Hija del reconocido autor Néstor Castagno, la guionista que debutó en teleseries con “Ámame” (TVN, 1993) fue invitada al podcast «Impacto en el Rostro», donde repasó su carrera como escritora para la pantalla chica. Aquí recordó su paso por Canal 13, donde tuvo que enfrentar la muerte de su padre y el fracaso de “Descarado”, entre otras situaciones complejas.
Junto a tu padre, Néstor Castagno, llegaron a las teleseries de Canal 13 con “Hippie”…
Yo creo que es de las cosas más difíciles que me ha tocado en mi carrera de guionista. Fue el momento más terremoteado, pasaron tantas cosas. Aprendí muchísimo, porque uno aprende cuando las cosas son duras. Hubo un problema desde el inicio, junto a mi papá estábamos haciendo una historia como acostumbrábamos, esta cosa que tiene que ver con el equipo, donde tú estabas acostumbrado a trabajar con un director, con un productor, donde la gente se involucraba y comentaba, pero éramos nosotros quienes escribíamos. Y Cristián Galaz, el primer director de “Hippie”, en este caso como director de cine, tenía una mirada súper personal de la historia. El gran tema ahí fue que mi papá y él no llegaban a puerto. Mi papá le decía “yo no soy un sastre a la medida, no estoy aquí para hacer lo que tú digas que haga”. Galaz quería contar una historia que tenía mucha imagen y poca carne. Hubo una disputa grande entre ellos. Por supuesto que yo me cuadré con mi papá, sentí que él estaba haciendo valer el espacio de los guionistas, de la importancia que teníamos y que no estábamos al servicio de que nos digan “ya, haz esto”, que habría sido bien fácil. Y eso fue muy complejo, a mí no me había pasado nunca. Finalmente, mi papá renunció, en una discusión con Galaz y su mujer, Andrea Ugalde, tras unos dimes y diretes. Yo también lo hice por solidaridad. La Vero Saquel no quería que renuncie porque no tenía a nadie, era un cagazo muy grande. Fue súper difícil, muy doloroso dejar el proyecto. Los personajes eran súper lindos, entrañables. Y ahí nos fuimos al departamento de ficción a hacer series. Ya habíamos hecho una, “Mas Que Amigos”. Y en eso estábamos, cuando hubo un terremoto en el área dramática, un enfrentamiento entre Coca Gómez, que se hizo cargo de “Hippie” tras nuestra renuncia, y Galaz. Ambos se pelearon. Finalmente salieron los dos y la Vero nos pide que volviéramos. Llegamos al capítulo 35, nos habíamos ido en el 20. Las grandes peleas que tuvimos fueron en los primeros capítulos, ésos son muy difíciles porque tienes que entrar en la historia. Y al principio Gonzalo Valenzuela caminaba con el perro cinco minutos en la playa. Entonces mi papá decía que no podía partir así, que se debía partir con una protesta, era el mundo de la revolución, no podíamos partir con un tipo paseando. Ésas eran las peleas. Galaz tenía una historia en su cabeza que se contradecía con el guion. Estábamos atornillando al revés. Lo que no pensamos nunca es que le fuera a ir tan mal, porque además, mientras paseaba Gonzalo Valenzuela con el perro, al frente estaba “Los Pincheira”, que era pura acción. La competencia fue súper dura. Y cuando volvimos, lo primero que hicimos fue apagar la comunidad hippie y retomar el conflicto universitario, que era el tipo revolucionario (Jorge Zabaleta) enamorado de la hija del rector (Mane Swett), un poco Romeo y Julieta, pero con la revolución de la época, el feminismo. Finalmente fue un proyecto que resultó bien bonito.
“Brujas” fue la teleserie que, junto a Néstor, presentaron a Canal 13 en el 2005. En esta conversación te has referido en varias ocasiones a tu competencia, como “Yo soy Betty, la Fea” y “Los Pincheira”. ¿Pudiste ver “Los Capo», la teleserie que se enfrentó a “Brujas”?
La vi. Además, era un momento bien complejo, porque yo sentí mucha soberbia de parte de Vicente Sabatini en ese momento. Me acuerdo que nos trataron un poco mal. Hablaban de nuestra teleserie como “la de las nanas”, denostando un poco, como “las minas de rosado”, como que éramos todos medios tontos. Hubo varios comentarios como feos. Yo pensaba que no era necesario porque en el fondo yo siempre he pensado que hay espacio para todos, el que elige es el público. No era necesario y no estaba entendiendo tampoco el concepto que estábamos manejando para contar esta historia y lo que había detrás de “Brujas”, que era súper potente. Desde una mirada nuestra, queríamos hablar de la mujer, de todo lo que significaba su rol. Habíamos trabajado este proyecto de forma muy profunda, desde la psicología de los personajes. Entonces, que nos ningunearan fue doloroso. Pero las cosas caen por su propio peso.
¿Qué pensó Néstor sobre las críticas de Vicente Sabatini a “Brujas” antes de comenzar?
Le dio pena, le dio rabia, porque eran amigos. Pero ya se habían distanciado por el tema de “La Fiera”, porque nosotros habíamos presentado la historia en TVN (como “Puerto Amor”) en varias ocasiones con Vicente, pero a él no le tincaba. Entonces, nos fuimos con esa teleserie a Canal 13 y nos encontramos con Vicente en un hotel de Puerto Montt que también estaba locacionando para la misma teleserie. Entonces ahí hubo una pelea entre Vicente y mi papá heavy, “¿cómo no me avisaste?”. Después las cosas se acomodaron, llegaron a un acuerdo. Pero ahí hubo un distanciamiento, a pesar de haber trabajado juntos y de haber tenido una gran amistad. Y después de eso mi papá se sintió decepcionado, porque, además, como regla del juego, él sabía que no había que hablar mal de la competencia, no era necesario. Y después a Sabatini le jugó en contra. Nosotros en algún momento también nos picamos, la gente se quejaba mirando “Los Capo”, no se entendía el italiano. Entonces cuando escribíamos escenas decíamos “¿me entendiste? ¿O te lo subtitulo?” Porque ellos subtitulaban las escenas. Tirábamos palos, cosas de cabros chicos.
A pesar de las críticas, “Brujas” logró ser todo un fenómeno y terminó siendo la segunda teleserie más vista de Canal 13…
Fue una teleserie súper complicada, pero también fue un regalo, porque no hubo mejor forma de despedir a mi papá. Mi papá era actor y para un actor el aplauso es lo mas importante. “Brujas” fue el gran aplauso que él necesitaba, porque había dedicado toda su vida a escribir para la televisión. Para mí fue súper difícil que me dejara sola. Él murió cuando estaba al aire el capítulo tres, pero escribiendo juntos en el 15. Él quería que yo escribiera todo el tiempo, pero yo quería cuidarlo. Entonces esa dicotomía de repetir “el show debe continuar”, pero nunca fue tan importante el show para mí. Yo habría dejado todo por cuidarlo a él, pero seguí y puse todo de mi porque era lo que él me pedía. Pero no era lo que yo hubiese hecho. Para mí fue súper difícil haberlo dejado de lado a él para escribir. Siempre pienso que pude haber pasado más tiempo con él. Si bien estábamos viviendo juntos, yo me iba todo el día al canal, entonces llegaba en la noche y él estaba durmiendo. Ahora pienso, qué tontera, qué mal no haber podido desprenderme y haber dicho, chao. Pero él estaba feliz con la teleserie, cuando estrenamos y marcamos no sé cuántos puntos. Él necesitaba eso. Fue su despedida para irse tranquilo. Para él eso fue lo más importante.
En el opening de la teleserie “Descarado”, los créditos dicen que la historia es original de Néstor y Daniela Castagno. ¿En qué momento desarrollaron la idea de esta teleserie?
Yo le puse original de Néstor y Daniella, porque era la primera teleserie en que estaba sola y no me quería sentir así. Encontraba que era muy triste que sólo dijera Daniella, siempre había aparecido con él, siempre había sido Néstor y Daniella. Entonces yo le pedí a la Vero Saquel que dijera Néstor y Daniella. Pero sería una injusticia para mi padre decir que él tuvo algo que ver, porque él no participó. Fuimos muy pretenciosos con esa teleserie, fue una locura. Yo sentía que era súper entretenido contar esto, pero me perdí. Fue muy futurista y no era el momento. Salir del sello que uno tiene, la cercanía, la empatía, la cotidianidad, para entrar de lleno en un mundo de ciencia ficción, con cambios de cara, con un casino flotante que traía la maldad, a destruir un pueblo bondadoso, era como «Truman Show». En el lanzamiento a la prensa, yo me di cuenta que nadie había entendido nada. De hecho, me puse a llorar, me fui al baño a llorar. Dije, “cagamos”. “¿Por qué Zabaleta está dos veces? ¿Por qué la Mane Swett está aquí y está allá?” No se entendió nada. Eso quiere decir que no lo habíamos contado como había que contarlo. Hoy, han pasado quince años, hay otra mirada, los códigos han cambiado, las formas de contar han cambiado y la gente lo hubiera entendido. “Verdades Ocultas”, a las dos de la tarde, tiene cambios de cara y colado pasó. Pero con nosotros la gente dijo “¡¿qué?!” “¿cambios de cara?” Y ése era el gran tema. Fue pretencioso, quisimos innovar y nos pasamos cuatro calles. Igual yo reconozco que, por más que haya sido loca, la forma de contarla probablemente no fue lo suficientemente clara para que la gente lo entendiera, no la contamos bien. Igual tuvo sus adeptos, hubo gente que la siguió y yo me reía siempre de las cosas que te dan vuelta la cara. Yo me reía de los que decían como argumento “ay, esta es una teleserie de nicho”. Porque cuando no te ve nadie, eres de nicho, no te queda otro argumento. “No, es que mi teleserie es para gente especial, entonces soy de nicho”. La teleserie, cuando más popular y mas masiva, es mejor. No somos una elite. Me reía de eso y justo me tocó que empezaron a comentar que era una teleserie de nicho. Se me caía la cara. Fue un momento difícil, pero en el canal siempre me sentí respaldada.
¿Qué ocurrió contigo luego del fracaso de “Descarado”?
Yo después de esta teleserie estaba muy mal, muy triste. Me vino todo el bajón de la muerte de mi papá, me tocó perder, me quedé sola escribiendo, tenía un equipo de guionistas súper power, pero mi partner, mi papá, ya no estaba. Compartía oficina con él, entonces me quedé muy sola. Fue duro porque en el canal querían muchísimo a mi papá, entonces yo cada día que llegaba era encontrarse con alguien con una pena legítima hacia mi padre. A mí eso me tiraba para abajo, cada saludo, cada abrazo, consolando a uno y a otro. “Yo quería tanto a tu papá”. Y era legítimo, pero a mí me hacia mierda. Tenía un contrato por cuatro años en el canal, entonces fui a hablar con la gerenta de producción, Patricia Undurraga, y le dije que no podía seguir en el canal, que no era capaz. Tenía demasiada pena y estaba cada día peor. Y yo no quería que me diera una depresión. Y en el contrato decía que si yo me iba tenía que pagar las penas del infierno. Y la Paty me liberó. Yo me fui, lo hice a escondidas de la Vero Saquel, porque sabía que me iba a retener. Y a los tres días me llaman de Colombia para hacer una teleserie. Y yo dije, “esto es, yo tengo que salir de acá y allá no me conoce nadie, nadie me va a tener pena, no voy a tener que saludar a alguien con un abrazo con pena”. Fue maravilloso.