La última noche del Festival de Viña hizo olvidar la ausencia de Peso Pluma con dos shows que el público presente en la Quinta Vergara agradeció.
No hubo necesidad de casco ni chaleco antibalas. El día que prometía morbo a raudales terminó siendo una taza de leche, un fin de fiesta memorable. La buena onda fluyó por todas partes.
Jean Paul Olhaberry. El ex Magic Twins, uno de los mejores magos del planeta, se mandó una de sus acostumbradas performances espectaculares. El truco de las cartas fue impresionante. Merecida Gaviota de Plata y le quedaron debiendo insólitamente la de oro, que fue pedida por el público.
Conductores. Aparecieron como parte del truco de magia de Olhaberry, al que se les fue entregarle la Gaviota de Oro. Pancho Saavedra nunca abandonó los ternos oscuros. Godoy estupenda con ese vestido verde fosforescente. La presentación freestyle a Trueno fue notable.
María Becerra. La “Nena” de Argentina hizo un espectáculo soberbio, nivel Super Bowl. Es parte de este bendito Dream Team urbano pop femenino argentino junto a Tini Stoessel, Lali Espósito, Nicki Nicole, Emilia Mernes y algunas más que nos falta por conocer.
Al igual que sus compatriotas, muestra una puesta en escena hiper profesional, con ballet, música en vivo bien mezclada con tecnología, donde tocó bachata, cumbia y reggaetón, un carisma a toda prueba y una gran llegada con el público. La asertiva y conmovedora carta que leyó, en la que relató sus vivencias en torno a la tragedia de los incendios se sintió creíble y nos tuvo a todos con el corazón en la mano.
María Becerra es la primera persona de nacionalidad argentina que logra motivar un “ce-hache-í” en las masas chilenas. Ni Marcelo Bielsa lo pudo lograr. Además, primera vez que se escucha la voz de Enrique Iglesias en el Festival de Viña desde el recordado “lanzamiento de la gaviota” del 2000. Se nota una chica humilde, sensible, educada, profesional, dedicada a su arte, respetuosa del público y con carácter y opinión.
Durante la conferencia de prensa previa al evento, en términos super diplomáticos, le mandó a decir a Javier Milei que se comporte a la altura de su investidura. Una merecida doble gaviota y un gran gusto de conocerla.
Alex Ortiz. Entró pegándole a Peso Pluma, y apelando al mismo estilo de rutina barrial-costumbrista con el que la rompió en Olmué el año pasado. Entretenido y simpático, no tuvo problemas en echarse al bolsillo a un Monstruo receptivo y muy buena onda. Aprobó el desafío con honores, y se llevó su doble gaviota. Al final acertó con enterrar a su anterior personaje del “Flaite Chileno” y optar por ir como él mismo.
Trueno. Imposible mejor reemplazo para Peso Pluma. A pesar de que lo contrataron una semana antes, tenía un pedazo de espectáculo preparado. El mismo chico que se había subido a la Quinta Vergara cuando era un desconocido participante de las batallas de freestyle y que posteriormente se robó la película cantando junto a Gorillaz, demostró ser un capo absoluto en el rap freestyle, quizás uno de los mejores de habla hispana.
Un show completo, con baile, música en vivo mezclada con autotune, hasta con proclamas políticas (“me cago en Videla, me cago en Pinochet”) y donde tuvo al público enfervorizado a altas horas de la noche. Las dos gaviotas se las ganó de sobra y fue el mejor final de fiesta imaginable para este historiado festival.
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