Anoche, a eso de las 22:15 horas, TVN estrenó lo que vendría siendo su primera gran carta del año 2015. La propuesta para remontar los paupérrimos resultados de audiencia que obtiene hoy en día fue “Dueños del Paraíso”, una narcoteleserie escrita por Pablo Illanes, co-producción entre Telemundo y el canal estatal.
El estreno tuvo un pobre desempeño a nivel de rating, promediando 8,1 puntos en su horario y quedando en tercer lugar de audiencia. Y aunque no se puede negar que el nivel de enfriamiento de la parrilla de TVN hace más difícil que cualquier producto a estrenar obtenga un nivel aceptable de sintonía, lo cierto es que esta teleserie cuenta con problemas que la convierten en una mala jugada del canal de todos los chilenos.
La idea de realizar una coproducción con Telemundo puede sonar como un proyecto rimbombante, sin embargo, no deja de producir algunos cuestionamientos. ¿Estará nuestro público dispuesto a ver una teleserie nocturna, grabada en un escenario fuera de Chile, con un elenco 90% extranjero? El caso más cercano al que podemos recurrir es al de “Don Amor”, teleserie que realizó Canal 13 en coproducción con Canal 6 de Puerto Rico. Si bien la teleserie no tuvo grandes índices de sintonía, tampoco fue un fracaso y tuvo un público fiel que la acompañó hasta el final. La diferencia con «Dueños del Paraíso», es que en «Don Amor» al menos el 50% del elenco era chileno, y la trama central corría, mayoritariamente, a cargo de los actores chilenos.
«Dueños del Paraíso» parece una telenovela tropical con un actor chileno invitado más que una co-producción donde la presencia de nuestros rostros está equiparada a la de los extranjeros. Así, nos encontramos con un producto que resulta sumamente lejano a la idiosincrasia chilena. Supongo que en este momento se están preguntando: «¿y cómo las turcas?”. La realidad es que nuestro público no mide con la misma vara a las producciones nacionales que a las internacionales. Sumado a ello, que una teleserie se grabe en Turquía, no deja de ser una anécdota cuando las temáticas de sus historias son absolutamente universales: el amor, el dolor, la venganza, son temáticas comunes a todos nosotros, mucho más que la lucha entre narcotraficantes en los años 70.
La lejanía de “Dueños del Paraíso” con el público chileno se remonta, incluso, a sus promociones. ¿Por qué el canal la promociona como “la nueva serie internacional de TVN”? ¿En lugar de “la nueva teleserie nocturna de TVN”? Eso ya genera distancia. Peor aún es la bajada de la teleserie, “Miami en llamas”, ¿a alguien realmente le importa que Miami esté en llamas? ¿No hubiera sido mejor, algo del estilo “Chilenos… en Miami”? Tal vez no sea la frase más ingeniosa, pero la bajada debió ser un puente que ayudara a unir estos dos mundos, Chile y Miami.
Evaluando específicamente lo que fue el capítulo 1 de esta teleserie, creo que nos encontramos ante una serie de falencias, aunque nada tan grave como las de “Caleta del Sol”, cuyo error fue, básicamente, existir. En esta teleserie nos encontramos ante algunos problemas de relato. El más evidente, que el primer capítulo parecía una mezcla de dos teleseries que corrían por carriles distintos, y que en ningún momento se toparon. El mundo de Anastasia y el de Conrado no se encuentran, ni tampoco se dan luces de que podrían encontrarse. Un error grave en un primer episodio, cuya principal misión es, precisamente, prometer. El capítulo parte con una escena de Conrado y Adán que parece una escena cualquiera, no cautiva ni seduce a seguir su historia. Distinto es el caso de la celebración de Anastasia, donde al menos nos genera una tensión de que sabemos que algo terrible va a suceder.
También nos encontramos con varias situaciones inverosímiles, ¿alguien me explica cómo ninguno de los guardias de Nataniel advirtió la presencia de algo tan sutil como un helicóptero? O bien, escenas demasiado explicativas y mal dialogadas, como aquella en que Anastasia enfrenta a su madre. Un vómito verbal excesivo para que nosotros como público digamos “vaya, ha tenido una vida sufrida”, pero, ¿era necesario esa forma tan evidente? Podemos decir que tanto la historia de Anastasia como la de Conrado corren de forma coherente cada una por sí sola, pero no logran reunirse en un solo producto, no consiguen unidad para conformar una buena teleserie. Mención aparte, el final del capítulo, absolutamente blando y falto de potencia. Un clip de Conrado y Adán vendiendo la mercancía, ¿de verdad ésa era la última escena? El prefinal tampoco mejora las cosas, ¿Nataniel enterándose de que su amante está esperando un hijo de él? ¿A quién le importa? ¿No era lógico que el prefinal hubiera sido con Anastasia que es nuestra protagonista?
Si bien es cierto que no podemos juzgar una teleserie entera por su capítulo inicial, tampoco podemos desconocer que el debut es tremendamente vital, porque una buena parte del público lo usa como referencia para decidir si sigue o no viendo el producto (es más, creo que 20 minutos bastan para tomar esa decisión). Pero como resultado, es un capítulo confuso, con un final débil, con tramas que no se encuentran entre sí y donde el papel de Jorge Zabaleta queda absolutamente disminuido. Al parecer este fue un mal negocio para TVN desde sus inicios, ya que no se entiende cómo no defendieron el tener más actores chilenos dentro del elenco y con mayor protagonismo. Ello hubiera facilitado las cosas y no hubiera sido necesario recurrir a la re-edición del capítulo para intentar darle más protagonismo a alguien que no lo tiene y que queda absolutamente despegado de la trama central.
Me atrevo a decir que ésta no era la carta adecuada de TVN para salir a competir en el escenario actual, y es de esperar, que esto pueda ayudar a realizar una autocrítica interna para preguntarse por qué los últimos productos no están logrando conexión con el público. Lo peor que podría hacer TVN es escudarse en la llamada “maldición turca” o en el “poco cariño a lo nacional”, porque si algo demostró “Pituca sin Lucas”, es que cuando la gente quiere ver un producto, lo ve, no importando el Transantiago, ni el horario de verano, ni ninguna de las excusas que se utilizaban para justificar el bajo rating. El canal estatal tiene un tremendo desafío por delante, pero el primer paso, es asumir que las cosas no se están haciendo bien, porque a pesar de todo lo que podamos decir, el público no es tonto y prefiere los productos que le cautivan y le hacen sentir emociones. TVN con sus últimas teleseries ha perdido la capacidad de emocionar al público.
El proceso para volver a conectarse con las audiencias será largo, y aún están a tiempo de recuperar lo perdido, pero el primer paso es la autocrítica. Sólo ello permitirá que la industria chilena pueda volver a realizar grandes teleseries.