Animadores: Administraron bien el rugido del Monstruo para que le dieran sus dos gaviotas a Bonco Quiñongo. Apuraron las Gaviotas de Becky G. No es culpa de ellos, pues obedecen las órdenes del director.
Bad Bunny: El calentador de públicos más caro de la historia del evento. Disfrazado de la Pantera Rosa, cantó todo el rato el mismo ritmo canciones prácticamente iguales. Concedo que Bad Bunny provoca entre los que tenemos más de 30 años la misma incomprensión y rechazo a lo nuevo que provocaron Metallica, Europe, Guns & Roses, Soda Stereo y Fito Páez en nuestros padres, y el Punk, Los Beatles y Elvis Presley en generaciones anteriores. Su puesta de escena fue muy pobre para un jugador de las grandes ligas de la industria musical, con un uso de pistas musicales grabadas tal como los Backstreet Boys la noche anterior y con ayuda ocasional de bailarinas. Sus letras y temáticas (las que se entendieron) hacen una apología sin complejos al machismo, al sexismo y al maltrato femenino. Que tantas mujeres bailen y disfruten esas “canciones” me hace cuestionar la real consistencia de su feminismo. Muchas de las que perrearon mientras el “Conejo Malo” nos regalaba joyas literarias como «a tu mujer en 4 voy a ponerla», «quiero hacerte cositas que nunca te han hecho», «dime si tú quieres que yo te ubique en mi cama», «voy a darte duro hasta por la mañana» van a estar una semana después en la huelga feminista protestando por sus derechos, y colgarían de la punta de la Torre Entel a los varones que osaran dedicarles estas mismas frases en la calle. Bad Bunny se llevó su doble gaviota fue un claro éxito como fenómeno mediático, pero en cuanto a calidad artística dejó muchas dudas.
Bonco Quiñongo: Si le hubiera tocado la segunda o la tercera noche, se lo devoran sin misericordia. En un fenómeno digno de análisis, el Monstruo que vino a ver a Bad Bunny y Becky G, supuestamente el más “flaite” e “incivilizado” de todos, mostró un respeto y una empatía notables, y rugió para que el cubano se llevara una Doble Gaviota claramente regalada. Me da la impresión que el trabajo de adaptar su rutina al público chileno fue incompleto. Insistió mucho con el tema de su raza negra. El tema de la inmigración ya había sido magistralmente cubierto por Jorge Alís hace dos noches, y lo de Bonco no aportó mucho. La rutina se hizo a ratos latiguda y pesada, y se sintieron pifias durante su desarrollo.
Becky G: Un genial cierre de fiesta para el evento. Becky G es bella, carismática, baila como los dioses y tiene un cuerpo de baile genial. Respondió como fenómeno mediático, y se ganó merecidamente su Doble Gaviota. Las aprensiones que señalé en la previa se cumplieron a cabalidad. Si el uso de pistas grabadas de Backstreet Boys y Bad Bunny ya era cuestionable, lo de Becky G fue simplemente descarado. La Boy Band y el “Conejo Malo” al menos cantaron en vivo. Salvo en “Mayores” (sin Bad Bunny), la estadounidense usó playback en todos sus temas. A Madonna, que tiene casi 60 años, le perdono que haga eso, pero creo que una artista veinteañera con buenas condiciones físicas tiene que ser capaz de cantar y bailar simultáneamente en vivo. El contraste con Raphael, con 75 años, cantando en vivo y apoyado por una orquesta filarmónica, resulta notable.