Aunque ya tenía un largo recorrido, en los últimos meses la carrera de Fabrizio Copano ha tenido un despegue espectacular.
Comenzó muy joven, a los 13 años, y desde entonces ha sido guionista de programas de televisión, locutor radial y parte del “Club de la Comedia”. Hace siete años decidió internacionalizarse y entonces se radicó durante un año en México, luego estuvo cuatro en Los Ángeles, Estados Unidos, y desde hace dos vivé en Nueva York.
Todo muy bien, pero desde que en enero pasado se presentó en “The Late Late Show” del comediante James Corden, el ritmo ha sido vertiginoso, tanto, que el principal diario español, El País, le dedicó una gran nota publicada en su edición dominical de hoy.
En ella se afirma que tras ello Copano, ya de 34 años, tuvo su exitosa presentación en el Festival de Viña del Mar, en marzo hizo una gira por seis ciudades de España y actualmente recorre Chile para realizar 16 presentaciones.
Sin embargo, el comediante asegura que lo más determinante fue cerrar contrato con WME, una de las principales productoras de talentos a nivel global, y entrar al Comedy Cellar, considerado el club de comedia más prestigioso del mundo, un sitio donde figuras como Chris Rock ensayan sus rutinas.
Moralina en redes sociales
Muchos cambios positivos. Lo que permanece inmutable en Fabrizio Copano es que no teme meterse en lugares incómodos.
Habla, por ejemplo, del supuesto renacimiento del pinochetismo tras el triunfo del Partido Republicano en la elección de consejeros constitucionales del 7 de mayo, un tema que aborda con seriedad.
“No creo que los republicanos estén trayendo de vuelta a Pinochet. Quizás nunca se fue, quizás nunca se desintoxicó Chile de lo que pasó. Hicieron todas estas concesiones y eso se paga. Pero no creo que Chile se haya llenado de pinochetistas y fascistas como a veces la izquierda quiere creer para poder ordenar a sus enemigos”, señala entrevistado por El País.
Su tesis es que las personas tenían miedo ante los problemas de seguridad que enfrenta Chile y votaron por la alternativa que más hablaba sobre ese tema. Sostiene que no fue una reacción ideológica.
“No creo que haya un peso de la ultraderecha, así como que tampoco, y claramente se notó, no había un peso de la izquierda”, dice.
También se refirió a la cultura de la cancelación, la que califica de “una fantasía de Internet, algo así como los bitcoins”, a la que se da demasiada importancia.
“El odio de redes sociales es muy líquido y diría que ni siquiera es personal, es como una catarsis absurda de la libertad de estar lejos, de no ser un humano frente a otro”, analiza.
En la cancelación, reflexiona finalmente, “hay una tangente moralista importante, y Chile es un país muy moralista, hay una moralina tanto de izquierda como de derecha”.