Del libro a la película, Twilight (Crepúsculo), escrito por Stephanie Meyer se ha convertido de un tiempo a esta parte en un extraño culto adolecente que comenzó el 2005 con su publicación en Estados Unidos y se transformó rápidamente en un fenómeno de masas mayoritario entre las niñas, que ven reflejado su romanticismo idealizado en la figura de Edward Cullen, un vampiro “vegetariano”, perfecto en todo el sentido de la palabra y Bella Swan, la joven de diecisiete años, torpe, perdida y falta de emociones que se enamora de un instante a otro en este ser de la nueva mitología.
Hasta ahí, nada nuevo. Eso es Crepúsculo, con un ochenta por ciento de encaprichamiento veraniego y un veinte por ciento de emoción agregada a última hora, cuando la buena de la historia… Bella (obvio), se ve amenazada por otro vampiro que si se alimenta de sangre humana y ve en ella su próxima víctima a como dé lugar. Como termina esta parte de la historia es bastante obvia y no hace falta relatarla.
Posteriormente, Crepúsculo se transformó en una saga, con cuatro libros publicados y la misma fanaticada de siempre, pero con importantes detractores que critican la mediocridad en la escritura de Meyer y el exceso de éxito desmedido que ha tenido la saga.
Con todo esto, es inevitable que se tratara de llevar la historia al cine, originalmente con el primer libro, que se concretó en una película de bajo presupuesto (37 millones de dólares), llegando ahora a recaudar más de lo que nadie podía esperar (ya va cerca de los 300 millones de dólares). Y ya está en plan el resto de la saga.
La historia no es nada nuevo al libro y nos lleva por paseo interminable entre la “relación” de Edward (Robert Pattinson) y Bella (Kristen Stewart), sus familias de sitcom, sus compañeros de colegio (adornos), tensión intermitente y el próximo nominado a mejor actor secundario: El cactus de mano de Bella.
El guión en general es una buena adaptación al material original, se trató de mejorar lo inmejorable con resultados prudentes. Los bruscos cortes en las escenas, la sobreexposición de zoom en los rostros de los personajes, la música a destiempo, el exceso innecesario de polvos blancos y lentes de contacto claramente visibles hacen que el lado técnico del film no tenga valor por si solo… si a eso se le sumamos diálogos clichés e hilarantes con intención de seriedad nos da como resultado… ¡euforia efervescente por los actores, gritería en las salas de cine y cientos de sitios de fans y material adicional que complementan el culto!. La nueva forma de entretención risible. Y ¿quién dijo que ya habíamos visto suficiente? Esto es lo que “se lleva”, lo que hace que nuestras generaciones pasen sin historia, que todo se renueve y se mejore, que los vampiros ya no mueran al sol… que brillen y luzcan perfectos, que la mitología de antaño se quedé ahí, llegó su momento de trascender como se debe, que las tribus urbanas se manifiesten y produzcan este tipo de arte que se necesita, que mujeres en banca rota y sumidas en la depresión por comida den a expresar sus intenciones, que se comparen con Shakespeare y se vuelvan multimillonarias… ¡lo podemos lograr!… siempre hay público para todo.
Sigamos adelante y vamos todos a verla, que se lo merece tanto como la saga merece su gran fanaticada.
Otra que sobrepasa el límite de lo malo confundiéndose con matices venerables…