El jueves 12 de marzo, un canoso Mario Kreutzberger fue entrevistado por Eduardo Fuentes en “Mentiras Verdaderas”. El tema central era evidente: la Teletón programada para el viernes 3 y sábado 4 de abril próximos. Las circunstancias del momento hacen pensar comprensiblemente a muchos la conveniencia de postergar el evento para más adelante. Sin embargo, Don Francisco señaló que el evento se realizaría contra viento y marea, aunque adaptándose a las circunstancias: sin eventos que impliquen aglomeraciones de público, y probablemente sin público en el teatro. De realizarse, sería una edición extraña, minimalista, casi como un programa de televisión más.
La Teletón nunca ha tenido escenarios fáciles. Se inició a finales de 1978, en plena Dictadura y ad portas de una guerra con Argentina. Sobrevivió a la recesión de inicios de los 80, el plebiscito de 1988, el retorno de la democracia, la crisis asiática, los terremotos de 1985 y 2010, etc. Sin embargo, nunca en su historia se ha enfrentado a una conjunción de condiciones tan complicadas.
De partida, está la crisis planetaria desatada por el Coronavirus, que ha obligado a suspender eventos deportivos (Eliminatorias Mundialistas, Copa Libertadores, Champions League, Europa League, Circuito ATP, Fórmula 1, etc), conciertos (Coachella, Lollapalooza, recitales varios) y que incluso tiene en cuestionamiento al mismísimo plebiscito del 26 de abril. ¿Será posible realizar el evento en un país en cuarentena, con colegios, universidades y gran parte del comercio suspendido, con prohibición de actividades masivas? Sin perjuicio de que una importante cantidad de bancos van a sumarse al Banco de Chile para la recolección de fondos vía un “botón digital”, va a ser raro un evento donde dependeríamos como nunca de las transferencias en línea.
Ya la cosa estaba complicada por el Estallido Social y la «grieta» que ha revelado. De hecho, la contingencia obligó a postergarla de su fecha original a inicios de diciembre del 2019, y trasladarla a inicios de abril, poco después de finalizado marzo, el mes más complicado desde el punto de vista del presupuesto familiar (pago de patentes, matrículas y útiles escolares, etc). Lo sucedido en el reciente Festival de Viña demostró que no es buena idea intentar hacerse los giles con la contingencia. Ya Don Francisco anunció que no se invitarían políticos al evento. ¿Será buena idea invitar al ultra-desprestigiado Presidente de la República a que participe y haga un discurso? Por otra parte, en una entrevista para Radio Cooperativa hace un par de semanas, el animador defendió públicamente a Carabineros llamándolos “orgullo nacional”, apelativo extremadamente difícil de sostener dado el extremo desprestigio de la institución policial.
Relacionado con lo anterior, está el tema del plebiscito constituyente contemplado (si Dios quiere y el Coronavirus se hace el sordo) para el 26 de abril. Si bien la edición del 2018 fue la primera realizada en año de elección presidencial, se dio en la tregua entre la primera y la segunda vuelta. Esta sería la primera vez que se realizaría en plena campaña, donde incluso la transmisión del evento sería interrumpido por la franja electoral.
Para más remate, todo el contexto anterior ha redundado en una situación económica inestable, con el dólar por las nubes, aumento de cesantía, industrias completas colapsadas, etc., lo cual dificultará la capacidad de los chilenos para donar dinero a la causa.
Finalmente, esta Teletón pilla a la industria de la TV abierta chilena, eje de la obra, en plena crisis estructural y de credibilidad. La TV tradicional ya no tiene la relevancia de antes, y está cada vez más amenazada por el streaming, como Netflix y YouTube. Además, la obra sigue dependiendo demasiado del casi octogenario Mario Kreutzberger. No se aprecia ningún rostro o conjunto de rostros capaz de tomar la posta. El que en algún momento se vislumbró para ese rol, Rafael Araneda, tuvo que emigrar a Estados Unidos pues no encontró lugar en el medio local después de su salida de Chilevisión.
Difícil coyuntura. Salvo que el gobierno o un grupo de empresarios le lancen un salvavidas económico al Instituto de Rehabilitación Infantil, ella necesita del evento para poder subsistir, y una nueva suspensión los pondría en una situación muy complicada. Por otra parte, la realización del evento en las actuales circunstancias conlleva el riesgo de un fiasco histórico que dejaría la misma problemática financiera. Los organizadores del evento tienen decisiones muy complicadas que tomar en las tres semanas que quedan.