que ha atacado a Chile durante el verano en curso, surgió la idea de suspender el próximo Festival de Viña para supuestamente usar esos recursos para ayudar a los damnificados de los incendios. Esta es una idea políticamente correcta, pero demagógica, oportunista e impracticable. Hay mucha gente que ha adherido a ella con un genuina buena intención, y otros que derechamente odian el Festival, que se alegraron cuando se suspendió la última jornada del 2010 debido al 27-F y que se han colgado de esta iniciativa para anularlo.
De partida, el Festival está programado a finales de febrero, momento en el cual (si el Supertanker, el Luchín, el Antonov, el Elvis y toda la pandilla de monstruos aéreos lo permiten), la situación va a estar más controlada. Además, si sigue en pie la Fiesta de la Independencia de Talca, que se llevará a cabo entre el 9 y el 12 de Febrero en una ciudad directamente afectada por los siniestros, ni hablar de suspender un evento que se desarrollará en 3 semanas más y lejos de la zona siniestrada.
Por otra parte, la idea resulta impracticable, pues hay contratos firmados y pagados con artistas, técnicos y diversos servicios, y la suspensión del evento significaría importantes pagos por indemnizaciones. O sea, no solamente no recuperaría plata para los damnificados, e incluso habría que hacer una campaña para recaudar dinero para dichos pagos.
Además, suspender el Festival de Viña sería una aberración estratégica tan grande como suspender el Año Nuevo en el Mar en Valparaíso. El Festival es una marca reconocida a nivel mundial, que le sirve a Viña para darse a conocer en el planeta. Este evento para Viña del Mar como ciudad turística, es la «guinda de la torta» del verano. Gracias al festival, la última semana estival en Viña es a todo dar, con mucha gente dando vuelta, la atención mediática centrada en la ciudad, y todo lo que ello conlleva en cuanto a ingresos para el comercio local. Y eso al final es trabajo y negocio. Hay mucha gente que depende del turismo en Viña, y no me parece que haya que sabotearles el momento peak de la temporada veraniega para ayudar a los damnificados del sur.
Al final, como era de esperarse, el Festival sigue, incluyendo ese verdadero antro de banalidad que es la Gala, cuya idea de suspenderlo parecía más razonable. Según indicaron los organizadores, al evento se le dará un carácter especial acorde a las circunstancias, con mucho evento solidario a su alrededor.
Guste o no, y salvo fuerza mayor, tendremos Festival. A los que no les gusta, tienen el cable, You Tube, Netflix o las Semanas Musicales de Frutillar. Hay opciones para todos los gustos. Vivan y dejen vivir.