El 2013 ya se vislumbra como el año de los regresos, con especial foco en los pesos pesados de la industria. David Bowie dio el primer gran paso, ahora son Depeche Mode y The Strokes los que vienen a la carga. Ambas bandas marcaron un ciclo en el rock alternativo en sus respectivas épocas de inicio y, tras una ausencia prolongada en el caso de los británicos, con ya casi cuatro años desde el correcto «Sounds of the Universe», y dos años desde el refrescante «Angles» en el caso de los americanos, traen consigo nuevo material: «Delta Machine» y «Comedown Machine», respectivamente.
Delta Machine: progresivamente denso
Gahan, Gore y Fletcher vienen decididos a realizar otro memorable álbum para sus carreras en un proyecto ambicioso que desde el año ante-pasado había sido cimentado y grabado en el reciente 2012. Para ello, deciden tomar la fórmula de varios de los discos más exitosos de su enorme carrera (Violator, algo de Black Celebration y hasta una ligera pero palpable cuota de Songs of Faith and Devotion) e intentar modernizarla. Eso garantiza dos cosas: primero, es un material obligado para fans de la banda; segundo. una escucha obligada para todo aquel que quiere conocerlos. No antes que los clásicos, pero sí para ser tomado como un «puente» entre álbumes menos conocidos.
Lo cierto es que para las nuevas generaciones «Delta Machine» es una más que buena carta de presentación. Tiene un sonido oscuro, a ratos de electrónica densa y con variadas capas de sintetizadores y efectos de estudio, que junto a la voz de Gahan y letras con colaboración del músico y productor Kurt Uenala forjan una interesante combinación. Incluso se dan licencia para tomar clásicos de la agrupación como «Personal Jesus» y homenajearlos con canciones como «Soothe My Soul».
A primera vista puede parecer aburrido, pero el décimo tercer LP con composiciones inéditas de Depeche Mode requiere de variadas escuchas para ser digerido, si es que no eres fan. Por el contrario, si disfrutas de la trayectoria de los autores de «In Your Room», te sentirás en terreno conocido. Eso puede ser negativo, pero en una banda como ésta, no vale la pena buscar la reinvención. Ellos pueden perfectamente auto-homenajearse y llevar a cabo un ejercicio de reversión, ante lo cual respaldarán una gira que seguro será de pleno éxito. Es lo mínimo que se puede pedir (y esperar) de los británicos que le dieron otro sazón a la electrónica moderna.
Comedown Machine: continuación más des-prolija de «Angles»
Si en sus tres primeros discos la banda liderada por Julian Casablancas tenía una notoria influencia del blues y el rock and roll de los 60, este «segundo aire», comenzado el 2011 con «Angles», continúa dos años después la senda de un sonido mucho más ochentero, con «Comedown Machine».
A través de la renovada fórmula de las baterías programadas, los sintetizadores de tonalidad light, los bajos y guitarras pegadizas y la voz más juguetona y no tan densa de Casablancas, The Strokes sigue el camino a una versión más New Wave de sí mismos, con el eje central de la canción pop como un recorrido más lúdico, tomando ribetes más hedonistas y con letras mucho más sugerentes.
A pesar de ello, esta forma de hacer las cosas puede resultar un tanto cansina, y puede generar una incomodidad en el oyente del estilo «todo suena parecido», sin embargo para los fans se torna como una etapa mucho más fresca, más masiva y atrayente para nuevos oídos que varias anteriores. Ojo con algunos tracks bastante interesantes. El que le da el nombre al disco es lo más «Is This It» que encontrará en el catálogo reciente de los Neoyorkinos, «50/50″ se traza como un rock de sutil roce con la fórmula impuesta por la banda ‘Vampire Weekend», vale decir, una canción de progresión instrumental y vocal que no pierde la frescura. Y como olvidar a «Call It Fate, Call It Karma», el experimento más bluesero de vieja escuela que la banda ha hecho en toda su trayectoria.
La duda queda ante lo que pueda venir ahora para la banda, este disco quema a todas luces una fórmula exitosa, pero no es tiempo de proyectar dicha premisa. Más bien, disfrutar de una digna, pero des-prolija y un tanto menos interesante y variada continuación del anterior material.