El estreno en Mega de “El Señor de la Querencia” marca un hito en la televisión chilena al tratarse del primer remake o adaptación de una teleserie de nuestro país y, además, realizada por otra estación televisiva. Que a principios del año TVN haya vendido a la señal del Grupo Bethia los derechos de varias de sus telenovelas más icónicas generó opiniones divididas entre quienes trabajan en el género del melodrama y entre sus fanáticos.
Algunos plantean que la movida de Mega será beneficioso para la pequeña industria chilena, ya que abrirá la posibilidad de que historias tan exitosas del pasado sean conocidas por nuevas generaciones, además de emplear una práctica que países que producen teleseries conocen desde hace décadas.
Otros, mientras tanto, temen que eso signifique menos espacios para historias originales en la pantalla chica, impedimento para acceder al contenido original en el que se basarán futuros remakes y que las diferencias de presupuestos entre ficciones de hace más de veinte años con las actuales llegue a dar vergüenza.
El debate por el remake de «El Señor de la Querencia»
Hablamos con dos expertos en materia dramática que pueden hacer un balance de los pros y contras que conlleva para la televisión chilena producir nuevas versiones de sus propias historias, como el remake de «El Señor de la Querencia».
Uno de ellos es José Ignacio Valenzuela, alias el “Chascas”, guionista y autor de las teleseries «Amor a Domicilio», «Marparaíso», «Sabor a Ti», «La Familia de al Lado» y «Dama y Obrero». Junto a él, Soledad Gutiérrez, periodista y coautora del libro «Pantalla Viva», que profundiza el legado de las teleseries chilenas en el público, desde la inauguración de la primera área dramática hasta el año 2021.
¿Qué opinan acerca de que TVN haya cedido los derechos de sus teleseries más exitosas para que Mega las adapte?
J.I.V: Me parece muy bien. Es una práctica muy común en la industria audiovisual, tanto televisiva como cinematográfica, por lo que no veo la razón por la cual TVN no pueda hacer una gestión de ese tipo.
S.G: Creo que para ambas partes significa rendirse en algún sentido. TVN, porque renuncia a los derechos de telenovelas que son parte de su patrimonio, que marcaron época y se integraron a la cultura popular chilena. Es una transacción económica, por un plazo determinado, pero el hecho es que el canal resignó hace años su producción dramática propia, y ahora entrega a otra empresa los derechos de obras que son parte de su identidad. Y Mega, aunque no tiene competencia de otros canales en el área de la ficción nacional, va en busca de historias archiconocidas, una apuesta que quizás consideran segura, pero que restringe ventanas. Si está “El Señor de la Querencia” hay un guion nuevo menos en pantalla. Es curioso porque los guiones originales de Mega tienen buen rendimiento. Y particularmente en el caso de las dos últimas teleseries nocturnas –“Hijos del Desierto” y “Generación 98”- se aprecia un trabajo autoral que aporta al género y que, en los márgenes actuales, tienen buenos resultados de audiencia.
Este proyecto tenía contemplado a la productora Río Estudios e iba a consistir en que el mismo TVN adaptara sus propias historias bajo otros formatos y duración. Ante la prolongada crisis que atraviesa la red estatal, ¿piensas que hubiese funcionado o no?
S.G: Me pareció una idea cuestionable cuando el anterior director de programación del canal estatal propuso estas nuevas versiones en el propio canal. Precisamente por factores como la crisis económica: las teleseries originales son de una época de mayores presupuestos y alcance de público. La televisión abierta concentraba la audiencia y, en consecuencia, el avisaje. Se podía abarcar proyectos de alto presupuesto. Hoy la televisión tiene menos sintonía en promedio, menos avisaje y menos ingresos. También te puedes preguntar ¿en qué medida se toma en cuenta la huella de la teleserie original en el público y el riesgo de enfrentar ambas versiones en el imaginario colectivo?
La experiencia internacional
Esta compra es un hecho que no tiene precedentes en la pantalla local, aunque sí es más frecuente en países con más años dedicados a la producción de telenovelas, como Brasil y México. ¿Favorece o desprestigia a la pequeña industria de ficción en Chile?
J.I.V: En ningún caso creo que esta compra desprestigie la industria de ficción en Chile. Creo, incluso, que puede ayudarla. Nuevas generaciones conocerán personajes y tramas que hicieron historia durante los 90 en nuestro país, y eso puede generar nuevos espectadores. Me parece que una industria dinámica y viva es aquella que está siempre buscando diversas maneras de llegar a nuevos espectadores, y este movimiento responde a esa dinámica. En Chile la noticia generó controversia y ruido porque nos falta esa experiencia. Pero estoy seguro que si se convierte en una práctica común, dejará de ser un conflicto.
S.G: Para justificar la producción de nuevas versiones de clásicos se usa como referencia o justificación lo que se hace en estos países, pero claramente no son mercados comparables. Son países que alcanzaron realmente el estatus de industria, en que es usual realizar nuevas versiones de argumentos clásicos, pero mantienen la producción de nuevas historias. Con todo lo pequeño que es y ha sido el mercado chileno, logró posicionarse como proveedor de historias para otros países. Si hace 20 años era noticia que se vendieran los derechos de “Amores de Mercado” a Telemundo, en la actualidad hay decenas de adaptaciones de telenovelas chilenas en distintos países. Al restringir ventanas para argumentos nuevos, también hay menos posibilidades de que surjan historias para el mercado internacional y esta pequeña industria se empequeñece aún más.
Según tu experiencia trabajando en otros países y adaptando tus propias historias vistas en Chile para otros mercados, ¿por qué crees que en México adaptan con mayor frecuencia sus propios productos?
J.I.V: La industria televisa mexicana es gigantesca. Se produce una alta cantidad de telenovelas al año, y muchas de ellas (sobre todo en los 80 y 90) dejaron una huella importante en el mundo entero. Me parece lógico que dentro de ese alto número de productos que se realizan al año hayan uno o dos remakes de telenovelas antiguas. Por la misma razón que una editorial vuelve a publicar un libro que fue un best seller, o que un estudio cinematográfico hace una nueva versión de una película que hizo historia en su momento, las televisoras vuelven a realizar una telenovela adaptando la trama a la actualidad, con mejores efectos especiales y calidad, para así presentársela a un público que la desconocía y que no la había visto.
Pero no sólo México tiene esta práctica: Brasil también. De hecho, hay un caso muy cercano: a comienzos de los 90, Rede Manchete realizó la telenovela “Pantanal”. Treinta años después, la Red O’Globo (el canal de la competencia) hizo un remake de esa misma historia, con muchísimo éxito de audiencia y un nivel de calidad superior al de Rede Manchete.
Las críticas
La noticia ha generado una ola de críticas en el público de redes sociales. Habiendo un alto porcentaje de quienes rechazan la idea de que el área dramática de Mega haga un remake como el de “El señor de la querencia”, la única apuesta dramática de la cual se ha conocido detalles. ¿Mega se merece esa desconfianza de parte de los televidentes?
J.I.V: Es evidente que las tres telenovelas mencionadas fueron hitos televisivos en su momento y contaron con altísimas cifras de rating, por lo que una buena parte de la población defenderá aquella nostalgia con la cual recuerdan la primera vez que la vieron. Es comprensible que haya resquemores y dudas de cómo quedará esta nueva versión. Pero no podemos negar que, en Chile, el tema de la historia de la televisión genera interés. Por algo el canal REC, de Canal 13, está siempre exhibiendo telenovelas antiguas con gran éxito.
En redes sociales hay variadas cuentas que entrevistan a actores del pasado, o que están subiendo escenas y clips de historias de otras décadas. Todos los chilenos tenemos un pasado ligado a telenovelas emblemáticas, y eso hace que seamos críticos con el tema. Pero no me parece que debamos ser desconfiados frente a una práctica habitual en la industria. Me parece justo que nuevas generaciones puedan gozar historias clásicas, contadas ahora con un nuevo ritmo, con mejor tecnología y con renovado espíritu.
S.G: Yo lo miraría desde otro punto de vista: si Mega quiere conquistar público con estas audiencias, va a tener que trabajar el doble que en presentar una historia original. Porque está la referencia anterior, la comparación con el actor, con la actriz, con la locación y con el nivel de la producción. También sería atractivo saber si producir nuevas versiones para nuevas generaciones tiene sentido. Las audiencias jóvenes escasamente ven televisión abierta e incluso muchos pueden haber visto estas teleseries en YouTube o en las repeticiones que se dieron en pandemia.
Han habido cibernautas que comentan con frecuencia que este hito evidencia que el área dramática de Mega a cargo de María Eugenia Rencoret carece de identidad propia al querer adaptar historias que la directora ejecutiva y su equipo conoció muy de cerca. ¿Están de acuerdo con este postulado?
J.I.V: No estoy de acuerdo. Decir que un área dramática como la de María Eugenia Rencoret, responsable de decenas y decenas de historias (tanto en TVN primero, como luego en Mega) carece de identidad propia es una enorme injusticia. Quizá hay gente a la que no le gusta el estilo de esas telenovelas, pero eso no significa que no tengan una identidad. Poca gente en Chile tiene la carrera que María Eugenia Rencoret tiene. Y eso es indiscutible.
S.G: Creo que María Eugenia Rencoret en Mega ha hecho un trabajo destacable y tiene un sello que no es menor: ha sabido atraer a la audiencia por treinta años, primero en TVN y luego en Mega. Ese es un gran mérito, sobre todo considerando que las teleseries de Mega en esta última década han enfrentado el período de mayor caída en las audiencias de la TV abierta, presupuestos menores y cambios sociales, culturales y políticos muy vertiginosos. Así y todo, siguen liderando. Quizás en ella no hay un sello autoral tan marcado como el de otros directores, pero en un género como las teleseries conectar con el público es el premio mayor.
Ahora, esperaría que los argumentos fueran evolucionando, que se renovaran elencos y las parejas dentro de esos elencos, que Paola Volpato y Francisco Melo no fueran pareja en todas las teleseries, que Fernando Godoy pudieran enfrentar de nuevo un papel desafiante como el de “Historias de cuarentena” o que la musicalización fuera más variada. Ir menos a la segura y a lo predecible.
¿Y Canal 13?
¿Creen que Canal 13 podría ceder derechos de las ficciones más icónicas de su historia a Mega?
J.I.V: Si las nuevas versiones tienen éxito y son bien aceptadas por la industria, estaremos frente a una nueva etapa en la televisión chilena. Canal 13 posee un archivo de telenovelas emblemáticas que también hicieron historia que perfectamente podría comenzar a adaptar para generar con ellas nuevas versiones. ¿A quién no le gustaría ver un remake chileno de “La Madrastra”, de “Los Títeres” o de “Ángel Malo”?
Creo que por fin la industria chilena está empezando a valorar el patrimonio audiovisual que tiene, y la gran ventaja que es darle un segundo aire a historias de calidad. Yo tengo los derechos de «Amor a Domicilio», por lo que de alguna manera tendría que estar involucrado en un proceso de reversión. Pero imaginando que no los tuviera, sería muy difícil para mí ver que una historia mía se hace, ajena por completo a mí, y sin que yo pudiera al menos supervisar el proceso. Reconozco que sería muy complicado. Tengo los derechos de las telenovelas que hice para Canal 13, pero no las que hice para TVN. Los contratos de ambos canales son muy distintos. En ese sentido, Canal 13 era mucho más justo con sus guionistas y escritores.
S.G: El catálogo de Canal 13 tiene varias historias que para alguien interesado en reversionar podrían ser muy interesantes. Pero ojalá que no pase y que Canal 13 vuelva a producir teleseries nacionales con historias originales.