Su nombre y figura es parte del identitario del folclore y música popular del país. Canciones como “La casa nueva” o “Me gusta el vino”, arrancaron más de una lágrima y risas en las celebraciones familiares y fiestas patrias, gracias a su particular forma de contar las historias de la vida y la cotidianidad de los chilenos, llenas de gracia y picardía.
Lamentablemente, el reconocimiento y reputación tan bien ganada por Humberto Baeza Fernández, más conocido como Tito Fernández, “El Temucano”, de un momento a otro se vino abajo tras las acusaciones de abuso sexual que le hicieran diversas mujeres, y la consiguiente y mediática investigación de la que fue parte, situación por la que finalmente tuvo que cumplir prisión preventiva.
Pero este sábado, su historia, cubierta de dulce y en los últimos años de agraz, llegó a su fin con su muerte a los 80 años.
Sobre el deceso del folclorista, el Hospital de Puerto Montt emitió un comunicado que luego publicó en su Twitter, en el que informó de la situación y lamentaba el fallecimiento. Indicó que el folclorista se encontraba aquejado de diversas enfermedades de base, las que eran tratadas en dicho recinto de la X Región, razón por la que, además, era uno de sus pacientes crónicos y contaba con visitas domiciliarias del equipo de salud.
Estos problemas, que se agravaron aun más con el juicio que enfrentó y que lo tuvo siendo portada durante buen tiempo en los medios nacionales, habían hecho que se retirara de los escenarios, dejando como legado más de 40 discos publicados entre 1970 hasta principios del 2000.
Sus influencias
Tito Fernández nació el 9 de diciembre de 1942 en Temuco y a los 13 años dejó la casa familiar para trasladarse a Santiago e ingresar a la Escuela de Especialidades Sargento 1° Adolfo Menadier Rojas, de la Fuerza Aérea. Regresó a su ciudad natal con más de 20 años, ya casado y con hijos.
Pero fue en la capital donde comenzó a experimentar con la música, cantando en lugares nocturnos y escribiendo canciones que narraban los avatares de la ciudad y sus personajes, de sus vocablos y costumbres.
Con la guitarra, recorrió bares y pubs y hasta llegó al Perú, lugar donde ganó su fama. Regresó al país en 1971 y tras estudiar un tiempo Pedagogía en la Universidad de La Frontera de Temuco, finalmente volvió a la música tras ser convencido por Ángel Parra, de quien recibió influencias para abordar temas sociales y políticos en sus canciones. En esas instancias conoció incluso a Pablo Neruda y Víctor Jara, de quienes fue amigo.
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