Llegó al cielo y luego cayó en picada. Dio un paso y tiró muchos más, tal como decía la canción que a él y toda la banda, los catapultó al éxito. Los Wachiturros brillaron, pero un día, Lucas Caballero, decidió que ya no más.
De no tener nada, “Kaká”, como apodaban al cantante, de un momento a otro se llenó de gloria y dinero, pero al mismo tiempo se abrieron las puertas de la droga y la vida desenfrenada.
“Estar en el grupo fue una bendición. Vengo de una familia humilde, sencilla, había pasado cosas en mi infancia que me habían marcado, que las tenía en mi corazón y no encontraba dónde desahogarme. Pasé bullying de pibe, siempre me faltaban zapatillas, cosas que te marcan”, contó el joven en el programa “Nosotros a la Mañana”, del canal “El Trece” de Argentina.
Gracias a la banda, dijo, conoció la fama de verdad. Pero en ese tránsito de luces, poco a poco no le fue encontrando sentido a la vida ni a las acciones que desarrollaba.
“Probé de todo, tuve adicciones. Llegué a tocar fondo. Estaba lastimando a toda la gente que me rodeaba. Hasta que dije ‘basta, no quiero más esto en mi vida’”, relató Caballero.
La oportunidad de ese cambio, sin imaginárselo, vendría de la mano de la religión, encuentro que hoy lo tiene convertido en pastor evangélico.
“Un muchacho me empezó a hablar de Dios. ‘Jesús te ama’, me decían, pero yo les contestaba que dónde estaba Dios cuando pasé necesidades. Estaba resentido, dolido con el mundo”, explicó el ex cantante, agregando que fue su madre quien finalmente lo empujó para que le diera una oportunidad a la fe. La conexión fue inmediata.
“Estaba el pastor predicando y sentía que estaba contando mi historia (…) Cuando uno se atreve a probar a Dios, es un experto a cerrarle la boca a cualquiera”, recordó Caballero.
Hoy, a través de su experiencia, intenta entregarle un mensaje a los jóvenes de esta generación. “Que tomen buenas decisiones y vayan por sus sueños”, aconsejó el ahora pastor.