Cuarta jornada del Festival de Viña del Mar, la que estuvo marcada por la música urbana y la exitosa presentación de Lucho Miranda en el humor.
Conductores. Hasta antes de la despistada Anitta se notaba más manejo y oficio. Pancho (adicto a los trajes oscuro) negoció el fin del show de Mora al mejor estilo de Vodanovic. La debacle vino al cierre con la confusión de la brasileña con la Gaviota de oro. Más que de los animadores, el problema fue de los que tenían que informarle a la artista de los detalles del evento. Llamativo que no supiera lo del apelativo del “Monstruo” ni lo de los premios.
Mora. Un reggaetonero genérico. Un compendio de los clichés del género. Casi sin músicos, con muy poca en escena y autotune y playback a todo lo que da. Con eso le bastó y sobró para hacer perrear hasta abajo al Monstruo y llevarse sus dos Gaviotas.
El festival ha tenido a los “mero-meros” del género, como el recién retirado Daddy Yankee y Don Omar, y ellos incluso en sus inicios ofrecían mucho más espectáculo que Mora. Además, sus colegas mujeres hace rato que viene ofreciendo músicas y puestas en escena de primer nivel. El show del boricua era aceptable en los inicios del imperio del reggaetón, pero resulta pobre y algo obsoleto para los tiempos actuales.
Lucho Miranda. Me recordó un poco a Bastián Paz y al último show de Sandy, aunque con un poco más de “malicia”. Un chico con personalidad, que construyó inteligentemente su rutina a base de reírse de su condición y de su accidentada dicción, y que se ganó la simpatía del apañador público del género urbano que lo bancó hasta el final. Se ganó el aplauso y la doble Gaviota. Una pregunta que me nace ¿Le habría tenido la misma paciencia el “culto y educado” público de Andrea Bocelli?
Anitta: Definitivamente debió abrir la jornada. Nada que envidiarle a JLo y Beyoncé. De nacer en un país de habla inglesa, muy posiblemente estaría a la par de ellas. Un show total, con orquesta en vivo, música contagiosa y variada (funk brasileño, pop, reggaetón), mucho baile y, sobre todo, el culto al perreo “hasta abajo” sin complejos ni contemplaciones. Mora es un pinche aficionado a su lado. Se ganó muy bien su Gaviota y entró a la pelea por el segundo mejor show de este año (ya está claro que el de Bocelli fue el primero).
Creo que la organización la subestimó. Era una artista que merecía una mejor ubicación en la parrilla. Aquí tenemos una muestra de la superioridad femenina en el género urbano. Las urbanas mujeres suelen hacer shows espectaculares, con puestas en escena jugadas, artistas en vivo, variedad de estilos. Muchos de los urbanos hombres, por su parte, siguen pegados al esquema del cantante jugando al pandillero exitoso, abusando del playback y el autotune, y con puestas en escena modestas. Mora cayó en eso, mientras que Manuel Turizo mostró algo más sofisticado.
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