Los espectáculos online llegaron para quedarse y sospecho que van a transformarse en una opción de desarrollo artístico incluso después de la pandemia. Y eso va a tener efecto en los medios y formatos tradicionales.
Sin lugar a dudas, uno de los rubros más golpeados por el coronavirus ha sido la industria artístico-cultural, en especial aquellos cuya mayor parte de sus ingresos dependían de eventos en vivo. La pandemia ha puesto al descubierto la fragilidad laboral y económica con la que la mayor parte de los artistas suelen vivir, lejos del glamour y la opulencia que muchos suelen reflejar durante su trabajo.
La pandemia ha obligado paulatinamente a músicos, actores y comediantes a realizar espectáculos online. El involuntario pionero de esta modalidad a nivel planetario fue el cantautor uruguayo Jorge Drexler, quien el 10 de marzo pasado, cuando empezaba a despuntar el virus en nuestro continente, realizó un recital sin público en el Teatro Melico Salazar de San José de Costa Rica, lugar donde tenía contemplado hacer un par de conciertos a tablero vuelto por esos días. Posteriormente, su colega argentino Pedro Aznar hizo una serie de recitales en línea desde su casa, y poco a poco otros artistas fueron perdiendo miedos y desafiando prejuicios, y empezaron a incursionar en esta nueva modalidad.
Transcurridos seis meses del inicio de la pandemia en Chile, lo que partió como un recurso desesperado para juntar dinero y “parar la olla” está prendiendo poco a poco y se está transformando en una alternativa válida de desarrollo para los artistas, que claramente llegó para quedarse y con gran potencial de desarrollo para la época posterior a la epidemia.
El “teatro online” ha surgido como un género por derecho propio, con mucha actividad y hasta plataformas especiales como teatroamil.tv, escenix.cl, www.thecowcompany.com y www.teatrofinisterrae.cl/. Obras destacadas de esta modalidad han sido “Clase Magistral” y “Una Nueva Vida” de Rafael Gumucio, creadas en torno a la plataforma Zoom. En el rubro comedia, los que ya tenían experiencia acumulada en videos virales como Stefan Kramer, Jorge Alís y Bernardita Ruffinelli llegaron con ventaja a esta nueva realidad. Poco a poco, comediantes como Belén Mora, Palta Meléndez, el Lagarto Murdock y Álvaro Salas han incursionado con shows en línea, primero gratis y luego pagados, con resultados prometedores. Incluso hay una interesante lista de fondas virtuales preparadas para estas próximas y encerradas Fiestas Patrias.
En cuanto a la música, podemos destacar el soberbio espectáculo que brindó Cami para el Festival de Cosquín, que se transmitió sin público y completamente online (buen modelo a considerar para el próximo Festival de Viña del Mar), los shows de Los Tres, los artistas de la Nueva Ola, Illapu y otros.
La TV abierta, paradójicamente, es la que menos le ha sacado partido a esta nueva realidad. Se destaca la notable e inexplicablemente ninguneada serie de Mega “Historias de Cuarentena”, lo mejor de la TV abierta chilena de este año a mi parecer. Los que han aprovechado mejor esta nueva posibilidad han sido personajes que están postergados o fuera de la TV abierta que han creado sus propios programas. Hay casos notables como “Socios” (Stefan Kramer, Pedro Ruminot, Francisco Saavedra y Jorge Zabaleta), “Las Indomables” (Patricia Maldonado, Catalina Pulido), los programas transmitidos vía Instagram por Katherine Salosny, las transmisiones a través de la plataforma Twitch de Nicolás Copano, etc. Sin embargo, lo más significativo de todo esto ha sido el renacer que está teniendo Yerko Puchento con su show online «Yértigo, el desahogo de Chile». Con muchos menos recursos que cuando estaba en Canal 13, pero con la libertad editorial que nunca tuvo en la estación de Luksic, el personaje de Daniel Alcaíno ha causado repercusión y ha realizado una astuta alianza con La Red, con notables apariciones en “Hola Chile” y “Mentiras Verdaderas” que han redundado en muy buen rating para el canal privado y publicidad gratuita para él.
La pandemia obligó al mundo artístico y de las comunicaciones a abrazar la modalidad en línea y experimentar con ella, y sin duda saldrá ganando. Es claramente distinto a lo presencial y es cierto que se pierde el contacto directo con el público, que para muchos artistas resulta demasiado importante. Sin embargo, por contrapartida tiene muchas ventajas prácticas. Es como disponer de una sala de eventos con mucho mayor aforo que una real, y con posibilidad de tener público desde el extranjero; donde todo el público puede acceder al mejor asiento por un precio mucho más bajo que el que se cobraría en un espectáculo presencial; y con mucho menos costos y problemas logísticos, como arriendo y traslado de equipos. Tal como lo vienen demostrando los youtubers desde hace rato, en la actualidad existen las condiciones para que cualquier persona, con una inversión razonable en equipamiento, pueda ofrecer productos audiovisuales con calidad profesional desde su mismo hogar. Además, cada persona o artista puede transformarse potencialmente en un medio donde uno plantea su propia línea editorial y pueden actuar a sus anchas, sin restricciones. Iniciativas como “El Villegas”, “La Cosa Nostra”, “Comando Jungle”, “Las Amikas”, “Los Secos del VAR” y otras han demostrado que se pueden generar iniciativas rentables y relevantes en el mundo online. En suma, este sistema está democratizando el mundo del espectáculo y las comunicaciones como nunca en la historia.
Esto supone un desafío enorme para las industrias tradicionales del espectáculo, en particular para la TV abierta, a la que está coyuntura sorprende justo en el momento que se está cayendo a pedazos. El mayor problema no es que el mundo online les quite televidentes, sino que muchos de sus antiguos televidentes y rostros se transformen ellos mismos en competencia. Hasta ahora, parece que solamente La Red y CNN/CHV le han tomado el peso a esta situación. Los demás siguen peleando puntos de rating como si nada. La TV abierta va por el mismo camino que el Club de Fútbol Magallanes, el Partido Radical y las radioemisoras en Amplitud Modulada (AM): transformarse en nostálgica de su glorioso pasado, pero con cada vez menor relevancia en el presente y en el futuro. La TV abierta se mantiene gracias a la masa de gente de más de 40 años que añora su época de oro, y parece haber dado por perdida la conquista de las nuevas generaciones.
Creo que falta mucho tiempo para que vuelvan los conciertos, recitales, obras de teatro y shows de comedia con público, y de ser así dudo que puedan tener la masividad a la que estábamos acostumbrados en la era Pre-COVID. Así las cosas, el hacer funciones en modalidad online se transformó en una alternativa real de desarrollo para la industria artística, que va a convivir y alternarse con las modalidades presenciales en cuanto puedan volver. Quizás en un principio se consideró poco menos que un sacrilegio el hacer música, comedia o teatro sin público y vía streaming. Sin embargo, la experiencia de los que lo han intentado por audacia o sobrevivencia ha demostrado que es no solamente factible sino que una gran idea. Esto abre una nueva y valiosa puerta a los artistas, no solamente como fuente de ingresos a corto plazo, sino que como una vía para mostrar su arte al público sin restricciones editoriales. Esto además democratiza y hace más masivo el arte y las comunicaciones, pues le abre las puertas a mucha gente para ofrecer sus obras e ideas al público. Tal como pasa en Youtube, la gente dispondrá de una oferta prácticamente infinita donde podrá explorar y elegir los contenidos audiovisuales que verdaderamente le interesa consumir y apoyar, generando un escenario complicado para los medios tradicionales, que pasarán de ser oferta exclusiva y excluyente a ser uno más entre miles o decenas de miles.