Penúltima noche del Festival de Viña del Mar y la jornada no defraudó. Los Bunkers, Sergio Freire y Young Cister se subieron al escenario de la Quinta Vergara y sacaron merecidos aplausos.
Extraordinaria noche chilena: Los tres artistas nacionales que actuaron tuvieron un desempeño brillante. Los Bunkers definitivamente juegan en otra liga, Sergio Freire lució todo su oficio y Young Cister se hizo respetar como artista.
Estoy seguro que estamos en la mejor época de la música popular chilena desde la Nueva Ola, y me atrevería decir muy superior a ella, pues el fenómeno de los años 60 del siglo XX fue más bien local, mientras que los artistas actuales tienen presencia internacional importante.
Hay muchos artistas chilenos (los de la nueva cumbia, los urbanos que no han venido, Karen Paola, Princesa Alba, Zúmbale Primo, Los Charros de Lumaco, Los Vásquez, Chico Trujillo, Ana Tijoux) que la rompen en los demás festivales, pero no acceden aún a enfrentar al Monstruo teniendo méritos de sobra para ello.
Conductores. Pancho sigue con su predilección por los ternos oscuros. María Luisa con un vestido que parece prestado de Anitta. Notable manejo en la entrega de premios a Los Bunkers. Genial la idea de que los padres le entregaran la Gaviota de Oro a Young Cister.
Los Bunkers. Llegaron con la baja por problemas de salud de su baterista Mauricio Basualto, siendo muy bien reemplazado por Cancamusa (Natalia Pérez), que fue baterista de Mon Laferte y lució un look muy similar al de ella. Partieron pisando fuerte con “Miño”, “Miéntele”, “Una Nube Cuelga Sobre Mí” y la emblemática “Ángel Para Un Final”, que sigue emocionando y erizando la piel como en 2011. Después de esa canción ya el Monstruo pedía gaviota.
La quinta canción fue “Rey”, una de su último disco “Noviembre”. Se notan los años de oficio. Musical y artísticamente no tienen nada que envidiarle a ninguna gran banda anglo. Una agrupación sólida, muy bien complementada, con solos de guitarras soberbios, con un repertorio lleno de clásicos indiscutibles, pero también proponiendo música nueva e interesante.
A diferencia de Maná, no son una “banda tributo de sí mismos”. Aunque siguen facturando con sus clásicos (se pasarían de giles si no lo hicieran), a la vez evolucionan, salen de su zona de confort, siguen proponiendo e incluso haciendo variantes en sus canciones antiguas.
La tan inesperada, como notable, aparición de Illapu durante la interpretación de “Calles de Talcahuano” fue un momento entrañable de aquellos. Además, en un inteligente guiño a las nuevas generaciones, invitaron al artista urbano Kidd Voodoo a cantar “Nada Nuevo Bajo el Sol”. “Bailando Solo”, con ese juego de luces digno del medio tiempo de Super Bowl y con Álvaro López bailando a lo Tony Manero, fue un momento brutal, de primer mundo.
Se llevaron fácil las dos Gaviotas, y con méritos de sobra para la de Platino, que alcanzó a ser pedida por el Monstruo.
Los Bunkers tienen repertorio para al menos una hora más. Cuando tienes que dejar fuera canciones potentes (“Entre Mis Brazos”, “Fantasías Animadas de Ayer y Hoy”, “La Exiliada del Sur”, “Las Cosas que Cambié y Dejé por Ti”, “El Detenido”, “Yo Sembré Mis Penas De Amor En Tu Jardín”), es porque ya estás a otro nivel. Asegura ser el segundo mejor número de este año. Un show superlativo, digno de una superbanda de nivel planetario.
Sergio Freire. Un show sólido, entretenido, atractivo, casi sin baches, que no dio respiro. Freire se echó al hombro los problemas familiares (enfermedad de su madre) y cumplió con creces como todo un profesional. Notable uso de recursos multimedia. Muy buena la aparición de Rodrigo “Guatón” Salinas y del (hasta ahora retirado) Juan Pablo Flores haciendo el papel de dos empresarios inmobiliarios cuicos. Doble Gaviota más que merecida, un bálsamo para Sergio en un momento difícil de su vida.
Young Cister: Espectáculo completo, con ballet, músicos en vivo complementada con autotune, un intérprete humilde y consciente que este era el show de su vida y que puso toda la carne en la parrilla. Hubo un “upgrade” en cuanto a puesta en escena. Young Cister dejó atrás el paradigma del “pandillero bacán” y mostró un espectáculo de nivel internacional. Hay que decirlo: le pegó mil patadas al boricua Mora. Notable aparición de Kidd Voodoo, con quien se había insinuado una pelea mediática que resultó ser un tongo mal disimulado y que se selló con un abrazo entre ambos y el meme de “no pelien” con los caballos reconciliados. Luego apareció Polima Westcoast cantando “Samurai”. Merecida doble gaviota, con doble momentazo: los padres recibiendo en el palco la de plata, y entregándole a su hijo la de oro.
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