En un nuevo capítulo de “De Tú A Tú”, Martín Cárcamo fue hasta la casa del ex tenista, quien vive junto a su pareja Luciana Aymar, ex jugadora de hockey sobre césped, con la que ya esperan a su segundo hijo.
Fernando González contó que su departamento comenzó siendo de soltero. En uno de los espacios de su casa tuvo un gimnasio cuando aún era jugador, pero a su retiro se transformó en una sala de música donde hacía carretes con sus amigos. Tras la llegada de Luciana o “Lucha” y del pequeño Félix, ocurrieron aún más cambios y se transformó en un hogar para su familia.
El ex tenista contó cómo llegó a las grandes ligas del tenis: en el 2002, Fernando comenzó siendo 200 del mundo y terminó el año en el número 20. «Lo que más me marcó también, fue cuando tus ídolos pasan a ser tus rivales. En juvenil los veía allá, lejos. Pero después empiezas a jugar esos campeonatos. Ellos no saben ni quien eres ni tu nombre, ni te miran. Juego con Pete Sampras mañana y cuando ganó el US Open yo tenía 10 años y estaba en el club de tenis mirando la final. Todas las semanas estaba la probabilidad de ganarle a alguien que admiras», contando una anécdota que vivió cuando jugó con Sampras y le ganó.
“No me asusté por la carrera tenística, me asusté por la exposición mediática que uno podía tener. Antes del boom de internet y redes sociales. Y todos sabían cuando estaba en Chile y cuando no. Sé que era una consecuencia de una carrera exitosa, pero igual te da un peso personal. Cosa que quizás un alemán, un español o un estadounidense no lo tienen, como pasaba acá en Chile porque habían pocos deportistas a nivel mundial en esa época”, confesó.
González afirma que “lo que más me costaba no era entrenar, ni comer bien, ni los aviones. Era la soledad del hotel. Pasas de un estadio lleno con 10 mil personas, con una energía, y sales con triunfo o derrota, sales arriba o abajo, y después llegas a la pieza del hotel y estás solo. Y no quieres estar ahí, me gustaría estar en otro lado. Un momento dije ‘mi felicidad no puede depender de mi carrera’. Me despertaba a las 4 de la mañana al baño y me quedaba una hora despierto. No puedes comer, no te entra nada… me podría pasar eso ahora”, causando la risa de todos los presentes al revelar que ha subido 10 a 15 kilos.
Bajo ese contexto, Fernando abrió su corazón para contarle cómo decidió retirarse del deporte. En un torneo al que asistió, le pasaron una pieza muy buena, pero él estaba intranquilo y comenzó a cuestionarse si jugaba o no. Jugaba contra Tommy Haas, que se había operado de lo mismo que él, hasta que decidió que no iba a jugar. Y al firmar la ficha de retiro, le cambió el ánimo.
«Siempre he querido que fuera una decisión mía. Mi psicólogo deportivo, Enrique Aguayo, me dijo bien chico ‘el retiro hay que prepararlo’. Y vi casos de tenistas o deportistas que alargaban de más su carrera. Pero de que siga jugando porque no sabes que hacer, es un daño gigantesco. Era una cosa que la tenía en mí, por respeto a mi carrera, a mí y también por felicidad», confiesa.
Martín le muestra las imágenes de la semifinal de Roland Garros, donde peleó una pelota y alegó a los árbitros. “Ese partido es uno de los más dolorosos de mi carrera, sin duda. Estaba jugando increíble y me metió cuatro palazos y me paralizó y me ganó 6-4. Fue el último partido que jugué sin dolor en mi vida. Lo que pasó específicamente en ese punto, fue que yo la vi mala, la marqué y después efectivamente fue mala. Y tenía una impotencia quería dejar la… y no sé qué le dije al árbitro y limpié con el poto la marca”.
González confiesa que cuando se retiró fue más feliz y que su psicólogo es la hípica. Dejó el tenis a los 31 años y había pensado en retirarse después de los JJ.OO. 2013, pero no quiso estirar su carrera ya que su mente estaba en otra. Martín le pregunta si él tenía claro lo que iba a hacer una vez retirado, a lo que Fernando responde: “directo a la parrilla. ¿Te queda alguna duda? Me interesa tener mi tiempo y la libertad, sobre todo ahora con un hijo. Las cuentas las pago con lo que hice”.