El periodista de CNN Chile, Daniel Matamala, se ha transformado en un gran referente para la opinión pública en el último tiempo. Aunque ya había conocido de hostilidades -incluyendo una amenazante crítica de Eduardo Bonvallet- a propósito de su libro del Mundial de 1962, en este último tiempo sus columnas en el canal de noticias, en La Tercera y en CIPER lo han convertido en un verdadero imán de troleos en redes sociales.
Su reciente cobertura in-situ de la crisis venezolana lo ha llevado a sufrir un bullying desatado de parte de sectores de derecha que no le perdonan que haya mostrado un supermercado bien provisto. Lo reventaron porque no “confirmó” la escasez de productos. Luego, fue acusado de hacerle una “encerrona” a la diputada comunista Karol Cariola durante un debate en CNN Chile, lo que le granjeó el recibir “cariñitos” de los fanáticos de izquierda.
Anteriormente, Matamala había sido troleado por ponerse a hablar de economía después de hacer una pasantía de algunos meses en la Universidad de Chicago, nada menos que la mismísima “Meca” del neoliberalismo, cuna de los tristemente célebres “Chicago Boys”. En el artículo donde describió su experiencia allí, señaló que la enseñanza que se imparte actualmente en esa universidad era mucho menos dogmática y más abierta que la que habían recibido los fundadores del modelo económico implantado en Chile durante la Dictadura. Es decir, mientras en el “Alma Mater” del neoliberalismo hay mujeres y hombres casados ejerciendo el sacerdocio, sus discípulos chilenos de los 60 y 70 siguen haciendo misas en latín. Eso seguramente le dolió a más de algún defensor de las “bondades” del modelo.
Esto es lo que podríamos llamar el “efecto Matamala”: que te acusen de ser un “maldito facho vendido al sistema capitalista” cuando tus opiniones o reporteos contradicen los dogmas o creencias de la izquierda, y que al poco andar te tilden de “zurdo comunista marxista comeguaguas” si contradices los de la derecha.
Otro rostro de prensa que ha sufrido este efecto es justamente Mónica Rincón, partner de Matamala en CNN Chile, quien también ha asumido un rol opinante e irreverente, lo que le ha granjeado el respeto y la admiración de muchos que la han llegado a bautizar como “Queen Mónica”……..y el odio parido de otros tantos que la catalogan de “rogelia”. Lo suyo es muy meritorio, pues para ello ha tenido que superar la imagen de “apitutada” que tenía al ser pariente de importantes dirigentes del Partido Demócrata Cristiano. Mónica es hermana de la senadora Ximena Rincón y del ex diputado Ricardo Rincón (el mismo que estuvo en el centro de la polémica por problemas de violencia intrafamiliar) y ex cuñada del histórico dirigente Juan Carlos Latorre. En algún momento recibió ninguneos sumamente ácidos por este hecho de la opinóloga y actual diputada Pamela Jiles. Por otra parte, el fallecimiento de una de sus hijas, que tenía Síndrome de Down, ha marcado fuertemente su quehacer profesional, haciéndola particularmente interesada y sensible en temas de inclusión y discriminación.
Si uno analiza con cierto nivel de rigor las columnas, reportajes y editoriales opinantes de Daniel Matamala y Mónica Rincón, se puede percatar que son en general bastante imparciales y fundamentados, donde le dan duro por igual a la izquierda y a la derecha. Están a años luz de ser periodistas militantes o meros agentes de propaganda ideológica como los de los medios afines al Kirchnerismo en Argentina, o el inefable Gonzalo de la Carrera en Chile. Y si analizamos bien, eso mismo pasa con otros destacados rostros de prensa. En estos últimos años he visto sufriendo los rigores del “efecto Matamala” a Matías del Río, Constanza Santa María, Iván Valenzuela, Andrea Arístegui, Nicolás Copano, Soledad Onetto y un largo etcétera. Y no es solamente un fenómeno de la prensa chilena. En España tenemos el caso del youtuber “Un Tío Blanco Hétero”, que en su canal ha realizado críticas duras y fundamentadas a las facciones más radicales del movimiento feminista de la Madre Patria, pero cuyo discurso es en general sumamente ponderado, razonable y muy lejano al de un fanático recalcitrante del machismo. A pesar de eso, se ha granjeado el odio parido del feminismo extremo su país, lo que le ha valido funas, escraches, troleos y bullying vía redes sociales.
Los que critican a estos rostros suelen ser fanáticos sectarios de mentalidad cerrada, completamente incapaces de considerar perspectivas que cuestionen o siquiera maticen sus creencias o dogmas. Para ellos, solamente existen dos posibilidades: o estás absolutamente de acuerdo, o eres enemigo. O es blanco, o es negro. Si alguien osa mostrarles tonos de grises u otros colores, colapsan mentalmente. Todo lo que se salga de su bipolar categorización lo desconcierta, porque no sabe cómo clasificarlo. Entiendo la necesidad de etiquetar el mundo para entenderlo, pero pretender clasificarlo todo en “blanco o negro” se queda inevitablemente corto. La gama de colores completa es un suplicio para las mentes ignorantes y obcecadas.
En lo personal, creo que el hecho de que te hayan tildado de “facho” en algunas ocasiones y de “zurdo” en otras habla muy bien de tu trabajo periodístico. Si eres capaz de tratar los temas con objetividad y rigor, estás haciendo bien la pega. Al final, los fanáticos siempre van a interpretar todo a su pinta, y contra eso no vale la pena pelear. En otras palabras, ser víctima del “efecto Matamala” es signo de que vas por buen camino.