Eso de que las personas tatuadas tienen mala vida o no son de confiar, sin duda es un prejuicio que no aplica en este momento de la historia. Y así justamente lo entiende el chef Sergi Arola, quien luce orgulloso 24 creaciones en sus brazos.
“Eso pasaba hace años. Ahora puedo tener prejuicios en contra de personas con chaqueta y corbata. Todos los que me engañaron en mi vida vestían chaqueta, corbata y zapatos lustrosos”, dijo el cocinero catalán a La Cuarta, al ser entrevistado justamente por el arte que luce en sus extremidades superiores.
La paleta de dibujos es variada y de creadores diversos. Y es que Sergi Arola no tiene tatuador oficial, por eso al país que llega, pide datos de buenos profesionales en la materia. “Normalmente busco referencias. Con algunos me ha funcionado bien y con otros no tanto. Lo que sí es una constante es que (el diseño) tiene que ser una simbología de algo que quiera decir o contar”, explica el también presentador de El Discípulo del Chef.
Por lo mismo, cada una de las figuras que lleva en sus brazos tienen un valor sentimental puesto que representan aspectos especiales de su existencia. “Tienen un poco de simbología y cada uno me recuerda algo bonito que viví. Eso sí, el último que me hice fue para borrar algo de lo que no quiero hacer publicidad”, recalca el chef.
De hecho, en cada país donde ha montado un restorán lo ha dejado registrado en sus brazos. Chile no fue la excepción. “Cuando abrí en el Hotel Ritz-Carlton me tatué un búho y aún lo llevo conmigo. Lo tengo en el antebrazo y le tengo mucho cariño. Me ha traído de vuelta a este país”.
Entre otros, también lleva en la piel una letra A, “que estaba en el llavero de mi abuelo, de Arola”, una bayoneta, un símbolo chino “que representa lealtad”, unas hojas de hiedra. “No me guío por algo específico”, reconoció el profesional de 51 años.