Ha sido parte de teleseries con gran éxito como “La Doña”, “Eres Mi Tesoro” y “Amanda”, apuestas que le han brindado gran popularidad en Chile y en el extranjero. En el podcast «Impacto en el Rostro», el actor repasó sus diversos personajes en teleseries, desde su debut en “Puertas Adentro” hasta la fallida “La Reina de Franklin”.
Nicolás fue el nombre de tu personaje en “Puertas Adentro”, tu primera teleserie, rol que se relacionaba con el de Adela Secall y el de Delfina Guzmán, ya que estudiaban derecho. ¿Cómo llegaste a esta producción?
Yo estaba egresando de la Escuela de Teatro de la Católica y me llamó TVN para este rol junto a Adela Secall. Yo venía saliendo y en la escuela yo era súper actor, súper teatral, quería hacerlo todo, quería salir a comerme al mundo. Y llega este rol, grabé sin saber mucho lo que era grabar una teleserie porque uno viene del teatro que es más ritual, en donde te enseñan una cosa más docta, con otros tiempos. Y llegué a la tele donde todo es rápido, donde todo es veloz, donde todo deber ser ahora, donde sacas 20 escenas en un día. Entonces igual fue chocante eso. Es verdad que la teleserie te entrega un campo económico mayor, es más estable. Pero para mí nunca fue como “la entrada a las teleseries”, para mí fue ir, probar este nuevo campo laboral y seguir trabajando en diferentes cosas. La experiencia en “Puertas Adentro” fue bien rara, yo lo conversaba con la Adela hace poquito. “Oye, Adela, ¿tú te acuerdas que yo era chico y que entré a esta teleserie?”. Me dijo: «sí». Yo me sentí apretado porque era mi primera vez, venía todo pollo, y en ese sentido la Adela me comentaba que justamente en esa teleserie, cuando yo entré, habían pasado ciertas cosas que tenían el ambiente tenso y yo eso lo sentí. Y yo dije, «¿y esto es hacer teleseries?. Si bien fue una buena experiencia que me dio grandes herramientas como para empezar en este mundo, en ese momento sentí tenso el ambiente.
¿Habrá sido por la derrota en sintonía frente a “Machos”?
Lo más probable. Como en ese momento yo era tan chico, tenía veintiuno, no tenía ni opinión. Claramente las bajas de rating crean gente más preocupada, más molestas. Pero me gustó harto. Al principio fue un poco chocante, creo que le hubiese dado un poco más de ritualidad. Los actores en ese sentido valoramos mucho el arte, de darle valor al lugar. Pero después me fui acostumbrando a que la teleserie es así y que es un ejercicio súper choro, el cambiar de una escena a otra. Una vez para “El Regreso” tenía que grabar 23 escenas en un día. Y el plan contemplaba 30. Y no eran escenas de “hola, ¿cómo estai?”. En las últimas cinco terminaba llorando, casi muerto, tirado en el baño. Ahí comencé a valorar mucho a mis compañeros actores, que eran capaces de hacer televisión, de lograr escenas profundas. Y para poder llegar a muchas escenas de peso, hay que tener un training. Es un desafío el que te propone el formato. Yo he escuchado mucho que las teleseries son una fábrica de salchichas, pero igual si tu logras entrar en eso y lo logras dominar, es tremendo.
Años más tarde, fuiste parte del elenco estable de la teleserie juvenil “Amor en tiempo récord”, una historia que trataba sobre la vida de deportistas de alto rendimiento. Aquí interpretaste a Sebastián Tapia, un engreído atleta…
Lo pasé súper bien. El elenco era súper joven. En ese momento estaba muy de moda “16” y “17” y esto fue un intento de continuar con estas teleseries jóvenes. Esta producción no fue lo mejor de esta tirada. Hubo un intento de hacer algo diferente, pero en la misma línea… y quedó ahí. Pero yo era muy chico y me sirvió mucho como experiencia. Yo creo que la historia no fue la mejor, la más acertada. “16” tenía un público ya ganado, entonces veníamos con esa sombra, con esa vara alta de tener que hacer una teleserie a la altura de… Y no se logró. De ahí salieron varios actores, como la Bego Basauri, el Tito Horton, la Lore Bosh. Recuerdo que trabajaba con Ángela Vallejos, mi hermana en la ficción. Ella no hizo más teleseries porque se fue más por el teatro. Ángela es prima de Camila Vallejos. Fue muy rico trabajar con ella.
En “La Doña” te vimos interpretando a Nahuel, el indígena favorito de Catalina de los Ríos y Lisperguer (Claudia Di Girolamo). ¿Desde un principio supiste de la alta carga sexual del proyecto?
Sí, y no tuve miedo porque yo creo que todo el elenco estaba en ésa. Veías escenas donde Alfredo Castro con la Cata Pulido tenían unas escenas de sexo que tu decías ¡wow!. Al principio, para mí fue muy como “¿cómo se hace esto? ¿cómo nos tiramos al vacío?” Yo había hecho unos capítulos de “Infieles”, pero ahí yo me sacaba la polera, nunca fue tanto destape. En “La Doña” fue un destape heavy. La primera escena que tuve con Claudia Di Girolamo ella se sacó toda la ropa antes, entonces yo dije “ya, acá estamos, tengo que estar a la altura de las circunstancias”. Ese elenco fue bien power, eso ayudó a enfrentar el tono de la teleserie. Y resultó, fue una gran teleserie, dentro de CHV fue la teleserie de Sabatini con más rating. Fue una gran experiencia, lo pasé chancho. Teníamos clase de caballo, clases de pelea, clases de espalda, en fin.
¿Nahuel era mapuche?
Yo pensé al principio que este personaje podría ser mapuche. Pero hablando con Vicente Sabatini siempre acordamos que no lo fuera. Nunca nos quisimos casar con el pueblo mapuche. Si bien el vestuario era muy cercano, el “mono”, la visualidad del personaje no era necesariamente mapuche. Nunca se quiso imitar a un mapuche, nunca se pensó hablar en mapudungun. Simplemente lo vi como un personaje icónico, algo que de alguna manera representaba a los pueblos originarios oprimidos. Este personaje representaba eso, a un salvaje oprimido, pero revolucionario, al que no se dejaba oprimir, el que iba a luchar siempre por su libertad. Era un personaje que se podía relacionar con el pueblo mapuche pero nunca quisimos decir que era un mapuche. Una vez grité un “marichiweu” en una escena, pero más que eso, no.
¿Cuál fue la escena más difícil de grabar en “La Doña”?
Unas escenas que tuvieron mucho trabajo fueron unas junto al rol de Alfredo Castro. Ese personaje raptaba a Nahuel y lo empezaba a hacer pelear en clandestinos, para ganar plata. Y me metía a pelear en unos galpones. Esas escenas las preparamos mucho rato, había que hacer coreografías con cuchillos. Eran coreografías bien grandotas.
La siguiente nocturna de CHV fue “La Sexóloga”, en donde interpretaste a Robert Loyola. Se trata de una teleserie escrita por la guionista Coca Gómez y dirigida por Vicente Sabatini…
¡Lo pasé pésimo en esa teleserie! Y no solamente yo. A mí nunca me preguntan por esta teleserie porque no le fue bien y al final duramos como diez capítulos y nos mandaron a las dos de la mañana. “La Sexóloga” me sirvió mucho para saber cuándo una teleserie no funciona. Eran muchos factores que la llevaron al fracaso, más allá del guion. Estando ahí, a un mes de salir al aire, nosotros ya sabíamos que no le iba a ir bien. Uno de los factores importantes aquí fue que la teleserie era un experimento que hizo el canal, porque se juntó a la Coca Gómez y Vicente Sabatini. Y si bien ella era la guionista, al mismo tiempo tenía mucha injerencia en la factura de las teleseries, en cómo se realizaban. Y en este caso, se puso a la Coca con todo ese peso, con toda esa injerencia, con un director como Vicente, que también él tenia una visión muy clara. Y esta mezcla de dos cabezas, de dos líderes, yo siento que este experimento no funcionó muy bien. Venía un elenco con Vicente y otro que venía de la Coca. Se juntaron dos maneras de hacer teleseries. Entonces, en ese experimento, no resultó. De todas formas, yo vi a todos mis compañeros trabajando, tratando de sacar adelante la teleserie.
Tu debut en el horario diurno fue con “El Regreso”, teleserie protagonizada por Alejandra Fosalba y que tenía exteriores en el barrio Patronato…
Todas las teleseries diurnas que hice de “El Regreso” para adelante son puros deditos para arriba. Me encantó ese formato, me encontré con otro público, me encontré con teleseries más venezolanas, de la escena de llanto, la cosa dramática. A mí me encantaron, me encantaron hacerlas, sostener ese tipo de escenas es un trabajo súper interesante. Y sobre “El Regreso”, lo encontré increíble, me encantaba la propuesta de hacerla en Patronato. Encuentro que pudo haber sido mucho más. Si bien se tomó el barrio, pasaba ahí, creo que en la factura se pudo haber implementado mucho más. Es interesante el rescate de los barrios, el tema es que no quede ahí, como anecdótico. Ahora no sé si el formato lo permite, uno cuenta una teleserie, no un documental del barrio. Pero se estaban echando a andar las teleseries de la tarde y eran apuestas económicamente mas acotadas. Y eso no permitía que se desarrollara tanto el tema de los exteriores. Me acuerdo mucho que la gente de Patronato, los restaurantes árabes, nos llevaban todo tipo de comidas. Se me abrió un mundo.
Víctor Reyes fue tu personaje en “Amanda”, la teleserie diurna más vista hasta ahora. Se trata de una teleserie escrita por el guionista Luis Ponce y que ha sido transmitida en muchos países de distintos continentes. Cuando te invitaron a este proyecto, ¿sentiste que era una propuesta interesante?
Yo sentí que era más interesante que las otras, por el constructo de relaciones. Ya la propuesta de historia se veía interesante, se corrió un riesgo porque tenía cosas que se veían en el horario de la noche, como asesinatos, violaciones, cosas más crudas. Como ibas a tratar estos temas en este horario se volvía súper interesante. Había un poco mas de riesgo. La estructura fue icónica, esta heroína que sufre en manos de cuatro hombres, esta cosa media machista que representa a Chile, el campo chileno también es un lugar super machista y frente a esta mujer fuerte, nuestra heroína. Que el personaje principal sea la heroína es un poco lo que se probó también en “El regreso” con Alejandra Fosalba, o con la María José Bello en “Eres Mi Tesoro”. En este caso, esta heroína, Amanda, se tenía que enfrentar a lugares muchos más profundos, enfrentar una historia de violación, asesinatos, eran temas mucho más arriesgados. Eso atrajo mucho, la estructura era un poco arquetipo, incluso mi personaje, el héroe, el amigo de la heroína, como uno lo puede ver en las historietas o incluso en el teatro. A mí me encanta la pluma de Luis Ponce, como estructura los personajes, todos importan, no hay personajes porque sí. Las situaciones son muy importantes. Y eso atrae mucho. A mé me hablan de muchos países contándome que han visto la teleserie, como por ejemplo de Uruguay, de Puerto rico o de Francia. Una vez estaba en Portugal, me metí a un restaurante y le pregunté a una garzona por el baño. Me quedó mirando y me preguntó si era Víctor. Me dijo que veía “Amanda”. También me reconocieron en Madrid. “Amanda” traspasó fronteras y eso no me había pasado.
Fuiste parte de “La Reina de Franklin”, la fallida apuesta de AGTV para Canal 13. ¿Cómo explicarías su fracaso en sintonía?
Desde el guion nunca se definió bien, no había un buen norte. Siempre me preguntaba, “¿qué es lo que estamos contando?” Era la primera teleserie de Diego Rougier, entonces de alguna manera fue todo un experimento. Era un nuevo elenco, veníamos de partes distintas, entonces nos tuvimos que conocer ahí. No se definió cuál era el tono actoral para que todos estuviéramos detrás de eso. Otro experimento tal como “La Sexóloga” en donde se intentó aunar elementos, ponerlos para que funcionen y no funcionaron. Dentro del “ir construyendo” pasa mucho que el equipo va descubriendo hacia donde va. Entonces, en el caso de “La Reina de Franklin”, en ese ir descubriendo, mi personaje cambió varias veces. En algún momento fue como “ya, pero… ¿quién es?” Me costó mucho definir porque la historia se transformaba, no había claridad.