Este es uno de los artículos más difíciles que me ha tocado escribir. Muchas veces nos encariñamos con cantantes, actores y rostros de TV, y ello conlleva perder objetividad, amplificando las virtudes y minimizando los defectos. En particular, cuando tu “ídolo” o “ícono” realiza una actuación fuertemente controvertida resulta difícil analizar el tema con frialdad, y aunque toda la evidencia vaya en su contra resulta inevitable algún grado de pena.
Como consta en diversos artículos que he escrito con anterioridad en Fotech y en el “Gran Valparaíso”, he venido siguiendo la carrera de Constanza Santa María desde su aparición en “Pantalla Abierta” el 2001. La “chica puntuda” que acorralaba sagazmente a políticos e hizo gran dupla con Cristián Sánchez se convirtió con el pasar de los años en la “mujer ancla” de prensa de Canal 13, siempre bien evaluada, número puesto en los debates presidenciales y rostro importante del otrora canal del angelito. Incluso se dio el lujo de ser jurado del Festival de Viña del Mar el 2019. Más allá de los trolls que siempre existen, tenía una imagen bien ganada de periodista rigurosa y objetiva, sumamente jugada, que no arruga frente a los poderosos (lo demostró en su notable cobertura de la visita del Papa Francisco a Chile), y que trata a todos los sectores políticos por igual, ganándose en partes iguales los calificativos de “facha”, “servil a los poderosos”, etc. de un lado, y “zurda”, “marxista”, “comunista”, etc. del otro lado.
Así estaba todo hasta la entrevista al Senador Felipe Harboe en Tele13 Radio el miércoles 29 de enero pasado. La conversación se centró en el criticado desempeño de Carabineros durante el estallido social. En un momento dado, Constanza señaló lo siguiente: “Se habla constantemente de la desproporcionalidad en el uso de la fuerza por parte de Carabineros, pero, por otro lado, también hemos visto en ciertos momentos que Carabineros se queda sin herramientas y que quienes los defienden dicen que no tienen nada qué hacer para enfrentar estas agresiones, por ejemplo, lo que pasó en Antofagasta con el ataque al retén y uno ve que se quedan sin herramientas para defenderse y eso no puede ser bueno cuando estamos hablando de una fuerza policial”. No queda claro si esto refleja lo que realmente piensa o está jugando al “abogado del diablo” para potenciar el diálogo. Hasta aquí, nada del otro mundo. Se puede concordar o no, pero me parece un cuestionamiento perfectamente legítimo.
Lo que señaló Constanza posteriormente sacó ronchas, y resultó desconcertante, por decir lo menos: “cuando se compara con otros países, en Francia, por ejemplo, cuando uno ve el actuar de la policía frente a los manifestantes cuando están provocando incidentes es bastante duro. Yo no estoy justificándolo, pero siempre miramos a los países desarrollados como un ejemplo y en Francia ha habido, en los últimos tres meses cientos de personas, por ejemplo, heridas con perdigones en los ojos en un número bastante más alto que en nuestro país y parece que allá no fuera tema y ahí es cuando parece que hay una sobrerreacción en nuestro país”.
Aquí ardió Troya. Cony fue fuertemente criticada en redes sociales, no solamente por los trolls de siempre, sino que por colegas de profesión y hasta grupos de víctimas de la represión que cuestionaron la inexactitud de sus datos acerca de la represión en Francia, y le reprocharon el supuesto intento de “bajarle el perfil” al tema de la pérdida de ojos. Aguantó el chaparrón como pudo, y 48 horas después hizo sus descargos: “El miércoles pasado, aquí en este mismo segmento en la radio, en Mesa Central, entrevisté al senador Felipe Harboe. Y entre varias preguntas que le hice, una de ellas provocó que muchas personas se sintieran ofendidas y quiero hacerme cargo de esto. “El periodismo no es para agradar, sino para hacer preguntas que a veces son incómodas. Pero tampoco es para ofender. Yo estaba planteando una pregunta, no era una afirmación. Pero si se entendió que yo estaba minimizando la importancia de los DD. HH, sin duda formulé mal la pregunta. Quiero dejar en claro que mi postura es y siempre ha sido la del respeto irrestricto a los DD.HH. y no relativizo ni un minuto la gravedad de lo que ha ocurrido en Chile durante estos meses. Sobre los datos que entregué de lo ocurrido en Francia, me refería a los datos en general de la represión de la policía francesa, que incluye heridas oculares, pero también desfiguración de rostro, mutilaciones de mano. Y lo usé para apuntar a que el tema de la acción de las policías en manifestaciones no solo era un problema en Chile, sino también en otros países”.
En esta situación hay dos temas a analizar, uno de rigor periodístico y otro de falta de tino y empatía. Respecto al tema periodístico, Constanza basó su opinión en información que a las pocas horas, y de forma abrumadora, demostró ser falsa e inexacta. Las redes sociales se llenaron de datos duros, algunos provenientes de Francia, que hicieron pedazos la ponencia de la periodista. En Francia hubo una cantidad igual o incluso menor de heridas oculares en tres años que en Chile en los tres meses de estallido social; y allá esto “fue tema”, y fue tan “tema” que el gobierno de Macron salió a criticar pública y abiertamente el actuar de sus policías y a tomar medidas correctivas. En diversas entrevistas Constanza ha manifestado la importancia del rigor y del reporteo bien hecho, de estar bien preparado y tener los datos verificados. Aquí todo eso falló estrepitosamente. Me parece un error insólito en una periodista de su experiencia y categoría, y especialmente complicado en tiempos sensibles, globalizados y con proliferación de Fake News.
El segundo asunto es de empatía y tino. Al hablar de una eventual “sobrerreacción” al tema de las heridas oculares, Constanza apareció bajando el perfil de un tema sumamente grave, como si fueran algo trivial y sin tanta importancia. Perder un ojo (y en algunos casos ambos) es una tragedia dolorosa, que destruye sueños y vidas, y que transforma injustamente en discapacitados a personas perfectamente sanas. Tenemos demasiados casos en Chile, y hay mucho dolor en las víctimas y sus familiares. Es un tema que no se puede tomar en forma tan banal y a la ligera. En momentos sensibles como este, donde existe más conciencia que nunca del tema de los Derechos Humanos, hay que cuidar el doble lo que se dice y cómo se dice. Ya Constanza se hizo acreedora a algunas críticas por esa pregunta innecesaria y poco delicada que realizó durante la conferencia de prensa del grupo de búsqueda del avión FACH que cayó al mar en la XII Región. Sospecho que hay un tema de falta de empatía y/o falta de timing en Constanza que es necesario trabajar.
No tengo claro si las aseveraciones de Constanza reflejan lo que realmente piensa, surgieron de las indicaciones de algún jefe o simplemente estaba jugando al “abogado del diablo”, recurso legítimo pero que al parecer no es entendido por todo el mundo y que hay manejar con especial cuidado en estos tiempos. Por trayectoria, no me parece que sea una periodista “vendida a la derecha”. Ese calificativo se lo reservo a gente como Pilar Molina, Gonzalo De La Carrera, Julio López Blanco o Ricardo Coya. Además, como señalé antes, en más de una ocasión la han tratado de “zurda” por ser demasiado “puntuda” con entrevistados de derecha.
¿De qué modo esto marcará la carrera de Constanza Santa María? Muchos en redes sociales han llegado a pedir su cabeza. Si bien en los días posteriores al episodio continuó con su trabajo radial normalmente, no apareció conduciendo Teletrece Central junto a Ramón Ulloa. La manera en que enfrentó esto me pareció sumamente honesta: espero 2 días en los que se tuvo que comer completita la furia de la “policía tuitera”, y emitió sus descargos en los cuales reconoció errores. Hizo un buen control de daños comunicacional, aunque para muchos esto resultará insuficiente y se lo sacarán en cara en cualquier momento. Si a esto le sumamos que el asunto trascendió al extranjero y quedó con su imagen muy a mal traer en Francia, creo que este episodio dejó un feo manchón en su brillante carrera.
Todos, incluso los más experimentados, estamos propensos a cometer errores o mandarnos embarradas. Yo también la he cagado, y he tenido que reconocerlo y asumir las consecuencias. A priori no soy de la idea de “fusilar” a alguien por cometer un error. A pesar de esto, sigo considerando a Constanza Santa María una muy buena periodista. Los aciertos que ha tenido superan con creces sus errores, incluyendo este. Ojalá pueda abordar esto de la mejor forma posible y que tenga mejor “ojo” (periodístico y de empatía) en lo sucesivo.