En la serie de entrevistas “¿Qué le pasa a Chile?”, Mario Kreutzberger demostró por qué es el mejor comunicador televisivo de la historia de Chile.
No hay caso. Puede caer bien o mal. Puede gustar o no como animador. Pero que Don Francisco se las sabe por libro, de eso no caben dudas. En esta semana quedó claro que, a pesar del anunciado final de “Sábado Gigante”, tiene aún mucho que decir en el mundo televisivo. En el breve ciclo de entrevistas “¿Qué le pasa a Chile?”, en el noticiario Teletrece, dictó cátedra incluso a los periodistas políticos y dejó en claro una vez más su carácter de “leyenda viviente” de la televisión.
Los que se cuestionan si Don Francisco era una persona “idónea” para entrevistar a la presidenta Bachelet y a los ex mandatarios Lagos y Piñera, y si una entrevista con él era el momento preciso para anunciar un cambio de gabinete, desconocen que el animador está más que acostumbrado a tratar con gente poderosa. Sin ir más lejos, en febrero pasado, a petición del mismísimo Papa Francisco, fue el conductor del Congreso Mundial de Educación en Roma, algo especialmente llamativo considerando que el animador no es católico; ha estado en más de una ocasión en la Casa Blanca; ha entrevistado y se ha codeado con cuatro presidentes de Estados Unidos: George Bush, Bill Clinton, George W Bush y Barack Obama; en las épocas de elecciones presidenciales en el país del norte, la entrevista con él resulta relevante a la hora de buscar los votos de la comunidad latina. Quisiera saber qué gran periodista, entrevistador o rostro televisivo en Chile y en América Latina puede contarse tamaños logros. Con estos antecedentes, dudar de su idoneidad para entrevistar a autoridades de gobierno resulta sumamente necio. Está acostumbrado desde hace años a tratar con los más poderosos entre los poderosos, así que no creo que se haya visto tan complicado ante el “desafío” de entrevistar a tres presidentes de Chile
Yendo a las entrevistas, se vio a un Don Francisco puntudo, sumamente “a caballo” de la contingencia, transformado en todo un “perro de presa” de esos que muchos queremos ver en los debates presidenciales. Fue directo y asertivo al interrogar a los tres presidentes, hizo las preguntas que estaban flotando en el aire, y los interrumpió cuando notó que, como buenos políticos, se estaban corriendo por la tangente. Tal como dijo Nicolás Copano en una entrevista en Radio Cooperativa, “Don Francisco, reducido al notero del noticiero, es mejor que los periodistas del noticiero”. Sin tener estudios formales y sin ser entrevistador de actualidad, le dio cancha, tiro y lado a todo el periodismo político de Chile.
Ante un entrevistador de tamaño nivel, se vieron las diferencias de nivel entre los tres mandatarios. Ricardo Lagos juega en otra liga, es un estadista de clase mundial. Fue el único de los tres que no se achicó, sostuvo el diálogo en igualdad de condiciones, contestó sin rodeos y recibió pocas interrupciones. Por el contrario, a los otros dos el “Entrevistador Gigante” se los comió con banda presidencial y todo. Lo de Sebastián Piñera fue un verdadero tributo a Mario Moreno “Cantinflas”: trató todo el rato de contestar lo que se le daba la gana, y fue permanentemente interrumpido; y la presidenta Bachelet se vio sumamente complicada, titubeante, nerviosa, casi como esas señoras que participaban en los concursos de “Sábados Gigantes” en los años 80.
Con la exclusiva del anuncio público del cambio de gabinete, Don Francisco anotó un golazo de “rabona” desde la mitad de la cancha. Más allá de los efectos políticos, “¿Qué le pasa a Chile?” es la evidencia de que, a pesar del fin de “Sábados Gigantes”, Don Francisco aún tiene mucho que decir en la televisión. Es el más grande, el mejor de todos. Genio y figura hasta la sepultura.