Hace unas semanas, Adrien Brody comentó que no puede ver “El Pianista” (2002), la película que protagonizó a los 29 años y por la que se hizo merecedor de un Oscar a Mejor Actor. En ese momento, se convirtió así, en la persona más joven en recibir dicho reconocimiento.
“Es muy difícil para mí revivir y recorrer de nuevo esa experiencia. Fue un viaje de seis meses de inmersión en los horrores de aquella época. Realmente no puedo soportarlo”, confesó el actor respecto de la cinta dirigida por Roman Polanski. En ella, interpretó a Wladyslaw Szpilman, un pianista polaco que, en plena Segunda Guerra Mundial, quedó atrapado en Varsovia y debe ocultarse de los nazis.
Para desarrollar ese papel, el estadounidense bajó 14 kilos, vendió su auto y departamento, no vio más televisión y desconectó su teléfono. “Consumía mucha tristeza para representar, precisamente, la devastación que envolvía a mi personaje”, explicó. Y conectando esa experiencia con su actual desafío en “El Brutalista”, reconoce que igualmente es un área difícil de digerir en su vida.
“Me encanta ‘The Brutalist’ y me fascina lo que hizo Roman Polanski, una película tan bellamente hecha y contada… Adoro ‘El Pianista’, pero simplemente sigue siendo muy difícil para mí”, confesó el actor de actuales 51 años.
Heridas coincidentes
Tuvieron que pasar 23 años para que la relación entre una y otra producción cobrara tanta relevancia como hoy sucede con la película dirigida por Brady Corbet y que es una de la favoritas en los próximos premios Oscar con 10 nominaciones.
En “El Brutalista”, Adrien Brody interpreta al arquitecto húngaro László Tóth, arribó a Estados Unidos en los años 50 con la idea de realizar, como muchos (incluso hoy), el llamado ‘sueño americano’. Y al igual que su personaje del pianista, este se caracteriza por su personalidad triste y desgarrada, que sufre las consecuencias sicológicas y físicas del Holocausto, pero, al mismo tiempo, fue es capaz de crear un estilo arquitectónico que impactó en Reino Unido, Hungría y Estados Unidos.
Sin embargo, esta vez, el pasado familiar de Adrien Brody se cuela en la historia que atraviesa la pantalla.
“Creo que las dificultades que mi madre y mis abuelos soportaron huyendo de Hungría durante la revolución de 1956 y finalmente emigrando a Estados Unidos, son muy similares a lo que experimeta László, dejando los horrores de la guerra atrás, empezando de nuevo, siendo diferente, sonando diferente”, relató el actor a Fotogramas respecto de lo increíble que es que el viaje del protagonista de “El Brutalista” sea muy parecido al que vivió su madre, la fotógrafa húngara, Sylvia Plachy.
Memoria para el recuerdo
Siendo muy joven, la progenitora del ganador de un Oscar, dejó atrás su natal Budapest para iniciar una nueva vida en Nueva York. “De una forma muy íntima, su ejemplo me ha dado una gran perspectiva y ayudado a comprender las circunstancias que atravesaron”, reconoció Adrien Brody.
De acuerdo a los expertos, en “El Brutalista” el intérprete se enfrenta a uno de los roles con más exigencias de su carrera. Sin embargo, Adrien Brody siente que además, en esta oportunidad debe honrar la memoria de su familia.
“Tuve el privilegio de aprender el dialecto de mi abuelo y de acercarme a la realidad, muy específica, de un hombre de los años 50 con acento húngaro. Traté de buscar el recuerdo y lo encontré a través de material de investigación”, explicó el actor que, en las 3 horas y media que dura la película, da rienda suelta a la intensidad y fragilidad de su desolado personaje.
“Para mí ha sido maravilloso acceder a ello y honrarlo. Es algo que me ha acercado a mi familia de muchas maneras. Recordando historias sobre mis abuelos con mi madre”, destacó un agradecido Adrien Brody.