Brooke Aunque para las nuevas generaciones no es un rostro tan reconocido, en los años 70 y 80, Brooke Shields era todo un ícono, en gran parte gracias a su deslumbrante belleza.
Lo cierto es que desde que era una niñita, la actriz norteamericana impactó al mundo por su angelical aspecto. Ello, le abrió las puertas del mundo del modelaje y, luego, del cine, donde protagonizó títulos como “La Laguna Azul”, de 1982. Sin embargo, esos mismos atributos físicos que la ayudaron a alcanzar la fama también se fueron transformando en una verdadera carga.
Es una de las sorprendentes revelaciones que la actriz, de hoy 59 años, expresa en “Brooke Shields is not Allowed to Get Old: Thoughts on Aging as a Woman” (“A Brooke Shields no se le permite envejecer: reflexiones sobre el envejecimiento como mujer”). Un libro biográfico el que estará en las librerías el próximo 14 de enero.
Esta vez profundiza en detalles que ya había tocado en el documental de 2023 “Pretty Baby: Brooke Shields”, llamado así en referencia a la controvertida película de 1978, en la que interpretó a una adolescente que es obligada a prostituirse. En dicho material de investigación, se planteó tópicos de violencia de género y las presiones que ha tenido que soportar para mantener una eterna juventud.
Un ejemplo de estos episodios traumáticos lo relató en una entrevista que la actriz estadounidense concedió al semanario US Weekly. Ahí contó una insólita situación que vivió cuando tenía 40 años.
Labioplastia sin consentimiento
Brooke Shields relató que había decido pasar por el quirófano aconsejada por su ginecólogo, después de haber sufrido un sangrado inusual y otras molestias en la zona genital. Sin embargo, el cirujano a cargo de la operación fue más allá y le realizó una labioplastia o rejuvenecimiento vaginal (procedimiento que busca recuperar la tonicidad de los músculos vaginales) sin su consentimiento.
Dijo que quedó “estupefacta” cuando supo que el médico redujo la longitud de los labios íntimos de su vagina sin pedirle permiso.
“Me sentí como si hubiera sido una invasión, algo extraño, como si fuera una violación de algún tipo”, dijo. Agregó que el especialista que realizó el procedimiento, irreversible, se justificó diciendo que había sido “un pequeño extra” respecto del trabajo encomendado.
Además, confesó que, por mucho tiempo, se sintió avergonzada ante lo ocurrido y lo mantuvo en secreto. Señaló que nada indicaba que hubiera la necesidad de que tuviera que estar “más estrecha, más firme o más joven, especialmente allí”.
Aunque Brooke Shields reconoció que le da vergüenza compartir información tan íntima y que dudó acerca de la conveniencia de dar a conocer situaciones demasiado gráficas, expresó en la entrevista que finalmente sintió la necesidad de contar su experiencia.
“Si queremos cambiar la forma en que abordamos y hablamos sobre la salud de las mujeres, entonces necesitamos abordar los temas incómodos, pero muy reales. La vergüenza ya no es una opción”, sentenció.
Para ella, el libro próximo a salir a la venta también es un llamado a asumir el envejecimiento de forma natural.