Se vienen épocas de cambio para el “festival de los festivales”. La pandemia que provocó la suspensión de la edición 2021 y amenaza a la del 2022, y los nuevos aires que se vienen en la municipalidad de Viña del Mar con la llegada de Macarena Ripamonti a la alcaldía hacen pensar seriamente que veremos transformaciones importantes en el evento en los años venideros.
Una vez definida la sucesión de la cuestionadísima Virginia Reginato en el municipio viñamarino, se pueden empezar a tirar líneas en torno al futuro del evento. La nueva alcaldesa de la Cuidad Jardín será Macarena Ripamonti, licenciada en ciencias jurídicas de 29 años, perteneciente al Frente Amplio, y que cuenta entre sus antecedentes el haber trabajado como DJ en diversas fiestas electrónicas en el Gran Valparaíso bajo el pseudónimo de “Maca Ripa”. Se podría decir que tiene experiencia en «poner la música para la fiesta», aunque ahora tendrá que hacerlo a escala mucho mayor.
Lo primero que hay que despejar es qué pasará con la edición 2022, cuya realización está claramente condicionada a la evolución de la pandemia. Quedan 9 meses aún, pero mientras el COVID-19 no esté controlado la posibilidad de una nueva cancelación siempre estará latente. A diferencia de la insistencia ansiosa y desesperada de su antecesora para que se hiciera el evento a como diera lugar, Ripamonti ha dicho con claridad que se dará prioridad a la salud. En una entrevista a Radio Cooperativa señaló: «Para pensar si esto se va a desarrollar, lo primero es considerar que debe haber un consenso científico de si están las condiciones sanitarias para llevarlo adelante».
Es decir, Viña 2022 estará superditado a que la comunidad científica esté de acuerdo con su realización. En esa misma entrevista a la radio, la futura edil manifestó que una vez resuelto el tema pandemia, lo siguiente será «revisar las bases técnicas de las licitaciones y las obligaciones contractuales pendientes (…) «Revisando eso y sentándonos a conversar con las contrapartes, poder ver cómo podemos robustecer, enriquecer y trabajar en un proceso participativo y quizás acompañar un plan de desarrollo cultural para darle un cariz viñamarino y seguir potenciando aún más este festival y potenciar otros».
Ripamonti declaró estar consciente de la importancia del evento: «este evento es un punto identitario para Viña del Mar y es un festival que hay que cuidar muchísimo». En su entrevista en el programa “El Amor Según” de Súbela Radio, indicó que “(…) lo único que hace el municipio aquí es mantener los jardines y los espacios durante los años, pero se licita y quien corre con los gastos son los canales de televisión que se lo adjudican mediante licitación. Entonces, finalmente son puros ingresos que tú recibes por el municipio. Que son alrededor de 4200 millones de pesos”. El festival es una fuente de ingresos frescos para el municipio y un evento clave para la temporada de verano de una ciudad turística como Viña del Mar, que claramente no se puede dejar de lado, menos aún en tiempos de crisis y déficit. En su entrevista en Súbela Radio terminó diciendo: “Quiero dar tranquilidad porque me causó un revuelo inesperado lo del festival, pero es porque soy muy de provincia y muy viñamarina. Entonces para mi es algo normal, pero sí es importante. Es un festival que tiene un componente político, cultural y que no se va a acabar. Hay que puro potenciarlo. Hay personas que estaban asustadas de que fuera el final del festival. Y eso es insólito, por favor, no se va a terminar el festival”.
En lo propiamente festivalero, creo que a la flamante alcaldesa en sus primeros cuatro años de gestión le tocará encabezar la transición del evento a un nuevo formato adaptado a la realidad post-COVID19. Todo indica que la edición del 2020 fue la última con el formato histórico, y que, de poder realizarse, la de 2022 podría ser una buena oportunidad para probar los protocolos para eventos masivos en la “nueva normalidad”. Habrá que replantearse todo: la duración de 6 días, los shows hasta altas horas de la noche, las competencias, la gala, la elección de reina, el concepto mismo del “Monstruo”, etc. Un buen modelo a considerar sería el Festival de Eurovisión, un evento con más de 70 años de historia y tradición, que ha sabido reinventarse e ir de la mano con los tiempos, y que hace poco celebró exitosamente su edición 2021 luego de ser cancelado el 2020 por la pandemia.
Vamos a pasar de una alcaldesa “boomer” con un gusto musical muy en la línea de radios como Pudahuel y FM Dos a una alcaldesa “millenial” con pasado de DJ y, por lo que se puede ver en sus entrevistas, más afín al pop anglo y la música electrónica. En sus entrevistas, la futura alcaldesa ha mencionado como artistas de su preferencia a las cantantes estadounidenses Dua Lipa y Taylor Swift, y al grupo Metallica.
En lo personal, dudo que la contingencia económica permita, al menos en los primeros años, traer a artistas como los nombrados, que son muy caros y/o están en el momento top de sus carreras. Intuyo que la cosa se va a decantar más hacia un pop latino más sofisticado como Jorge Drexler, Andrés Calamaro, Rubén Blades, Silvio Rodríguez o Residente; mucho artista nacional -Chico Trujillo, Los Vásquez, Alex Anwandter, Moral Distraída, la Nueva Cumbia Chilena-; por ahí intercalar a alguno de los “regalones” de la era Reginato que igual tienen su público, como Marco Antonio Solís, Ricardo Arjona, Chayanne, Ricardo Montaner y otros; el infaltable reggaetonero o trapero de moda; algún grupo pop emergente como los colombianos Morat y Burning Caravan; y a potentes artistas mujeres latinas como Natalia Lafourcade, Ile, Rosalía, Ana Tijoux, Paloma Mami, Princesa Alba y Mon Laferte, cuya hermana Sol fue compañera de la futura alcaldesa cuando trabajaba como mesera para pagar sus estudios.
En lo que respecta al humor, Ripamonti ha manifestado su preferencia por exponentes de stand up comedy como Natalia Valdebenito y Fabrizio Copano. Creo que además será la oportunidad para dos jóvenes comediantes que pasaron con honores la prueba de suficiencia del Festival de Olmué: Pamela Leiva, y en especial Belén “Belenaza” Mora, actualmente en la cresta de la ola por su participación en “Políticamente Incorrecto” de La Red. ¿Artista anglo? Si el presupuesto lo permite, habrá que poner ojo de contratar a alguno que, más allá de estar o no en la cresta de la ola, sea lo suficientemente profesional para hacer olvidar el fiasco de Maroon 5 del 2020.
A pesar de los chistes y memes que hablan de “Viña del Marx”, dudo mucho que el evento se transforme en una interminable “peña comunacha” con sobredosis de Inti Illimani, Quilapayún, Silvio Rodríguez, Sol y Lluvia y otros respetables artistas de ese estilo. Creo que el futuro comité organizador tendrá efectivamente que mirar hacia el Oriente, pero no a Rusia, China y Corea del Norte, sino que más bien a Corea del Sur y Japón, en particular al fenómeno del pop asiático que tiene una gran fanaticada entre las nuevas generaciones.
Hasta ahora el Festival ha sido un evento preponderantemente “Boomer” y “Generación X”, y salvo excepciones, los gustos musicales de los “millenials” y “centennials” han quedado más bien de lado. Si el festival quiere asegurar su sobrevivencia, tiene que ver la manera de integrar a los más jóvenes, y una excelente manera de lograrlo sería abrirle las compuertas de la Quinta Vergara al pop asiático. Quizás no a los por ahora inalcanzables BTS, pero se puede ver la posibilidad de otros grupos más asequibles que permitan atraer a su incondicional fanaticada al Festival.