Una vez más, el Presidente de la República Honorario, Mario Kreutzberger, fue el encargado de unir a Chile en torno a la solidaridad con las víctimas del terremoto. La meta se superó con creces y se llegó a un total de $30.212.775.555, más de el doble de lo que pensaba recaudarse.
Toda la televisión abierta nacional, durante 24 horas consecutivas -sólo interrumpidas por breves resúmenes noticiosos en cada canal-, se unió en torno a «Chile ayuda a Chile«, una teletón organizada de forma sorprendentemente rápida y que, en días duros y extraños para nuestro país, resultó ser quizás más efectiva y aunadora de voluntades que la propia Teletón.
Es razonable preguntarse si todo esto sería igual de efectivo de no estar Don Francisco al frente. En un país que se acaba de quebrar como una oblea e intenta recuperarse como puede, es probable que sí, pero el peso de un animador capaz de trasnochar, de conmover, de hastiarse y que no basa su capacidad comunicativa en la simpatía atrapa-viejas -de hecho, soy de los que piensa que MK carece absolutamente de simpatía-, le otorga a la cruzada un liderazgo y convocatoria que ahora, cuando nuestros liderazgos políticos salientes y entrantes parecen sólo dar palos de ciego, se valora más que nunca.