La farándula recargada volvió a la TV abierta. Los triángulos Orsini-Valdivia-Aránguiz y Jara-Kaminski-Andrade han concitado la atención de la opinión pública, y generado la necesidad de resucitar programas como “Primer Plano”. Además, contagió a la discusión política y es factor importante de su actual estado de decadencia.
La farándula venía anunciando su retorno desde hace rato. La pelea mediática entre Daniela Aránguiz y Ana Alvarado; el éxito de “El Purgatorio”; la irrupción en los medios mainstream del fenómeno de Naya Fácil; el particular matrimonio de María José Castro y Nicolás Copano. Desde hace rato había claras evidencias de que la farándula venía saliendo de su hibernación obligada por el Estallido Social y la pandemia, y que pisa fuerte buscando retomar su lugar en la opinión pública.
Los dramas sentimentales la llevan. La farándula llegó en formato de conflictos de pareja e infidelidades dignos de teleserie turca o folletín de Corín Tellado. Los casos más sonados son dos triángulos amorosos: el de Jorge Valdivia, Daniela Aránguiz y la diputada Maite Orsini; y el de Carla Jara, Francisco Kaminski y Camila Andrade. Además, tenemos los quiebres matrimoniales de las parejas de Angélica Castro con Cristián de la Fuente, e Ivette Vergara con Fernando Solabarrieta.
Verdaderos duelos comunicacionales. El actual epicentro de la farándula televisiva es “Podemos Hablar”, el programa conducido por Julio César Rodríguez que, de manera muy oportuna, se convirtió en el confesionario de los famosos. La entrevista a Carla Jara, que logró un rating notable para los tiempos que corren, fue una clase magistral de dignidad e inteligencia emocional. La ex Mekano se tituló de “dama”, demostrando asertividad y madurez. Por su parte, Kaminski, el “Benjamín Vicuña de los pobres” como lo llamó Larry Moe, quedó en una posición incómoda. Cuando tuvo su derecho a réplica con Julio César, intentó un errático “control de daños comunicacional” que no le funcionó.
Pelea de barro mediática. Mucho menos diplomática ha sido Daniela Aránguiz, a propósito de sus cruentos dichos contra la Maite Orsini. Hay demasiado despecho y resentimiento en la “care cuica”, el que quedó reflejado en ese estúpido video donde sale burlándose de manera sumamente pendeja de la reciente afición de su ex marido por el ukelele.
Se viene el retorno de los programas de chimentos. Después del fin de “Me Late” en TV+, ahora ese canal tiene “Sígueme” con Julia Vial; está “Qué Te Lo Digo” en Zona Latina, el ya citado “Podemos Hablar” de Chilevisión, y la posibilidad del retorno del clásico “Primer Plano”.
Y además se tomó la política. El debate público actual está demasiado teñido de farándula. La discusión política se chacreó, se puso tóxica, se transformó en un largo capítulo de “Sin Filtros”. Los debates, más que duelos de ideas o batallas intelectuales, parecen “cara a cara” de reality shows. Aparte de la llegada a la política de rostros provenientes de la farándula, como Pamela Jiles y Cathy Barriga, aparecieron muchos otros, como Gaspar Rivas, Rodolfo Carter y casi toda la bancada republicana, adictos a la “cuña” vendedora, y las performances efectistas, electoralmente “resultonas”, y en algunas ocasiones poco prudentes. El congreso se transformó en un campo de batalla de mercenarios mediáticos buscando cualquier subterfugio para hacerse notar. Son todos golpes de imagen. Parece que no prevalece el que tiene los mejores argumentos, sino que el que vende mejor los suyos, aunque sea con recursos espurios y efectistas.
Efecto Cathy Barriga. Uno podría asumir que el faraónico fiasco de la ex Robotina como alcaldesa de Maipú le bajaría los bonos a los “faranduleros” a la hora de incursionar en política. Salvo quizás el caso de René de la Vega como alcalde de Conchalí, los políticos salidos de la farándula han sido un fiasco. Pamela Jiles fue devorada por su personaje de la “Abuela”, y pasó de ser de la izquierda cuasi anarquista a una postura llamativamente cercana a la ultraderecha. Sin embargo, tal parece que van a insistir. En algún momento se insinuó al histórico director de orquesta y actual concejal Horacio Saavedra para hacerle frente a Tomás Vodanovic (Saavedra contra Vodanovic, ¡las vueltas de la vida!) en Maipú. Hace rato viene haciendo ruido el histriónico abogado con sombrero de gánster Aldo Duque con la idea de competir por la alcaldía de Santiago. Aparte de su públicamente conocido rol de abogado de narcos (algo poco conveniente para lucir en el curriculum vitae de un aspirante a autoridad electa en momentos donde la seguridad y la lucha contra el crimen organizado son temas candentes), su trayectoria mediática asociada a la farándula puede ahuyentarle votos de gente más conservadora.