El desafortunado chiste de “Murdock” sobre el Holocausto en el programa “Hazme Reír”, la airada (y a mi juicio, exagerada) reacción de la comunidad judía y la polémica desatada por todo esto, provocó la salida del lagarto satánico, o más bien de su titiritero Elías Escobedo, y de un guionista de Chilevisión. Además el canal privado ha tenido que estar enfrentando los sendos reclamos llegados al CNTV. Todo lo sucedido acá nos lleva a reflexionar sobre los límites del humor y el conflicto entre la libertad de expresión y la “no discriminación”.
De partida, debo decir que repudio el Holocausto Judío durante la 2º Guerra Mundial, esa horrorosa industria de la muerte craneada por ese dictador cruel, sanguinario e «intelectualmente cuma» que fue Adolfo Hitler. Recuerdo que en una ocasión, por simple curiosidad intelectual, intenté leer «Mein Kampf», la “biblia” escrita por Hitler donde se resume toda su ideología. A la tercera página lo deseché, porque hasta un guión de película porno de bajo presupuesto tenía más sentido que las sandeces y delirios epistolares de Hitler. En Chile vivimos una tragedia muy similar durante la dictadura, así que sabemos en carne propia lo vivido por el pueblo judío.
Por esto mismo, el chiste de Murdock me pareció tonto, desatinado y de mal gusto, y se comprende la indignación inicial de la comunidad judía. Me interpretan totalmente las opiniones dadas por Jimena Villegas y Carlos Peña en «El Mercurio» en la edición del domingo 26 de Mayo. Sin perjuicio de la responsabilidad evidente de Escobedo, hubo fallas de edición por parte de Chilevisión, pues el programa no iba en directo. Creo que el despido de Murdock era una consecuencia lógica de todo lo acontecido. El lagarto anaranjado practica un humor negro y cruel, en el que por definición se juega constantemente al filo del reglamento, en los límites del buen gusto. Si uno va a dedicarse a ese tipo de humor, tiene que conocer los riesgos que corre al traspasar esos límites y estar preparado para asumir las consecuencias de ellos. Murdock los traspasó, y de manera desafortunada, por lo que no le queda otra que asumir.
Menos mal que no se le ocurrió contar un chiste sobre Mahoma, porque si se enteran los musulmanes extremistas, le hubieran mandado un sicario, que al lado del cual el “Chispa” sería una alpargata, a hacerlos añicos, tanto al muñeco como a Escobedo.
Esto me lleva a plantear seriamente el conflicto entre la libertad de expresión y la no discriminación, que ya había surgido el año pasado con el fenómeno de “Las Iluminadas” y con el gran impulso que ha tomado la carrera de Edo Caroe, un joven humorista y mago profesional que cultiva el humor negro sin contemplaciones y lo admite enfáticamente. Actualmente es el “as bajo la manga” de “Alfombra Roja Prime”, donde se ha lucido con sus chistes deliciosamente irreverentes y con su notable talento como mago. No ha contado chistes sobre el Holocausto, y no creo que se atreva a hacerlo después de lo de Murdock, pero sí ha hecho humor sobre las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, aunque siempre apuntando a los autores de los crímenes. En una ocasión se refirió a Manuel Contreras como “ese cínico que preguntaba ¿por qué había aumentado tanto la cuenta de la luz en Villa Grimaldi?” En la edición del programa del sábado 25 de Mayo, Caroe no salió al aire. Se dio el pretexto de que “se nos pasó volando el tiempo”, pero intuyo que el equipo del programa optó sabiamente por protegerlo, debido a que el estilo de humor que cultiva tan abiertamente estaba en el banquillo de los acusados. Además, habría sido contraproducente hacerlo actuar después de un interesante debate sobre el tema de Murdock y la no discriminación. Quizás habría sido mejor ser transparente, decir que debido a la contingencia Caroe no iba a actuar e incluso invitarlo al panel, donde habría sido un interesante aporte.